La misteriosa muerte de Natalie Wood: celos, drogas y un yate de lujo

“Aquí el Splendour, necesitamos ayuda”. Con estas palabras se iniciaba una de las tragedias de Hollywood más intrigantes de las últimas décadas. Era la una y media de la madrugada del 28 al 29 de noviembre de 1981 y Natalie Wood había desaparecido.

El escenario no podía ser más idílico y, a la vez, más típico de una novela negra clásica: el yate Splendour estaba fondeado en la californiana isla Catalina, refugio marino de los adinerados habitantes de la cercana Los Ángeles. Además del capitán Dennis Davern, los tres tripulantes de la embarcación representaban la flor y la nata del mundo del espectáculo: eran el glamouroso matrimonio formado por Robert Wagner y Natalie Wood y el carismático Christopher Walken, galardonado con un Oscar y actor emblemático del Nuevo Hollywood. Lo que allí sucedió marcaría a estas cuatro personas para siempre.

Los hechos

Robert Wagner, conocido por sus amigos como RJ, y Natalie habían invitado a Walken, que en este momento estaba rodando con la actriz la película Brainstorming, a pasar unos días a bordo de su barco en Isla Catalina. Salieron de Los Ángeles el viernes 27 de noviembre y durante ese día y el siguiente los dedicaron a recorrer varios puntos de la isla. La noche del 28 cenaron en el restaurante Doug’s Harbor Reef; allí bebieron dos botellas de vino y dos de champán y alrededor de las diez volvieron al barco. A la una y media de la madrugada, el capitán Davern y Wagner llamaron a la guardia costera denunciando que Natalie Wood ya no estaba a bordo. Faltaba también Prince Valiant, la lancha hinchable que utilizaban para desplazamientos cortos, y presumían que la actriz se había alejado en ella. A las pocas horas se encontró la lancha, pero ni rastro de Natalie. A las ocho menos cuarto de la mañana siguiente apareció el cadáver de la actriz, de 43 años, flotando junto a unas rocas. La noticia provocó una tremenda conmoción en el mundo del cine y en aficionados de todo el planeta.

La versión oficial

La autopsia dictaminó que Natalie había muerto ahogada, que en su cuerpo había algunas heridas superficiales en brazos y piernas y una pequeña abrasión en la mejilla izquierda, tal vez causada al caerse al agua. Su nivel de alcohol en sangre también era muy alto; la explicación de la muerte fue que se había debido a un accidente fortuito. Alterada por el alcohol, Natalie Wood había intentado alejarse en la lancha hinchable, pero tropezó, se cayó al mar e, incapaz de volver a subir y con su chaqueta de plumas mojada sumando peso y dificultando sus movimientos, acabó ahogándose por el agotamiento y el frío. Mientras tanto, a bordo, el capitán, Wagner y Walken tardaron horas en darse cuenta de que faltaba un pasajero. Robert Wagner defendió que suponía que su esposa estaba en su dormitorio, y no fue hasta que entró allí a la una y media cuando se dio cuenta de que no estaba en el barco.

Las especulaciones

Cuando la noticia de la muerte de la estrella se anunció, una mujer llamada Marilyn Wayne declaró ante la policía que ella se encontraba en otro yate muy próximo a donde se anclaba el Splendour. Según su testimonio, tanto su marido como ella oyeron una voz femenina que gritaba y pedía socorro e inmediatamente después una voz masculina –un poco beoda– que respondía: “Ok, ya vamos ayudarte”. Pero como estaban en una zona en la que numerosas fiestas estaban teniendo lugar y porque, textualmente, “nadie se mete en los asuntos de otros”, lo dejaron pasar sin intervenir, suponiendo que se trataba de una broma o un episodio sin importancia en medio de otra juerga marinera. Pero la duda estaba sembrada. Sobre todo porque la versión oficial no respondía a la pregunta más importante: ¿qué llevó a Natalie Wood a querer alejarse del yate en plena noche, sola y en estado de ebriedad? Ahí empezaron las contradicciones en las versiones de los implicados, y la rumorología comenzó a arder.

Aunque en un primer momento Wagner había negado cualquier problema durante esos días, acabó reconociendo que entre Christopher Walken, Natalie y él había habido una agria pelea acerca de la importancia de la carrera profesional frente a la familiar. Wagner estaba en su mejor momento gracias a la serie Hart to hart, pero su esposa, entrando en los 40, estaba lejos de los papeles emblemáticos de su juventud. Si Christopher Walken era el nuevo Hollywood de antihéroes y Robert Wagner la sonrisa cien por cien América de la pequeña pantalla, Natalie era un producto puro del sistema de estudios, esto es, algo pasado de moda y con difícil adaptación a los tiempos que corrían. Aún centrada en su maternidad y en la vida familiar, Natalie sufría ansiedad recurrente y había pasado una fuerte depresión; el ascenso a estrella de su marido y el declive de su carrera no ayudaban a su ánimo.

Según un rumor que tenía que aparecer más pronto que tarde, Natalie y Christopher Walken mantenían un flirteo que, sin que sepamos si había pasado a mayores, había desquiciado a Robert Wagner hasta el punto de arrojar una botella de vino contra una pared y clamar “¿Te estás tirando a mi mujer?”. La actriz había querido huir del reducido escenario de celos tras verse convertida en uno de los vértices de un triángulo amoroso y eso explicaría su intención de subir al bote hinchable. Claro que hay otra versión ligeramente más rebuscada, según la cual quien habría tenido un ataque de celos había sido ella al descubrir que su marido y su colega eran los que estaban manteniendo una aventura.

Todas estas hipótesis aclararían el tema del viaje nocturno en lancha de no ser por un detalle muy importante: Natalie tenía terror al mar. Cuando era niña, durante un rodaje, un puente en el que estaba rodando una escena se había derrumbado y había estado a punto de ahogarse. De aquel accidente le quedó el pavor al agua profunda y una ligera deformación en la muñeca, ya que su madre, la típica madre de artista que sacrificaba el bienestar de su hija para no perjudicar su carrera, se había negado a que recibiera tratamiento médico pese a haberse roto la muñeca. Natalie había hablado de ello en varias ocasiones ; no tenía miedo a navegar, pero verse sola en las aguas profundas del océano era algo superior a sus fuerzas. ¿Cómo era posible que entonces en medio de la noche y algo alcoholizada decidiera emprender esa repentina excursión?

Aunque Robert Wagner y Christopher Walken han eludido el tema durante las últimas tres décadas –Wagner lo ha mencionado en su autobiografía y en alguna entrevista, siempre lamentándose de lo que considera un accidente fortuito que destruyó su familia–, el capitán ha mostrado una actitud bien distinta. Siempre que ha podido, y normalmente previo pago, ha contado su historia, que difiere de la versión inicial que dio en el momento. Explicó el cambio de su relato por la influencia de los abogados de su entonces todavía jefe, que le habían manipulado. En esta contradicción y en el hecho de que se haya lucrado con su implicación en el oscuro episodio residen las principales dudas sobre la veracidad de su testimonio. Este se centra ahora en una pelea muy violenta y dramática entre el matrimonio que se vio cortada de pronto con un repentino silencio. Según Davern, Wagner subió tras este silencio a donde él se encontraba y estuvo bebiendo con él durante largo rato, hasta que volvió a bajar al camarote en el que había discutido con Natalie para reaparecer instantes después diciendo que ella se había ido.

Este episodio se vuelve más sospechoso si es verdad que, como defiende Davern, Wagner no quiso llamar inmediatamente a los guardacostas para denunciar la desaparición de Natalie ni quiso tampoco encender los reflectores del barco para buscar a su mujer, escudándose en no querer provocar un escándalo. A lo largo de los años, Davern ha sugerido con mayor o menor sutileza que Wagner estuvo implicado en la muerte de su esposa. ¿Había sido un asesinato? ¿Un accidente? ¿Había sido Natalie empujada en el fragor de una pelea? Las dudas razonables hicieron que en 2011 se reabriera el caso, alimentando de nuevo el interés mediático. Sin embargo, no se llegó a ninguna conclusión tajante, sólo cambiando la causa de la muerte de “ahogamiento accidental” a un poco satisfactorio y ambiguo “ahogamiento y otros factores por determinar”.

La leyenda

El propio Wagner comentó resignado en una ocasión “Las personas que están convencidas de que hubo algo más que lo que salió a la luz con la investigación nunca estarán satisfechas con la verdad. Porque la verdad es que no hay nada más que sacar. Fue un accidente”. Y precisamente como los accidentes son absurdos, estúpidos e impredecibles, resulta tan difícil conformarse con que ellos son la respuesta a la muerte de una de las actrices más emblemáticas de Hollywood.

Tenemos a tres actores famosos en un barco, un subtexto de celos sentimentales y profesionales, un cóctel de alcohol, algunas drogas –Davern ha declarado que Natalie y él se intercambiaban quaaludes por valiums– y la desaparición y muerte de una bella mujer. ¿Cómo no va a haber algo oscuro implicado en este cóctel?, piensa mucha gente. La historia del asesinato/homicidio/accidente mortal en un barco tiene un antecedente muy famoso que es puro Hollywood Babilonia: la historia de William Randolph Hearst, Marion Davies y la muerte de Thomas Ince (contada en, entre otras obras, la película El maullido del gato de Peter Bogdanovich) . Es inevitable que en el subconsciente de muchos ambas historias estén relacionadas.

Por si fuera poco, con su muerte Natalie alimentaba el mito de una de las películas más emblemáticas de su carrera: Rebelde sin causa. Si James Dean había muerto en un accidente de coche al poco de terminar el rodaje y Sal Mineo había sido acuchillado cinco años antes, ahora le tocaba a ella, la otra protagonista, sufrir una muerte violenta e inesperada. La leyenda de Hollywood devorando a sus hijos una vez más.

Resulta amargo que la trayectoria de Natalie haya quedado en parte ensombrecida por las circunstancias de su muerte. Hasta en marzo de este año vio la luz un vídeo en el que la hermana de la fallecida, Lana Wood, se enfrentaba a Robert acusándole de poca colaboración en la investigación del caso.

Natalie era la adolescente perdida de Rebelde sin causa, la trémula enamorada de Esplendor en la hierba y la María de West side story, pero también la niña prodigio que tuvo que pelear por su independencia frente a su posesiva madre y que vio en el matrimonio con el atractivo Wagner una oportunidad de conquistar su libertad. Después vendría el divorcio, un matrimonio con Richard Gregson del que nacería su primera hija Natasha –en un gesto conmovedor la actriz bautizó a su hija con su verdadero nombre, ese que tuvo que cambiar para disimular sus orígenes rusos– y los once años que pasaron separados Wagner y ella hasta volver a casarse en el 72. Si aquello fue una historia de amor truncada por la mala suerte o si hubo algo más, sórdido y repugnante, es algo que difícilmente tendremos la certeza de saber jamás.

Robert Wagner volvió a casarse en 1990. Con 86 años, está prácticamente retirado. Sigue manteniendo la versión oficial sobre la muerte de Natalie. Sus hijas están de acuerdo con él, pero no así Lana Wood.
Christopher Walken ha rehusado hablar del tema desde 1981.
Dennis Davern ha publicado un libro y concedido entrevistas en las que acusa a Robert Wagner de ser el responsable de la muerte de la actriz. Vive en Florida y llamó a su primera hija Natasha.
El yate Splendour, bautizado así por Esplendor en la hierba, perteneció desde 1986 a otro dueño que lo tuvo atracado en Hawaii. En 2014, según varios tabloides, lo puso a la venta porque estaba "embrujado".

Artículo publicado originalmente el 20 de julio de 2018 y actualizado.

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