Todo lo que Lola Flores ha aportado a nuestra cultura popular

Quizás todo podría resumirse en un pendiente, una peseta y una boda desastrosa, pero Lola Flores aportó mucho más que eso al imaginario colectivo en sus últimos treinta años de vida. Tal día como hoy nos dejaba La Faraona, esa artista que se convirtió en todo un fenómeno pop y nos dejó en herencia multitud de momentos y frases célebres.

LOLA YE-YÉ, LOLA FUTBOLISTA Y LOLA MADAME DE BURDEL

Nada más comenzar la década de los setenta, la imagen de Lola fuera del escenario se tornó más moderna. La artista lucía cortos vestidos de colores, estampados dignos de Pucci e incluso botas altas. Aunque sus temas más populares seguían siendo de corte flamenco, las rumbas se fueron adueñando poderosamente de su repertorio, clara señal del buen tándem que formaba con su marido El Pescaílla, el cual la acompañaba a la guitarra con canciones como Que me coma el tigre o Cómo me las maravillaría yo.

En 1971 deja por un momento la bata de cola para vestirse de futbolista, y ejercer así de capitana de un equipo compuesto por Rocío Jurado, Marujita Díaz y su hermana Carmen entre otras. El partido se disputaba con fines benéficos y bajo el emblema de “Folclóricas contra Finolis”, enfrentaba a diversas figuras femeninas del cine y la canción. Lola cambiaba los tablaos por el estadio del Rayo Vallecano, y toda la prensa e incluso el NO-DO se hacían eco de ello. A eso habría que añadir su faceta de empresaria, montando su propia boutique en el centro de Madrid, y el restaurante Caripén.

Su trabajo en el cine había disminuido, pese a haber demostrado una de sus mejores interpretaciones con Una señora estupenda, en la que la artista se alejaba de su típica imagen y cambiaba la bata de cola por la minifalda. Aún así en dicha década estrena una de sus películas más emblemáticas, Casa Flora, alejada del dramatismo de años atrás y con grandes dosis de comedia y picardía. Lola interpreta a la madame de un disparatado burdel que ha de servir de pensión durante unos días para atender un funeral. Cuenta la leyenda que el mismísimo Andy Warhol se declaraba fan de la película y guardaba en su filmoteca particular una escena en la que Lola y la tonadillera Estrellita Castro se lanzan maldiciones y conjuros por vía telefónica.

El mito de La Faraona ya era imparable y poco después regalaría al mundo una de sus primeras míticas frases con una escena que ya ha pasado a la historia de nuestra televisión. Era 1977 cuando Lola se encontraba cantando en el programa Esta noche… fiesta, y en mitad de la canción, con uno de sus impetuosos zapateados, salió volando el famoso pendiente. Lola no dudo en parar la actuación. Lo demás ya lo sabemos: “Perdón, pero se me ha caído un pendiente en oro. Bueno, ustedes me lo vais a devolver porque mi trabajito me costó. Muchas gracias de todo corazón, pero el pendiente, Íñigo, no lo quiero perder, eh, por favor”. Debajo de una de las mesas de la primera fila, el pendiente apareció.

Su fuerte temperamento seguía siendo motivo de noticia. Cabe destacar el momento en que Lola enfureció al verse imitada por un transformista durante el espectáculo teatral Madrid, pecado mortal. Aún poco acostumbrada a que hiciesen bromas sobre su persona, se levantó de su butaca e interrumpió la función, increpando a los actores. Acto seguido se dirigió al público, e incluso a los que esperaban en taquilla, para advertir a voz en grito que no debían ver “aquella porquería”. Fue acusada de alterar el orden público, y condenada a pagar una leve multa que por poco acaba en juicio. La artista no podía imaginar la cantidad de imitadores y humoristas que vendrían tiempo después.

UN DESNUDO, UNA MUÑECA Y UNA BODA DESASTROSA

Los ochenta pisaban con fuerza y era necesario modernizarse. Aprovechando la llegada del Mundial de futbol acontecido en España, Lola decidió sumarse al carro del fervor de Naranjito. Para ello escribió la letra de la canción Mi Mundial 82, en la que forma su propio equipo, soñando con una selección compuesta por glorias nacionales como Sara Montiel, Lina Morgan, Florinda Chico o Rocío Dúrcal. Quizás hubiese sido más acertado haber aceptado el ofrecimiento de Pedro Almodóvar para protagonizar ese mismo año Laberinto de pasiones. No se sabe si por cuestión económica o por indiferencia ante el guión, pero lo cierto es que Lola se negó a interpretar a la princesa Toraya, sin entender mucho la broma. También es verdad que por entonces el manchego todavía no tenía la popularidad y reconocimiento del que gozaría poco después. Entonces Lola se convirtió en una de las habituales en todos sus estrenos.

A finales de 1983 Interviú se jactaba de haber logrado cazar desnuda a la Faraona. Nada más lejos de la realidad, ya que se trataba de un posado robado muy bien pactado, aunque la estrella nunca llegó a reconocerlo e incluso se hizo la indignada. Pese a que años atrás Lola había criticado duramente el fervor del destape, decidió sumarse a él de forma encubierta y en contra de su marido y sus hijos. Además del hecho de modernizarse, también contaba la cuestión económica: Lola se embolsó ocho millones y medio de pesetas. Fue entonces cuando el Museo de Cera de Madrid decide tomar sus medidas e incluirla entre todas sus figuras. Al contrario que ocurría con muchas de sus compañeras generacionales, Lola seguía siendo imbatible frente al pop-rock de la arrasadora Movida madrileña.

La catastrófica boda de su hija Lolita volvió a dar momentos cumbres para la cultura popular. La novia cometió el error de invitar a todos los espectadores mientras realizaba una entrevista televisiva días previos al enlace, sin presuponer que su gesto cortés acabaría en convocatoria masiva. Para el recuerdo queda esa Lola indignada ejerciendo de madrina entre el asfixiante tumulto y alegando: “¡Esto es una vergüenza! Mi hija no se puede casar, porque ustedes tienen la culpa. Así que si me queréis a mí, marcharse. ¡Si me queréis, irse!”. Habría que añadir que la exclusiva con una revista del corazón quedó reventada, pudiendo ser ese otro motivo de tal enfado.

Su aguda visión comercial hizo que Lola fuese toda una precursora del merchandising. La Faraona les propuso a los creadores de las flamencas decorativas de souvenirs que hiciesen lo propio con ella, y fue así como en 1986 se lanza la muñeca Lola Flores. Con distintos trajes, y bajo la idea de exportarla a Latinoamérica y Japón, la figura estaba incluso peinada por el propio peluquero de la artista. Todos contentos: Lola se llevaba un porcentaje de las ventas y los hogares españoles podían tener a la cantante encima de sus televisores.

LA INVENTORA DEL CROWFUNDING SE LANZA AL RAP

La cantante finalizó la década de los ochenta con uno de sus mayores disgustos, al ser condenada judicialmente por fraude fiscal. Ella alegaba a su ignorancia en temas legales, mientras Hacienda le reclamaba cuatro años en los que no había tributado. La noticia conmocionó al país entero y Lola no podía creerse que incluso pidieran para ella seis años de prisión.

Fue entonces cuando tuvo la famosa ocurrencia de “si una peseta diera cada español, pero no a mí, a donde tienen que darla, quizás saldría de la deuda, y después me iría al estadio con todos los que han dado esa peseta”. Hubo quien reaccionó mal y la tachó de caradura, y hubo también quien estuvo dispuesto a darle tal moneda. Una vez más su visión comercial se adelantaba a todo, y tal sugerencia sirvió para que incluso llegados a nuestros días, Lola haya sido catalogada como la inventora del crowfunding. Su plan no surtió efecto y la artista tuvo que vender la mayoría de sus propiedades, aunque dejo para la memoria de España una nueva frase célebre.

Pionera en los trabalenguas, comenzó los años noventa añadiendo un rap a su repertorio con la canción ¡Ay Alvariño!, en la que cantaba a un amante que como dice la letra, “es besucón y muy fogoso, toma coca y bebe anís, es el rey de los mafiosos que es lo que me gusta a mí”. Con casi setenta años, Lola se adentraba en los programas musicales de corte juvenil, mientras se remangaba en los bailes su minifalda. Polifacética como pocas, inaugura por entonces su cuarta exposición de pintura naif, habiendo expuesto con anterioridad en Nueva York. Poco después, reafirmándose como el mito que ya era, protagonizó El coraje de vivir, serie documental en la que de forma insólita narraba su vida en primera persona, no exenta de gran sentido del humor.
El 16 de mayo de 1995 nos dejaba Lola Flores, aunque a día de hoy, y gracias a todos esos momentos memorables, parece que sigue entre nosotros.

Artículo publicado en Vanity Fair en mayo de 2019 y actualizado.

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