Cuántas veces te han dicho tus hijos: ¡no quiero comer verduras!? Te proponemos estimular su apetito poniéndole una fuente de nutrientes mientras se divierten. ¿Cómo? Enseñándoles por qué las frutas, verduras o demás alimentos que le pones en su plato son de un color y no de otro.
Vanessa Bordas, nutricionista de OBBIO, nos lo explica así de sencillo, aunque matiza: “Más allá de hacer coloridas y divertidas las comidas es conveniente que los niños obtengan todos los nutrientes esenciales. Esto significa: verdura, hortalizas, legumbres, pan, cereales, carne, pescado, huevos, arroz, pasta, patatas, lácteos y fruta, principalmente”.
-Amarillo y naranja: Alegría. Son los colores de la zanahoria, calabaza, naranja, albaricoque o mango e indicativos de carotenoides, zeaxantina, vitaminas A, B y C. Estos nutrientes sirven para la piel. Para levantar el ánimo, lánzate a la mandarina, limón o melocotón.
-Rojo: Alimenta el corazón. Cereza, tomate, pimiento… contienen antocianinas y licopeno, lo que significa que son poderosos antioxidantes y sirven para el sistema cardiovascular y la circulación.
-Verde: ¡A limpiar! Lechuga, acelga, brócoli… Este color indica que contienen ácido fólico, isoflavonas y luteína. Sirven para fortalecer los huesos y depuran.
-Violeta: ¡No te oxides! Berenjenas, uvas, arándanos, higos, ciruelas… Son así porque contienen antocianina y quercetina. Son antioxidantes y diuréticos.
-Blanco: ¡Son antibióticos! Cebolla, coliflor, leche… contienen alicina, y son antibióticos naturales. El ajo es el mejor ejemplo. Alubias blancas, patatas, arroz. Estos tres ingredientes admiten cientos de combinaciones. Las alubias blancas, el plátano y el coco les aportará potasio; la leche, los quesos y el tofu el calcio para la formación de los huesos.
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