Científica, pionera y menospreciada: la injusta historia de Rosalind Franklin, la dama oscura del ADN

No sabríamos nada (o muy poco) sobre cómo combatir un virus de no conocer su estructura interna y su forma de atacar a las células de nuestro organismo. El papel de Rosalind Franklin en la investigación sobre la estructura de los virus fue crucial y los resultados de sus investigaciones han servido a otros científicos para elaborar vacunas efectivas contra algunos de ellos y cambiar el rumbo de las epidemias. Hay infinidad de tipos de virus, pero la estructura de muchos de ellos es parecida: están encapsulados en una envoltura de proteínas que protege su interior, formado normalmente de material genético en forma de ADN o ARN.

Parece una historia bonita de descubrimientos científicos, pero la vida de Rosalind Franklin no fue tan sencilla. Franklin se graduó en Ciencias Naturales, en la Universidad femenina de Cambridge, la Newnham, en 1941, cuando las mujeres todavía no estaban consideradas como miembros de la comunidad científica merecedores de un título. En 1945 consiguió obtener un doctorado en Química Física en la misma Universidad, no sin antes haber luchado por la diferencia de salarios entre hombres y mujeres para el mismo puesto. En realidad, tuvo suerte de poder estudiar, puesto que en la época no era una actividad generalizada en las mujeres. Lo hizo porque nació, en 1920, en una familia de banqueros que animaba a todos sus hijos e hijas a estudiar y a desarrollar las capacidades en la disciplina más adecuada para ellos.

Cuando terminó sus estudios en Reino Unido, viajó hasta París y permaneció tres años en la ciudad francesa, donde aprendió una técnica que sería crucial para sus estudios posteriores: la de difracción con rayos X, que permitía determinar la estructura molecular de diferentes cristales.

Volvió a Inglaterra en 1951 y pasó a formar parte del laboratorio de Kings College, como investigadora asociada del laboratorio de John Randall. Entonces también coincidió con Maurice Wilkins, un personaje con el que tuvo una tensa relación laboral y que la infravaloró al considerarlaúnicamente una asistente cuando, en realidad, era la líder de su propio proyecto. Ambos trabajaron en sus investigaciones en torno a la estructura del ADN de forma paralela.

El descubrimiento de la estructura del ADN marcó un antes y un después en la historia de la medicina y no habría sido posible sin el trabajo de Rosalind Franklin. En su laboratorio trabajó con, entre otros alumnos de doctorado, Raymond Gosling. El joven fue crucial en la investigación puesto que, guiado por Franklin, consiguió tomar una fotografía más que reveladora del ADN. Capturó una fibra de la molécula en estado cristalino gracias a la difracción por rayos X. La imagen ha pasado a la historia como ‘Fotografía 51′ y no habría sido posible tomarla sin los conocimientos de Franklin en el uso de los rayos X y la cristalografía -que estudia la estructura interna de materiales cristalizados. La imagenha sido reconocida como la más importante jamás captada de la estructura del ADN.

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La ‘carrera’ por descubrir la estructura del ADN

La mala relación de Franklin con Wilkins se manifestó cuando este la ‘traicionó’. El científico y compañero de Franklin le enseñó la fotografía que nació en el laboratorio de la química a otro par de investigadores que se habían sumado a la carrera por descubrir la estructura del ADN: James Watson y Francis Crick. Lo hizo sin el permiso ni el conocimiento de Rosalind y les sirvió para resolver el enigma. Los cálculos de la cristalografía de Franklin también les permitieron conocer las medidas exactas para poder modelar con precisión la estructura atómicas del ADN.

El primer resultado de la competición en la que se había convertido la ‘búsqueda’ de la estructura del ADN lo consiguió la pareja formada por Watson y Crick. Ambos anunciaron su logro en 1953, cuando el laboratorio de Franklin estaba a punto de obtener los resultados por sí mismo. Publicaron el trabajo en la revista Nature ese mismo año y Wilkins hizo lo propio con el suyo. Rosalind también publicó el resultado de su investigación una vez terminada y decidió firmarla a medias con su alumno de doctorado, Gosling. El hecho de que hubiera tres documentos sobre el descubrimiento es bastante desconocido, ya que solo el primero trascendió.

El hallazgo tuvo una gran repercusión en la comunidad científica, supuso una revolución en la forma de entender la biología de la vida y está considerado uno de los mayores descubrimientos científicos del siglo XX. Sin embargo, no fue hasta 1962 cuando recibió el reconocimiento oficial más absoluto de todos: el del premio Nobel. Para Franklin ya era tarde, la científica había fallecido cuatro años antes, con 37, como consecuencia de un cáncer de ovarios. El comité encargado de asignar los galardones no reconoce ni otorga premios post mortem, por lo que Franklin nunca formará parte del reconocimiento oficial de mayor prestigio de la comunidad científica por su trabajo.

Los premiados por el descubrimiento fueron Wilkins, Watson y Crick. Los tres científicos recibieron el premio Nobel en Fisiología por descubrir la estructura de doble hélice del ADN y su papel en la herencia genética. En el discurso de agradecimiento, Wilkins mencionó de pasada a Franklin por su aportación, junto a otras personas a las que también quiso reconocer su esfuerzo. Sin embargo, el trío reconoció, un año después, que su formulación de la estructura del ADN “habría sido bastante improbable, si no imposible”, de no ser por la fotografía de rayos X que Franklin y su equipo del Kings College habían obtenido.

Aunque Franklin hubiera estado viva en el momento que se otorgó el Nobel, muchos historiadores opinan que tampoco lo habría recibido. Los premios tan solo pueden ser compartidos por tres personas y antes de ella solo habían recibido un Nobel tres mujeres: Marie Curie, su hija Irene y Gerty Cori, por lo que se considera que había una discriminación de género institucionalizada. Sin embargo, la normativa habría estado de su parte, puesto que el comité premia a las personas que han iniciado y propiciado el desarrollo de la investigación y del descubrimiento. Sin duda Franklin lo hizo con la fotografía.

Watson, consciente de que Franklin habría merecido el reconocimiento y tiempo después de recibir el galardón, hizo un comentario al respecto en el que aseguró que ella debería haber recibido el Nobel de Química junto a Wilkins, mientras que Crick y él habrían seguido obteniendo el de Fisiología. Una afirmación que, por supuesto, es tan solo una anécdota.

El alumno de Franklin que realmente había obtenido la fotografía, Raymond Gosling, obtuvo incluso menos reconocimiento que ella. Cabe destacar que, normalmente, los alumnos no suelen obtener el reconocimiento que merecen por sus méritos, pero Gosling fue ignorado y su aportación fue absolutamente silenciada. Excepto por Franklin, que le había incluido en el documento del descubrimiento.

Las peripecias de su trabajo con el ADN han sido recogidas por la escritora Anna Ziegler en su obra Photograph 51. Se estrenó en Londres en 2015 y recorre la vida de la científica desde 1951 hasta 1953 y sus tensiones profesionales con Wilkin, además de la determinación de Watson y Crick de ganar la carrera a toda costa. También destaca la mentalidad de la época, que consideraba la ciencia como una actividad ‘de chicos’ y, como consecuencia, existía una gran discriminación en los laboratorios de posguerra.

El otro Nobel que podría haber obtenido

Las injusticias a la hora de otorgar un premio Nobel son más que frecuentes. Normalmente, en los descubrimientos científicos participan grandes equipos de investigadores juntos y solo son reconocidos los máximos dirigentes. Franklin no es el primer caso de injusticia en un Nobel, ni el peor. De hecho, de no haber sido por su muerte prematura, Franklin habría podido obtener potencialmente dos premios Nobel.

El segundo le habría llegado en 1982, por su estudio en la estructura molecular de los virus. Empezó a estudiar, junto a Aaron Klug, las estructuras cristalinas nucleoproteicas de los virus y consiguió demostrar con las mismas técnicas que había utilizado para descubrir la estructura del ADN -Rayos X y cristalografía-, que el virus del mosaico del tabaco tenía forma de tubo hueco en espiral, con ARN envuelto a su alrededor. Su trabajó también contribuyó a la investigación del poliovirus, pero Klug tuvo que terminar dichas investigaciones después de su muerte, algo que publicó en sus memorias.

Cuando Klug recogió su Nobel de Química en el 82, agradeció a Franklin su trabajo y reconoció: “si su vida no hubiera sido tan trágicamente corta, bien puedo haber estado en esta situación en otra ocasión anterior”. En referencia al primer premio Nobel que habría podido recibir por descubrir la estructura del ADN.

Además de su trabajo con el ADN y con los virus, Franklin también demostró que las moléculas de ARN están formadas por una sola hebra, en lugar de por una doble hélice, como la del ADN. Su trayectoria -a pesar de corta- fue brillante y aunque ya nunca pueda ganar el premio Nobel, Rosalind Franklin tiene el reconocimiento de toda una comunidad científica y de todos los que conocen su historia.

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