Donald Trump comenzó ayer un tour por Texas que le llevará a visitar varias ciudades en una de las regiones en las que más apoyo recibe. Un baño de masas necesario en este momento precario en el que se encuentra por el escándalo del ‘Ucraniagate’. Una de sus primeras paradas ha sido la nueva planta de montaje que Louis Vuitton ha creado en este Estado. Allí se encontraron Donald Trump, su hija Ivanka y el marido de esta, Jared Cushner con el CEO del grupo LVMH, Bernard Arnault.
Nada más llegar la comitiva presidencial, entre la que también se encontraban otros representantes del gobierno, dieron un paseo por las instalaciones, se interesaron por el proceso de fabricación y el presidente Trump charló con algunos trabajadores sin cesar de hacer comentarios un tanto cómicos como “ese de ahí me suena”, en referencia a algún modelo concreto de bolso.
Después, Donald Trump, Bernard Arnault e Ivanka Trump cortaron la cinta como símbolo de inauguración del centro. Momento en el que el presidente de Estados Unidos aprovechó también para comentar jocosamente que “Louis Vuitton me ha costado mucho dinero a lo largo de los años”.
En efecto la firma francesa es bien conocida en la familia presidencial y casi la marca oficial de los viajes del presidente y Melania Trump. En numerosas ocasiones se ve cómo los asistentes transportan grandes maletas y bolsas de la firma hacia el helicóptero o el avión en el que viaja el matrimonio presidencial.
Ivanka Trump sin embargo llegó ayer con un bolso de la competencia, un modelo de piel negra de Chanel que luego debió dejar a buen recaudo, pues durante la visita no lo llevó.
A pesar de este pequeño desliz, la inauguración fue todo un éxito y esta planta dotará de más de 500 empleos a Estados Unidos y refuerza la imagen de la industria norteamericana porque según contó ayer Trump durante su discurso: “no hay mejores artesanos que los norteamericanos”.
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