Tengo una relación de amor-odio con C Tangana (no con él, pobre, que solo hemos interactuado un par de veces por cosas de curro, y eso no basta para conocer a nadie) sino con su personaje. Pero reconozco que algunas de sus canciones andan en el límite de gustarme y no, y me hacen reflexionar un poco.
Escuchaba ayer “Nunca estoy”, y esta estrofa (advierto que si escuchas la canción, es adictiva):
No me has llamao’
Van dos semanas fuera y ni te has molestao’
To’ lo que sé
De ti es lo que sale en las redes si escribo tu nombre
Y otra vez vas a perder el avión
Y otra vez soy una imbécil esperando a su hombre
me ha tocado la patata. Pues claro que me ha tocado ¿quién no ha estado en esa situación? Esperando a alguien que no llega, que no llama, que está de gira, o estudiando en otra ciudad, o en un viaje largo por trabajo, y llega un momento en que tú no haces más que vivir esperando esa llamada, que antes era puntual, a la misma hora, cada día, y luego se demora, tanto que deja de llamar. Y el que queda a la espera empieza a reclamar esa atención debida, y el que está lejos se olvida literalmente de lo que deja detrás.
Estoy segura de que ahora, una vez que nos han abierto las puertas y podemos vernos (con precauciones), muchas parejas que han vivido esta historia de estar lejos, y llamarse mucho al principio, de repente dejar de hacerlo, y que se diluya todo, van a descubrir, al verse, que ya no están los mimbres que sujetaban la historia. Nos olvidamos rápido de lo que éramos y a quien amábamos. Somos como influencers de nuestra propia vida, siempre cambiando, estando pendientes siempre de lo último que nos pasa, sin fijarnos en lo que teníamos, sin valorarlo tampoco.
Recuerdo un verano, esperando a un novio que andaba de gira, pasando un calor del infierno, sintiendo esa soledad tremenda, la que no es buscada. Esa que te da para pensar mucho y bien, pero también mucho y mal.
Cuando regresó, yo ya había llegado a la conclusión de que no me había dejado sola esas semanas de verano, que me había dejado sola mucho antes, cuando no quería salir conmigo y mis amigos, cuando llegaba tarde a las cenas que organizaba en casa (porque mis amigos eran gays, era homófobo y yo una idiota que no se daba cuenta), cuando se pasaba días sin hablarme por alguna estupidez como haberme olvidado de comprar su puto cola cao en el súper.
También cuando regresó, se pegó a mí como una lapa. Quiso hacer conmigo todas esas cosas que antes no quería hacer. Algo pasaría en esa gira, supongo, pero ya no me importaba. Me había acostumbrado a hacerlas sola, y ya no le quería a mi lado.
Dime qué quieres hacer
Sólo sabes correr palante
Engañarme otra vez
No va a salvarte
Estás enfermo de ti
Cállate
Esto no va a ninguna parte
Estoy harta de hablar
Y de esperarte
Y de mirar el móvil hasta tan tarde
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PREGÚNTALE A PEPA
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