Hace cinco años que los cumpleaños de la infanta Cristina se mezclan con recuerdos amargos. En 2015, la víspera del día que cumplía 50 años, su hermano Felipe VI decidió despojarle del título de duquesa de Palma. El rey respondía así a su negativa de renunciar a sus derechos de sucesión, tal y como le había pedido el nuevo monarca que hiciera como consecuencia de su imputación en el caso Nóos. Aunque Cristina de Borbón fue luego absuelta, en 2018 su 53º cumpleaños llegó tras un nuevo varapalo: el día anterior, el Tribunal Supremo condenó a cinco años y diez meses de prisión a su marido, Iñaki Urdangarin.
Hoy, la ex duquesa de Palma cumple 55 años separada por segundo año consecutivo de su marido, en medio de unas circunstancias que han vuelto a arruinar el que podría haber sido un cumpleaños feliz.
Porque hasta marzo, la infanta Cristina esperaba celebrar su aniversario con su marido y sus hijos.
Tras cumplir la cuarta parte de su condena en noviembre de 2019, Urdangarin ganó el derecho a disfrutar de un total de 36 días al año fuera de la cárcel, y así unos días después tuvo la oportunidad de disfrutar de su primer permiso penitenciario para pasar la semana de Navidad en Vitoria junto a su madre, su mujer y sus hijos. Lo mismo podría haber hecho ahora para celebrar el cumpleaños de su esposa, pero la pandemia del coronavirus echó por tierra esa posibilidad: ni el ex duque de Palma puede disfrutar por el momento de sus permisos, ni la infanta y sus hijos pueden salir de Suiza para acudir a visitarle a la cárcel de Brieva.
La familia no se ve desde febrero, cuando Urdangarin volvió a pedir un permiso para viajar a Vitoria coincidiendo con San Valentín. Solo tras la reapertura de las fronteras internacionales podrá volver a reunirse.
Tampoco ha prosperado del todo este año ese acercamiento entre la infanta y su hermano que apuntó en 2018 el 80º cumpleaños de doña Sofía, cuando los reyes Felipe VI y Letizia volvieron a compartir posado con Cristina de Borbón y sus cuatro hijos en la foto familiar que Zarzuela distribuyó a los medios.
La ex duquesa de Palma y los reyes volvieron a coincidir en público el pasado enero con motivo del funeral de la infanta Pilar pero esta vez su encuentro demostró la fría relación que existe entre ellos: mientras que Felipe VI y la reina Letizia saludaron con dos besos a la princesa Beatriz de Países Bajos, sentada junto a la infanta Cristina en la basílica de El Escorial, no hicieron lo propio con esta, quien por su parte mantuvo la mirada al frente (la infanta Elena al menos dirigió a la pareja de reyes una sonrisa).
Es de prever que el cisma que existe entre el rey y la infanta desde hace cinco años a consecuencia del caso Nóos quede ahora ensanchado por los recientes escándalos de don Juan Carlos, investigado por la Fiscalía del Tribunal Supremo por las supuestas comisiones pagadas por las obras del AVE a La Meca.
El pasado marzo, tras conocerse en Reino Unido la noticia de que don Felipe figuraba como beneficiario de dos fundaciones de su padre investigadas en Suiza por presuntos delitos de blanqueo de capitales, el rey ya marcó distancias con don Juan Carlos con un comunicado en el que anunciaba que renunciará a la herencia de su padre y le retiraba su asignación. Una decisión que recordaba a la retirada del título de la infanta Cristina y con la que es de esperar que el muro que levantó tras ser proclamado rey en 2014 entre “la familia real”, compuesta solo por don Felipe, doña Letizia, sus dos hijas y los reyes eméritos, y “la familia del rey”, donde quedaban relegadas las infantas Elenas y Cristina y sus hijos, quede aún más reforzado.
En un momento tan difícil como el que atraviesa la monarquía española este año, lo más seguro es pensar que Zarzuela acentuará el mensaje de que la institución de la casa real la constituyen los reyes y sus dos hijas. Encuentros de la familia extendida del rey como el del cumpleaños de doña Sofía parecen impensables.
Tampoco parece que la infanta Cristina planee abandonar su retiro suizo para instalarse de nuevo en España. Según informaba Vanitatis recientemente, la hermana de Felipe VI se ha trasladado desde el centro de Ginebra a una nueva residencia en otro barrio de la ciudad, una mudanza que parece descartar el rumor de que planeaba regresar a España o empezar una nueva vida en Lisboa. En esa nueva casa, la infanta convive con sus hijos pequeños, Miguel e Irene, aunque parece ser que los mayores, Juan y Pablo,que ya viven fuera del hogar familiar, volvieron junto a su madre antes del confinamiento. Al final, no todo son penas.
Fuente: Leer Artículo Completo