Hablar con Irene Villa es como meterte un chute de energía y vitalidad en vena, un canto a la vida. Una actitud con la que ha combatido los momentos más duros, los miedos, la angustia y el dolor, de los que ha salido siempre victoriosa, gracias a la ayuda de su madre, que como ella sufrió un terrible atentado de ETA, que cambió sus vidas y les obligó a mirar hacia adelante… Es la razón por la que he querido charlar con ella, para que nos oriente a controlar nuestras emociones más negativas en momentos de desconcierto como los que vive la sociedad española.
Madre de tres chicos, Irene da los últimos toques a su próximo libro, que presentará en octubre, y en el que aborda sentimientos y actitudes sobre cómo tener una vida plena y feliz a pesar de las desgracias ylas dificultades.
Irene, ¿qué le diría a quienes han perdido a sus seres queridos?
Siempre pienso que tiene que haber un ‘para qué’ a todo lo que ocurre, por eso creo que lo primero es aceptar la nueva situación y retomar las riendas de nuestra vida. Se trata de transformar los sentimientos negativos en fuerza, valor y coraje, como una decisión consciente, con determinación y mucha paciencia.
¿Cómo se consigue eso?
Es primordial detectar las señales de alarma que nos llevarán al desánimo.
¿Lo más duro es no poder despedirse de ellos?
Eso está siendo durísimo. Saber que tu ser querido está completamente aislado en una UCI antes de irse en completa soledad, es francamente doloroso. Sin embargo, yo me quedo con el sentimiento de que por fin está en un lugar mejor.
¿Conoce a alguien que haya pasado por esa experiencia?
Ha sido muy duro perder al marido de mi prima después de muchos días en la UCI luchando con todas sus fuerzas por sobrevivir. Finalmente, no pudo ser. Lo que más me dolió es no haber podido abrazarla, que también ha tenido que estar mucho tiempo aislada y sola en su dolor.
¿Cómo agradecer a los sanitarios su dedicación?
La mejor forma de agradecerles es velando por su seguridad: protegiéndoles más de lo que les hemos protegido.
¿Qué opina que a los sanitarios se les haya concedido el Premio Princesa de Asturias por su labor con el COVID-19?
Han sido los verdaderos héroes en esta pesadilla y no han desfallecido pese a jornadas maratonianas y, lo que es peor, tener que ver cómo las personas se les morían sin poder hacer nada para evitarlo.
¿Quién podía imaginar que un virus paralizaría el mundo?
Ningún país está preparado para frenar una pandemia. Fue muy duro que faltase lo más elemental, protección, y que se contagiaran y contagiaran incluso a sus seres queridos.
¿Cómo han vivido sus hijos el confinamiento?
Los niños tienen la mágica habilidad de adaptarse a lo que hay y de vivir el presente, por lo que ni se han preocupado ni angustiado por no poder salir a la calle.
¿Qué explicación les dio de que no podían salir de casa?
Aproveché para darles una de esas lecciones que la vida me ha dado: No hay luz sin sombras y cuánto más bravo está el mar, mejor hay que nadar; aunque existan obstáculos han de servirnos para potenciarnos y que los límites sólo los pone uno mismo.
Como psicóloga, ¿cómo se puede superar el miedo, la ansiedad?
Lo que me ha ayudado a superar mis miedos, ha sido enfrentarlos. Quien afronta adversidades es quien es capaz de descubrir su propia fuerza. Respecto a la ansiedad, el deporte es mágico. También se puede hacer algo más suave como estiramientos, pilates, yoga, respiración profunda y meditaciones guiadas.
Y usted, ¿qué lecciones ha sacado de esta pandemia?
Que el tiempo mejor invertido es el que paso con mis hijos. En nuestro caso, hemos conseguido ese gran objetivo que muchos padres y madres nos marcamos: afianzar vínculos familiares. Aunque el colegio es esencial y estoy deseando que puedan volver a las aulas.
¿Cómo consigue ser feliz cuando el mundo se derrumba a nuestro alrededor?
La felicidad tiene mucho que ver con el amor y la gratitud. Y mantenerlo es sólo responsabilidad nuestra. Nadie nos va a devolver lo perdido, pero nunca permitamos perder nuestra autoestima. Es la que nos dará ganas de salir fortalecidos, de reinventarnos, de endurecernos incluso, de asumir que no hay nada insuperable, porque ahí es donde encontraremos de nuevo la ilusión.
Hay quién dice que no aprenderemos nada de lo que ha pasado.
La mayoría es consciente de que el cambio de esta crisis es en muchos sentidos. Desde la forma de trabajar, hasta la forma de relacionarnos. La principal lección es que el individualismo ya no es una opción.
¿Le preocupa el mundo que se van a encontrar sus hijos?
Más bien me preocupa cómo gestionen ellos la nueva realidad que se avecina y si serán capaces de superar todas las adversidades que tendrán que afrontar a lo largo de toda la vida.
Está saliendo lo mejor y lo peor del ser humano.
Si actuamos desde el ego, saldrá ese egoísmo feroz y el pánico, pero actuando desde el amor, donde somos conscientes de quiénes somos y la responsabilidad que está en nuestra mano, es cuando proliferan conductas como las que hemos visto, movidas por la solidaridad.
¿Son el ejemplo a seguir?
Sin duda, fue emocionante ver a personas que se prestaban a ayudar a familias con la logística del hogar o a ancianos para los cuidados y/o hacerles los recados… o fundaciones como la nuestra, que se volcó en la ayuda para la fabricación de material de protección para sanitarios.
Cada año hace parte del Camino de Santiago con grupos de personas con problemas físicos. ¿Qué le aporta esta experiencia?
Es mágico compartir las travesías con personas con discapacidad, especialmente el momento en el que entramos, cada uno con su específica adaptación. Lo organiza la Fundación También y, desde el año pasado, colabora la fundación Irene Villa de la que es directora mi hermana Virginia.
¿Cuál es su cometido?
Consigue becas para niños con discapacidad y voluntarios, de forma que el viaje resulta emocionante de principio a fin. Increíble ver cómo utilizan las bicicletas y triciclos adaptados, los tándems, las sillas todo terreno con una sola rueda y dos voluntarios: uno delante y otro detrás, para que la persona con la más severa discapacidad no se perdiera esta inolvidable experiencia.
¿De cuántos kilómetros estamos hablando?
De 40 kilómetros, que hicimos a lo largo de cinco etapas desde Palas de Rey hasta la Plaza del Obradoiro, pasando por el emotivo “Monte do gozo”.
¿Querer es poder?
Por supuesto, y precisamente el deporte corrobora que somos capaces de seguir avanzando en la conquista por una mejor calidad de vida.
Siempre me hago la misma pregunta, ¿de dónde saca Irene la energía?
¡De mi madre! Siempre decía: «Me da igual lo que seáis, lo importante es que seáis felices». Y así ha conseguido que tanto mi hermana como yo cumplamos esos requisitos que requiere la felicidad: no dejar nunca de crecer interiormente, ser capaz de vivir la vida con sentido y valorar lo que se tiene.
En los momentos duros, ¿a qué se aferra, a la religión…?
La esperanza es la que te mueve hacia delante, también tener confianza en uno mismo y en el futuro. Y, por supuesto, que ¡la fe mueve montañas!
Decía Lucía Bosé que a todos nos protege un ángel.
Por supuesto, con su ayuda somos capaces de llegar mucho más lejos de lo que creemos.
¿Lo cree de verdad?
Firmemente: mi abuelo Andrés y mi tío Carlos han conseguido verdaderos milagros en mi vida.
¿De qué le ha salvado la maternidad?
Seguramente tendría una vida menos entretenida, ya que con los tres torbellinos que tengo de hijos, no sé lo que es el aburrimiento.
¿Y el amor?
Me ha salvado de todo, porque es mi motor. Gracias al amor, empezando por la autoestima, desaparecieron todas las barreras.
Insiste en que en los procesos de divorcio hay que buscar la mediación de un experto. ¿Para qué y por qué?
Para llegar a acuerdos justos, sin necesidad de pasar por discusiones que probablemente no llegan a buen puerto y porque es mucho mejor acabar bien con quien te ha hecho feliz.
Dicen que las parejas empiezan luchando por la custodia de los hijos y matándose por el equipo de música.
Conozco abogadas que me cuentan verdaderas batallas campales. Nosotros firmamos un mutuo acuerdo y custodia compartida. Creo que siempre hay que mirar por el bien de los hijos y ellos merecen tanto una madre como un padre.
¿Qué mata el amor, la monotonía?
La tumba del amor la relaciono más con los reproches. También cuando se acaba el amor… o aparecen diferentes maneras de ser o de mirar al futuro.
¿Qué debe tener el hombre del que se enamore?
Sencillez, amabilidad, sentido del humor… Que le guste el deporte y que se tome todo con serenidad, templanza y una gran sonrisa. Por pedir…
¿Qué ha heredado de su madre?
La parte de positivizar todo lo que ocurre la saqué, sin duda, de mi madre.
¿Y de su padre?
Bailar, disfrutar, ser demasiado espontánea. Mi padre es el mejor compañero de aventuras, quien me contagió su amor por la naturaleza, la acampada libre, los fuegos de campamentos…. quien me enseñó a coger culebras y renacuajos para luego volver a soltarlos en el agua…
¿Cómo es la relación con su hermana?
Hace poco hacíamos un directo en Instagram para contar en lo que estamos trabajando y responder preguntas. Yo le decía que mi espinita fue que ella no lograra perdonar, como lo hicimos mi madre y yo, porque eso le habría ahorrado mucho sufrimiento y me respondió: «Que te digan que tienes que perdonar no es como que te digan que te pintes los labios de rojo». Me pareció muy gráfica su comparación.
Es comprensible, ella como toda su familia han sufrido mucho.
Por suerte, trabajar en proyectos para personas con cualquier tipo de discapacidad le dio un nuevo sentido a su vida y supongo que también a su dolor. Ojalá así pueda por fin cerrar el círculo.
Forma parte de la Fundación También. ¿Cuáles son sus cometidos?
¡Competir en esquí adaptado! Su creadora, Teresa Silva, nos dijo: «No hay en España categoría femenina, porque no hay suficientes mujeres que compitan, así que tenemos que abrir ese camino a futuras promesas». Y creó el primer equipo femenino del mundo de esquí y snowboard de la Fundación También.
Da charlas y conferencias. ¿Qué problemas ocupan a la gente?
Recuperar la ilusión en medio de la adversidad. Y yo siempre digo que el fracaso enseña lo que el éxito oculta. Mientras el éxito alimenta el ego, caerse te enseña a vivir el aquí y el ahora, a no rendirte y a ser humilde. Así que, no tiene sentido tener miedo al fracaso o la adversidad porque ahí es donde realmente aprendemos y sirve para tener más herramientas que no sabíamos ni que teníamos.
Foto favorita
«Me gusta esta foto porque estoy con mi hermana, Virginia, que es directora de la Fundación Irene Villa», cuenta.
¿Quién es Irene Villa?
Nació en Madrid el 21 de noviembre de 1978. Hija de la funcionaria de la dirección general de la Policía, María Jesús González y de Alfonso Villa. A los 12 años sufrió un atentado con un coche bomba en el madrileño barrio de Aluche. Perdió ambas piernas y tres dedos de una mano. Su madre perdió una pierna y el brazo.
Estudios Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid. Además, estudió Psicología y Humanidades.
Trayectoria Ha publicado varios libros: ‘Saber que se puede’; ‘Saber que se puede veinte años después’; ‘Nunca es demasiado tarde’; ‘El libroabrazo’, y ‘Como el sol para las flores’. Ha recibido numerosos premios: Niños de Europa; Príncipe de Asturias de la Concordia; Galardón de plata por su valor y coraje; Premio de la Fundación Miguel Ángel Blanco; Premio Starlite a la Fundación Irene Villa, entre otros. Colabora en La Cadena Cope, en ‘La Razón’, en ‘Yo Dona’ y en la Mañana de TVE.
Familia En 2011, se casó con Juan Pablo Lauro. Son padres de tres niños: Carlos, Pablo y Eric. Se separaron en 2018.
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