Dicen que los olores son nuestra memoria, pero en el caso de los perfumes esta afirmación se queda corta. En forma de largometrajes o cortos (según seas de fiel a los aromas), las fragancias narran la historia de nuestras vidas. El primer amor, el último desamor, ese baile abrazados en la fiesta de fin de curso, un sitio al que siempre desearás volver o el olor de alguien a quien quieres o admiras.
Mi infancia está escrita por colonias como Chispas, Nenuco o Heno de Pravia, que mi abuela solía rociar en las sábanas recién planchadas. La adolescencia -y el fenómeno fan- la firman otras como Don Algodón o Beverly Hills 90210 (¿eras más de Brandon o de Dylan?). Pero si pienso en el primer perfume de mujer que utilicé el ÚNICO que me viene a la cabeza es Eau de Rochas, el perfume de mi madre.
No sé si el gusto por los aromas también se hereda, pero desde luego hay algo que se transmite de generación en generación. Si repaso mentalmente los perfumes que adornaban el tocador de mi madre todos tenían una base fresca, ya fuesen cítricos o florales, siempre eran sutiles y nada embriagadores. Quizá esta sea la razón por la que mi currículo olfativo está repleto de este tipo de fragancias: CK One de Calvin Klein, Light Blue de Dolce & Gabbana, Neroli Portofino de Tom Ford y más recientemente Trèfle Pur de Atelier Cologne o Paris-Deauville de Chanel.
Sin embargo, hay un perfume al que regreso cada verano y que me resisto a dejar de usar, como esos vaqueros viejos y rotos que todas guardamos en el armario y de los que no puedes deshacerte porque sabes que no encontrarás otros que te sienten igual. Es destapar su frasco y volver al momento en que le ‘robé’ el perfume a mi madre, volver al aroma que desprendían todas sus prendas cuando abría las puertas de su armario para probarme su ropa a escondidas. Y no soy la única. Eau de Rochas fue también el perfume de la madre de mi amiga Alicia, y también atesora un millón de recuerdos para ella.
©Cortesía de Rochas
Perfume Eau de Rochas COMPRAR
Esa es precisamente la magia de esta fragancia icónica: enamorar a mujeres de todas las generaciones. Por eso no es de extrañar que durante los 50 años que Eau de Rochas lleva a la venta haya estado siempre entre el top cinco de los perfumes más vendidos en España. Creado por una mujer, Helène de Rochas, esposa del creador de la marca, Marcel Rochas, fue el primer agua de colonia dedicado a las mujeres. La premisa de Hélène era clara: quería recrear “el frescor de un río a comienzos de primavera, la chispeante mezcla de cítricos y el aroma de los campos en flor”.
¿El resultado? Una oleada chispeante de cítricos y verbena sobre la que emerge un ramillete de flores frescas: rosa, narciso y jazmín, y un fondo profundo y verde a base de musgo de encina, vetiver y mirra. Eau de Rochas es ese perfume para usar siempre sin miedo a cansarte pero también es una fragancia a la que siempre puedes regresar, como el abrazo de una madre.
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