La rutina de belleza que aprendimos de nuestras madres, la que forma parte de la cultura cosmética mediterránea, tiene muy claros sus pasos: limpieza, tónico, hidratante. Sin embargo, la creciente complejidad de las rutinas de belleza y el avance de las fórmulas nos ha convencido para ir abriendo ese tratamiento básico a nuevos pasos, especialmente los sérums con potentes ingredientes antiedad. Te proponemos ahora considerar un paso más, importado de la inteligentísima (pero muy exigente) cosmética ‘made in’ Corea. Requiere consistencia y tiempo, como casi todo lo que tiene que ver con el cuidado de la piel, pero creemos que merece la pena. Se trata de introducir una esencia en tu rito facial habitual, el cosmético básico que multiplicará el efecto ‘beauty’ de tus productos favoritos.
La esencia facial tiene que ser entendida como un producto que asiste a todos los demás, una especie de multiplicador del efecto del resto de fórmulas cosméticas. Además, tiene por sí mismo un poder valiosísimo, pues suele contar con ingredientes que penetran profundamente en la piel (de ahí su poderío para realzar los efectos de todo lo que utilices a continuación). Su función es la de preparar la piel para recibir los ingredientes más valiosos, de forma que no perdamos nada por el camino. Un papel vital, ¿verdad?
Una consideración más para que valores probar la esencial facial que mejor le vaya a tu complexión. Atenta a su utilización. Aunque la fórmula puede confundirse con el tónico, no tiene nada que ver. De hecho, para utilizar adecuadamente la esencia, debes extenderla sobre la piel limpia justo después del tónico y antes del sérum. De hecho, si ya inviertes en un buen sérum, es inteligente añadir una esencia para reforzar su efecto. Aplíca cinco o seis gotitas en distintas zonas del rostro y extiéndelas lo mínimo para que se absorban. Comprobarás que estos 20 segundos extra hacen maravillas en tu piel.
Fuente: Leer Artículo Completo