¿Está el futuro de la moda en derribar las etiquetas de género?

“Los niños visten de azul y las niñas, de rosa”. Un mantra que de puro repetido, hoy ya nos sabe a rancio. Y es que el segregacionismo estético que allá por mediados del siglo XX era el patrón de medida universal con el que se regía la ropa que podía llevar un hombre y la que debía llevar una mujer ha perdido toda su vigencia en favor de una absoluta liberalización. Aunque no se trata de una novedad -la fluidez de género es algo que lleva latente durante décadas- sí es cierto sin embargo que es ahora cuando el fenómeno empieza a aflorar a la superficie y circular de forma más popular y convencional.

“Yo creo que el llamado gender fluid no es un discurso, sino una realidad. Quizá lo que se desvanezca sea el propio término, cuando esté completamente normalizado. La forma en la que cada uno se sienta es particular y no debemos encajarnos en reductos sociales simplemente por semejanza o descarte. Es muy positivo que todos podamos tener nuestra propia voz, y desde hace unos años estas realidades ‘no convencionales’ tienen mucha más atención mediática. Esto podrá ayudar a nuevas generaciones a ser libres, y eso es muy positivo. Quizá esta atención mediática venga dada precisamente gracias a las nuevas generaciones, que venimos empujando fuerte en este contexto sociocultural en el que parece que la tendencia en todo el mundo es retroceder en el tiempo en cuanto a derechos y libertades sociales”. Lo explicaba recientemente el diseñador Alejandro Palomo, quizás uno de los creadores patrios que mejor han sabido representar últimamente este discurso a golpe de patrones cargados de romanticismo y tejidos vaporosos que aunque ideados para hombre (y con cuyas propuestas desfila desde hace años en la semana de la moda masculina de París) han encontrado también un hueco en el armario femenino.

Fue precisamente en 2015 cuando los grandes almacenes londinenses Selfridges pusieron una pica en Flandes abriendo Agender, una tienda pop up cuya ambición era crear un espacio en el que hombres y mujeres pudieran comprar ropa fuera de la clásica etiqueta de distinción de género, poniendo a su disposición prendas que encajaran con una estética individualizada y que huyeran de los códigos binarios. “Resultó un concepto muy revolucionario para unos grandes almacenes”, declara Faye Toogood, la creadora encargada de diseñar el espacio. “Nuestra intención era la de derribar esas fronteras. Se ha producido un cambio sustancial en lo que se refiere a la ropa que hoy llevan hombres y mujeres. Los límites se han desdibujado y eso es una consecuencia que se aprecia a nivel social y político. Cuando me encontraba en pleno proceso de desarrollo del proyecto me di cuenta de que el asunto iba mucho más allá de crear un entorno en el que hombres y mujeres pudieran comprar ropa en una sola tienda. Ahora por fin somos conscientes de que los géneros no son binarios. Cada uno de nosotros somo un individuo y eso hace que el género sea algo fuido”, explica.

Un discurso muy similar es el que plantean desde H&M con el lanzamiento el próximo 24 de septiembre de su colección Studio O/I 2020, subtitulada como ‘Una oda a la individualidad de estilo y el gender fluid’. Desde la firma sueca afirman que la colección “está dirigida a aquellos que celebran ser uno mismo por encima de todo y no temen desafiar el status quo”.

La campaña con la que se ha presentado está protagonizada por la modelo y actriz estadounidense Barbie Ferreira, conocida por ser partidaria del movimiento body positivity; la cantante Celeste; la editora de moda y asidua de las instantáneas de street style Veronika Hilbrunner, o Young Emperors, la pareja profesional y sentimental formada por Nelson Tiberghien e Isabelle Chaput que desde su cuenta de Instagram se fotografían luciendo looks a juego entre ellos donde desafían las leyes de los géneros. Un elenco que habla sin duda de diversidad y ruptura de cánones.

Nelson Tiberghien e Isabelle Chaput, el dúo creativo Young Emperors, con prendas de la nueva colección Studio O/I 2020 de H&M.

Camisas de volantes, lentejuelas, pantalones de tiro alto y una sastrería inspirada en los años 70 y en la figura de David Bowie, uno de los pioneros de esta fusión estética, son los encargados de apuntalar esta colección de difícil clasificación pero que resulta tan atractiva como carismática. “Cada look desafía a quien lo lleva a celebrar lo femenino y lo masculino en su interior”, asegura Linda Wikell, diseñadora de la colección.

Que el mercado reciba esta impronta desde firmas de consumo masivo ya resulta un indicio claro de la dirección que la industria está decidida a tomar. Una filosofía que también comparten firmas de lujo como Stella McCartney por ejemplo. La diseñadora inglesa acaba de lanzar Shared, una cápsula unisex que explora la fluidez de género desde la óptica de las nuevas generaciones, a través de prendas hechas para compartir entre hombres y mujeres. Una celebración, según sus propias palabras, “de la individualidad, la diversidad y la positividad de los más jóvenes, capaces de generar los cambios sociales que tan necesarios son hoy”.

Como afirma MI Leggett, artista no-binaria y fundadora de la firma de ropa Official Rebrand, cuyas creaciones disocian las prendas de cualquier categoría genérica y las liberan de las limitaciones impuestas por las arbitrariedades sociales: “La gente está empezando a darse cuenta de que las normas son solo eso, normas, y que no tienen ningún sentido para hacernos sentir cómodos. Esto es solo el comienzo y con la llegada de nuevas mentes creativas con una identidad queer el mercado dará un vuelco. Se trata de nuestra vida, no de una simple tendencia”.

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