QUÉ HA PASADO
• Yulide se ve con Sarp.
• Seyfullah obliga a Ceyda a casarse con Peyami.
• Münir vigila a Sirin.
Hatice, Enver y Arif se reúnen con Bahar para darle una gran noticia: “Han encontrado una médula compatible”. Pero sus lágrimas de alegría pronto se convierten en amargura al descubrir la identidad del donante. “¿Por qué ella? Sirin es la persona que más odio en el mundo”, se lamenta la mujer. Agobiada, la madre de Nisan y Doruk sale a dar un paseo y Arif y Ceyda la acompañan. De hecho, son ellos quienes la hacen ver que no puede negarse al trasplante. “Mis hijos son lo primero y debo pensar en ellos para que no sufran. Por eso, me alegro de que la médula de esa psicópata sea compatible”, declara Bahar.
Hatice se extraña al ver que Mahir se preocupa por el estado de Sirin y va a la tienda para saber el motivo. “El otro día vino un hombre a la tienda buscando a Enver. En ese momento apareció Sirin y se quedo de piedra”, explica el joven. Arif localiza a Abas y no duda en amenazarlo para que le dé el dinero que le debe a Enver por las camisas que le confeccionó: “Si no la gente de Tarlabasi irá a por ti y no podrás pisar más este barrio”. Horas después, el sastre se pone feliz al recibir el pago.
Levent pone al corriente a Sirin de las últimas e importantesaveriguaciones que ha hecho: “Tenías razón, Sarp está vivo. Ahora se llama Alp Karahan y es miembro ejecutivo de la empresa Alzev”. Münir, el secuaz de Suat, los observa de cerca y no tarda en informar a su jefe de que Sirin ya está al tanto de que Sarp tiene una identidad falsa. “Es mejor que esto quede entre nosotros”, le pide Suat. Sin embargo, ya es demasiado tarde pues cuando Alp llega a Alzev recibe un sobre con una fotografía antigua de él.
Yeliz se sorprende cuando su exmarido llama para interesarse por sus hijos. “Ahora tiene trabajo y dice que los quiere ver”, comenta a sus amigas. Ceyda, por su parte, no ha podido evitar los planes de Seyfullah y ya tiene organizada su boda con Peyami dentro de una semana en un hotel en Sile. Como con el dinero de Umran no le da para comprar un vestido de novia que sea de su gusto, convence a Enver para que se lo confeccione.
Cuando el anciano llega a casa tras pasar una tarde de compras, Doruk se enfada al ver la telas y trata de tirarlas a la basura. Bahar decide entonces sincerarse con el pequeño: “Ceyda no va a casarse de verdad, pero es un secreto. No puedes decírselo a nadie”.
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Jale recuerda a Hatice que debe hablar cuanto antes con Sirin sobre el trasplante de médula. Por eso, esa misma noche organiza una copiosa cena e invita a Levent para que la joven se sienta en confianza. “Tú puedes ser la donante. Harás eso por tu hermana, ¿verdad?”, pregunta la señora en un momento dado.
A pesar de la insistencia de Suat, Alp decide no viajar a Estados Unidos y quedarse una temporada en Estambul. Preocupado, el empresario telefonea a Piril: “Alp no tiene previsto reunirse contigo. Y hay algo peor: Sirin ya conoce que tiene una identidad falsa”. En el colegio, Jale se cruza con Bahar y le da una feliz noticia: “Sirin ha aceptado donar la médula”. De hecho poco después, esta acude al hospital para hacerse unos análisis.
Hatice va a visitar a Niyazi, su abogado, para pedirle que inicie el proceso de divorcio de Enver. A su regreso a casa, Sirin encuentra los papeles en el bolso de su madre y sufre una crisis nerviosa. “No voy a permitirlo. Por culpa de Bahar estamos en esta situación. Ojalá desapareciera de nuestras vidas para siempre”, asegura. Acto seguido, Sirin se dirige al parque y llama a Alzev para intentar hablar con Alp. “¡Bahar y los niños no están muertos!”, grita. Justo en ese momento, Münir aparece a su lado y le apunta con un arma.
Lejos de allí, Sarp ha descubierto que fue Levent quien dejó la foto en la compañía y vuelve al barrio para confrontar al joven. “Sirin, mi novia, está buscándote. Tiene que decirte algo muy importante”, se justifica este. Para ese entonces, la joven permanece encerrada en un sótano y observa en una pantalla de televisión todo lo que hacen Hatice y Enver. “Como ves, en cualquier momento podemos acabar con ellos. Depende de cómo te portes tú”, la amenaza Münir.
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