La misma fascinación que suscitaban las tiaras de las mujeres de la realeza hace más de dos siglos sigue presente hoy en día. Auténticas obras de arte de la joyería que coronaban sus cabezas y que hoy siguen siendo inspiración y merecen un destacado lugar en los museos que rinden culto al arte y la joyería. Obras de arte a las que está estrechamente ligada la firma francesa Chaumet.
Nació en 1870 y tras colaborar en la joyería de la reina María Antonieta, el fundador de la maison, Marie-Étienne Nitot, estableció su propia clientela aristócrata y se convirtió en el joyero oficial del Emperador Napoleón I. A las órdenes de la emperatriz Josephine después, y de la emperatriz María Luisa, Chaumet se convirtió en una institución dentro del imperio, desempeñando ese papel fundamental en el estilo de las mujeres más elegantes y admiradas de la época.
Desde entonces, Chaumet no ha dejado de cautivar gracias a sus siempre espectaculares colecciones. Ejemplo de innovación y creatividad, cada uno de sus colecciones respira el savoir faire de una de las firmas joyeras más destacadas de la historia. La imaginación y la artesanía al servicio de joyas que forman parte de las colecciones más valiosas del mundo y de los libros de Historia.
Las grandes historias muchas veces surgen de la manera más inesperada. Y así dio comienzo la relación entre Chaumet y Napoleón. El joyero parisino Marie-Étienne Nitot trabajaba como empleado en formación de Aubert, el joyero de la reina María Antonieta y Napoleón Bonaparte. Nitot atrapó el caballo del emperador en un intento de huida de este y, Napoléon, como agradecimiento, le nombró joyero oficial del Imperio.
En 1802, produjo la espada del Cónsul, una pieza de diamantes de 140 quilates que se puede admirar en el Museo del Louvre. Dos años después, diseñó la espada imperial, y las joyas de la
consagración del Emperador y la coronación de Joséphine, símbolo de esplendor y poder.
De aquella época data también el símbolo que ha acompañado a Chaumet desde sus primeros pasos, la abeja. Ese era, precisamente, el símbolo preferido del Emperador y lo utilizó para decorar su capa. Chaumet lo adoptó como el principal emblema de la maison y, actualmente, es el motivo de la colección Attrape moi… Si tu m’aimes de Chaumet.
Si algo define la historia de Chaumet es haber sido capaz de innovar en todos los capítulos que ha escrito. En el siglo XIX, Chaumet se alzó con el título de maestro del Romanticismo. Jean-Baptiste Fossin heredó la maison, e interpretó motivos de flores, frutas y follajes con connotaciones sentimentales con el visionario matrimonio entre piedras preciosas y esmaltes.
Fue en esa época cuando otras coronas se dejaron seducir por el gran talento del joyero tales como la duquesa de Berry, la familia de Louis-Philippe, Rey de Francia, Eugenia de Montijo… La reina Victoria también fue una ferviente admiradora y decidió hacer de Chaumet su joyero oficial. A la realeza se sumó también una nueva clientela compuesta por pintores, escultores, actores y escritores como Honoré de Balzac.
Con el fin del siglo XIX, llegó a la maison el joyero Joseph Chaumet, que cedió su nombre a la firma y la convirtió en el nombre de referencia en el diseño y realización de coronas y tiaras.
Más de 2.000 tiaras se crearon para la aristocracia y familias reales. La tiara Colibri Aigrette de 1885 con rubíes y diamantes y la Tiara Bourbon Parma de 1919 producidas para la boda de Edwige
de Rochefoucauld con el Príncipe Sixtus de Bourbon Parma, demostrando así sus excepcionales técnicas.
El arte y la moda siempre han ido de la mano de la histórica firma joyera. A comienzos del siglo XX Chaumet basó su inspiración en las pinturas cubistas, los motivos del antiguo Egipto y el exotismo de Oriente que también influenciaron la moda de Francia en el 1930.
El joyero participó en la Exhibición de Arte Decorativo en París en 1925 y se convirtió en el maestro que lideró el estilo conocido como Arte Déco.
El taller parisino del número 12 de la Place Vendôme es el lugar donde se siguen fraguando las joyas más especiales, todas ellas unidas por el arte del lenguaje sentimental a lo largo del hilo del tiempo, la característica que define el ADN de Chaumet.
Cada colección tiene un mensaje oculto que hacer llegar al mundo. Attrape-moi… si tu m’aimes evoca la seducción, a través del naturalismo, del amor secreto entre una abeja y una araña.
Le Grand Frisson es la expresión abstracta del amor a primera vista, un auténtico castillo de fuegos artificiales de piedras preciosas. Liens es símbolo unión, y Joséphine, la coronación del amor.
Un mensaje que muchas veces está directamente inspirado en el mundo del arte. Es el caso de Perspectives, la nueva colección de alta joyería vinculada al mundo de la arquitectura, fuente inagotable de inspiración de Chaumet.
Palmetas y meandros, pergaminos y rosetas, frisos y encajes han adornado constantemente las creaciones históricas de la maison. Esta nueva colección homenajea a los grandes movimientos de la arquitectura a través de los siglos: desde el Renacimiento italiano hasta el deconstructivismo contemporáneo, pasando por el constructivismo ruso, la Bauhaus y el futurismo italiano, cada conjunto ofrece una visión singular de ellos y de las construcciones de las que están compuestos.
En ella se han empleado técnicas innovadoras como el fil couteau, que parece hacer desaparecer el metal para hacer resaltar las piedras. Y como la luz es un elemento fundamental de la arquitectura, el oro pulido, calado, grabado… capta la luz y magnifica las piedras.
Cada joya comienza a cobrar vida sobre el papel, y el tesoro de Chaumet alcanza más de 65.000 dibujos. Cada uno de ellos constituye una obra de arte en sí mismo, ejemplares únicos realizados por los artistas joyeros de la Place Vendôme que reflejan la historia de Chaumet, su evolución creativa y su vinculación al arte desde muchas perspectivas distintas. Dibujos que son uno de los muchos tesoros que se hallan en el número 12 de la Place Vendôme.
Chaumet siempre ha ido de la mano del mundo del arte y de la cultura. Buen ejemplo de ello es la exposición Autrement que tuvo lugar el año pasado en París. La maison exploró el arte de las joyas a través de creaciones imbuidas en los caprichos de la moda y la fantasía. La exposición mostraba un diálogo sin precedentes entre el arte y la moda, la historia y las tendencias. La fotógrafa Julia Hetta realizó unas fotos inspiradas en pintores renacentistas y la prestigiosa Maison Lebrun se encargó del enmarcado.
En la parisina plaza Vendôme está el corazón y la esencia de Chaumet, un lugar único que resulta difícil describir. Allí están la boutique, el taller de alta joyería y de diseño y también las habitaciones históricas. En la primera planta está el Salón Chopin, monumento histórico desde 1927, en el que las columnas corintias se multiplican gracias al efecto de los espejos. Fue aquí donde Frédéric Chopin, compositor y pianista, compuso su última mazurca en 1849.
Aquí está el Salón de la Tiaras, con una colección única, y el Salon des Diadèmes, que ilustran su prestigioso pasado, y miles de acuarelas, dibujos, copias fotográficas, libros de contabilidad… que permiten hacerse una idea global de los logros de Chaumet a lo largo de la historia. Un espacio que se reinauguró en 2020 y que es una verdadera inmersión en su historia.
Chaumet sigue escribiendo las páginas más importantes de la joyería con sus nuevas colecciones, como Bee My Love, un homenaje al símbolo eterno de Chaumet. La abeja dorada era el símbolo del poder divino y eterno de Napoleón I y la casa joyera no ha dejado de crear todo tipo de joyas naturalistas con referencia a las abejas. Ahora, la colección Bee My Love se enriquece con nuevas creaciones de joyería preciosa marcadas por el refinamiento de los diamantes. Gráfico y lúdico, ofrece piezas modernas inspiradas en la abeja y en el patrón del panal. Anillos, pulseras, collares y pendientes realizadas en materiales nobles como el oro amarillo, rosa y blanco que dan cuenta de la delicadeza de cada una de las piezas que se fraguan en su taller.
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