La fascinación por la figura de Jacqueline Kennedy (o Jacqueline Onassis) nunca termina. Lo más parecido a una reina que ha tenido Estados Unidos en los últimos tiempos (no es casualidad que Melania Trump en la Casa Blanca se haya dedicado a destruir los vestigios de la primera dama) ha sido una mujer a menudo definida por sus maridos.
Llega la traducción al castellano de la biografía que aborda su faceta menos recordada, la de editora: ‘Leyendo a Jackie’ (Ediciones Camelot), de William Kuhn, novelista y biógrafo. Un repaso a sus últimos 20 años, quizá durante los que fue más ella misma, en librerías a partir del 21 de octubre.
«Durante la mayor parte del siglo XX, no era ‘cool’ que una chica americana fuera lista», escribe Kuhn en ‘Leyendo a Jackie’. Quizá por eso la inventora del ‘Camelot’ de JFK siempre ocultara su faceta más intelectual y su habilidad como escritora. A su lado más frívolo le adjudicamos los gastos astronómicos y excéntricos durante su matrimonio con Aristoteles Onassis de quien enviudó en 1975, y su batalla con su hija Cristina por la fortuna del magnate griego.
Poco después, en 1978 y de vuelta en Estados Unidos, Jackie decidió dedicarse a su pasión por la literatura y lo hizo por todo lo alto, como editora de una de las editoriales más prestigiosas de Estados Unidos: Doubleday. Una casa fundada a finales del siglo XIX para la que Kennedy / Onassis estuvo trabajando hasta su muerte en 1994.
Allí, su estatus de celebrity le llevó a acceder a proyectos de prestigio como una antología de Emily Dickinson o una colección de cuentos de Alexander Pushkin, las memorias del oscarizado compositor André Previn, un libro de jardinería de la Princesa Grace de Mónaco y otro firmado por la mítica editora de moda Diana Vreeland.
«Odiaba perder dinero»: Jackie como editora
Pero no todo podía ser alta cultura… «Odiaba perder dinero», asegura Steve Rubin, al frente de Doubleday durante los 80, en ‘Leyendo a Jackie’. La (al parecer) derrochadora viuda de Onassis no se tomaba su trabajo como una socialitée caprichosa… Necesitaba iniciativas menos apetecibles intelectualmente pero muy lucrativas. Y por eso aceptó encargarse de la publicación de ‘Moonwalk’, el libro de memorias de Michael Jackson.
«Fue un ejercicio de pura responsabilidad financiera», explica Bill Barry (ejercutivo de Doubleday) en ‘Leyendo a Jackie’, del que estaba seguro que «se arrepentiría». La ex primera dama tuvo que viajar hasta Neverland, el rancho del rey del pop, para hablar sobre el proyecto. Jackson, que llegó tarde. Quería que Jackie le escribiera el prólogo. Y así fue. De hecho, este texto fue el último que publicó en su vida.
Mientras un escritor fantasma redactaba las memorias del artista a partir de conversaciones con él, Jackson no desaprovechó la oportunidad de buscar complicidad con su editora. Insistía en llamarla a su casa de Martha’s Vineyard para quejarse de los sinsabores de la fama, algo que sentía en común con Jackie. Pero ella no estaba por la labor de compartir confesiones. De hecho, en más de una ocasión tuvo que ‘regañar’ a Jackson para lograr sacar el proyecto adelante.
Las celebridades que le dijeron no a Jackie Kennedy / Onassis
‘Moonwalk’ acabó publicándose en 1988, y se colocó de manera inmediata en el puesto número 1 de los más vendidos del New York Times. Para entonces Jackie ya tenía la cabeza en cosas más apetecibles, como el ensayo ‘El poder del mito’ de Joseph Campbell, un libro que fue 100% su idea (en España lo editó en 2017 Capitán Swing).
Michael Jackson fue una de las celebridades que Jackie consiguió a su editorial, pero otras tantas se le escaparon. El cineasta George Cukor, Frank Sinatra, Diana Ross y Oliver Stone fueron algunos de los que le dijeron no. Algunos sinsabores y muchas alegrías en la segunda vida de Jackie Kennedy / Onassis dedicada a su gran amor después de sus dos viudadades: la literatura.
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