El juez ha dictado una orden de alejamiento que impide a Ángela Dobrowolksi acercarse a menos de un kilómetro a Josep Maria Mainat y a los dos hijos de la pareja. La mujer del productor de televisión y exmiembro de La Trinca para quien la Ficalía había pedido prisión, permanece en libertad provisional con la obligación de comparecer periódicamente ante la Justicia. El titular del Juzgado de Instrucción número 32 de Barcelona le ha retirado el pasaporte y le prohíbe salir del país mientras la investigación continúa abierta tratando de averiguar si, como denunciaron los Mossos d’Escuadra, Dobrowolksi intentó matar a su marido el pasado mes de junio inyectándole insulina mientras Mainat, diabético, dormía.
Este domingo por la mañana, Mainat y su todavía mujer se han vuelto a ver las caras en la Ciudad de la Justicia de Barcelona donde ambos estaban citados ante la gran expectación mediática que ha suscitado el caso. A la historia de una supuesta tentativa de homicidio se han sumado otros episodios no menos rocambolescos como la aparición (en directo en Telecinco) de un escort, de nombre Gabriel, y su novia Alina, con los que la hispano-alemana supuestamente convivía en la casa familiar de Ángela y Mainat en el barrio barcelonés de Horta de la que se ha dicho habría convertido en un alojamiento para citas. En sus últimas declaraciones, Ángela, además, ha reconocido que no ha respetado nada en los últimos tiempos, “ni mi matrimonio ni el estado de alarma”.
Sobre las tres de la tarde ha finalizado esta primera vista del caso Mainat. El protagonista, que duda sobre el estado de salud mental de su mujer, ha dicho a los numerosos medios de comunicación que le esperaban a las puertas del juzgado que “no desearía por nada del mundo que Ángela entre en prisión” a pesar de tratarse de “un posible intento de asesinato”, por lo que ha pedido "seriedad" sobre el tratamiento de las informaciones.
Sin embargo, él mismo ha aligerado la gravedad de lo sucedido: “Espero que termine el friquismo en torno a mi vivienda”, algo por lo que, como reconoce, “estoy muy cabreado, pero no la odio”, ha asegurado en tono irónico. Ante los periodistas ha explicado sin entrar en demasiados detalles su visión de lo ocurrido. En enero la pareja decidió divorciarse pero no se ponía de acuerdo en las condiciones porque Ángela no aceptaba lo que Mainat le proponía. La llegada de la pandemia impidió la separación. Hasta que llegó el mes de junio y la conocida discursión que mantuvieraon el 22 de junio. Cuando Mainat se despertó aquella madrugada estaba “aturdido”, reconoce, y lo último que recuerda es que Ángela le estaba “poniendo inyecciones”.
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