La Infanta Elena realiza su mejor faena arropada por las figuras del toreo

El frío que, llegada la noche de este jueves, arreciaba las calles de la capital madrileña no sirvió de excusa para que los salones del hotel Wellington presentaran un cálido ambiente y un lleno de “no hay billetes”. Una multitud de toreros, aficionados y personalidades relacionadas con el mundo del toro se dieron cita para arropar a la infanta Elena. La hija más taurina del rey emérito recibía el calor de la afición en un sentido galardón por su indiscutible y fiel apoyo a la tauromaquia.

Se trataba de la segunda edición de “El Capote de las Artes”. Una velada que alcanzó su momento más álgido cuando su alteza real, de manos de toreros como José María Manzanares, Enrique Ponce, Finito de Córdoba, José Ortega Cano o Juan José Padilla, entre otros, recibió el trofeo: un capote que, durante la pasada feria de San Isidro, habían firmado los diestros que pasaron por las habitaciones del famoso hotel. Jaleada por el público, que asistía expectante como en las tardes de corrida, la hermana de Don Felipe sacó su lado más torero e incluso se atrevió a lanzar varios capotazos al viento, ante el aplauso unánime de los allí presentes. Fue la mejor faena de la Infanta, que después agradeció el homenaje con unas breves palabras.

Desde el 1952, el Wellington es santo y seña de la fiesta en Madrid. Innumerables son los matadores que han elegido sus paredes para celebrar uno de los ritos que más misterio y tradición aguardan: el vestirse de torero. Desde Curro Romero hasta Paco Camino, pasando por El Cordobés, Jaime Ostos y muchas figuras actuales del escalafón. El Wellington ha sido y es el punto de encuentro para la fiesta antes de partir hacia la plaza más importante del mundo: Las Ventas.

Ayer la familia propietaria del hotel, los Moratiel, ejercieron de anfitriones en la segunda entrega del premio con el que homenajean a destacadas personalidades que defienden la tauromaquia. La anterior edición recayó en manos del pintor Jesús Montes. Tras una copa de bienvenida en una coqueta sala, los invitados accedieron al gran salón donde discurrió la entrega del premio.

El encargado de dirigir el acto fue el empresario y productor teatral Enrique Cornejo, que tiró de artes escénicas para inmortalizar el histórico momento: una infanta aupada por una docena de maestros dando unos pases con el capote. Cornejo iniciaba su intervención con el recuerdo a don Juan Carlos. También se acordó del emérito Miguel Abellán. Tras su incursión en la política, el recién nombrado director del centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid agradecía desde el atril a la Infanta “su apoyo a los toros”. Mención especial también para “doña María de las Mercedes, origen de la afición que han heredado su hijo, el Rey Juan Carlos y su nieta, la Infanta Elena”, destacó el torero madrileño.

Antes, Cristina Moratiel, propietaria del hotel Wellington y ganadera del hierro de toros bravos Baltasar Ibán, también mencionó a los hijos de la infanta: Felipe y Victoria de Marichalar, muy habituales en las plazas de toros. “Doña Elena ha sabido transmitir los valores taurinos a sus hijos, el futuro está en los jóvenes”. Para concluir, fue la propia duquesa de Lugo la que quiso pronunciar unas palabras. “No hace falta decir que como gran aficionada que soy, es un honor recibir este capote y compartirlo con todos los aficionados”, señaló doña Elena antes de salir “por la puerta grande”, que daba lugar al cóctel de despedida.

Fue allí donde se formaron varios corrillos de aficionados, como en los exteriores de los tendidos cuando termina la corrida. Todos querían hacerse fotos con la gran protagonista, que departió amablemente con cada uno de los invitados e incluso participó en un divertido selfie con toreros como David Mora o Juan José Padilla.

Saludó la infanta a Modesto Álvarez, propietario de la empresa Santa Lucía, y a su mujer la ganadera Clotilde Calvo. Conversó animosamente con la televisiva Arantxa del Sol, que deslumbró del brazo de Finito de Córdoba. También se reencontró con el que fuera su secretario: Carlos García Revenga. Y recibió numerosas invitaciones para seguir yendo a las plazas de toros. Tras realizar su mejor faena, el comentario fue unánime: no hay duda de que la Infanta seguirá honrando las plazas de toros con su presencia durante muchos años ¡Viva la Infanta!

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