“Venga a la Casa Blanca. El presidente se está muriendo de ganas de verla. Enviará el Air Force One si hace falta”. Este fue el mensaje que Zsa Zsa Gabor recibió en los años 60 de parte de la secretaria de John Fitzgerald Kennedy. Al político siempre le había fascinado la legendaria actriz húngara. Naturalmente, Zsa Zsa se sintió tentada de acudir a la Casa Blanca ante aquella sugerente invitación. Por algo se había casado nueve veces y era considerada una de las mujeres más deseadas del mundo. Por su parte, JFK ha pasado a la historia como el presidente de Estados Unidos que mejor encarna el ideal americano, pero también como un hombre famoso por su actividad sexual -“me dan fuertes dolores de cabeza cuando no tengo relaciones durante tres días seguidos”- y por sus supuestas aventuras extramatrimoniales.
Gabor finalmente declinó esta propuesta indecente, según cuenta en sus memorias. “Yo no quería ser la otra mujer en la vida de nadie. Ni siquiera la del presidente de los Estados Unidos, porque siempre he preferido ser una esposa y no una querida”, desvela en Una vida no es suficiente.
Los affaires en la Casa Blanca son una cuestión histórica. Existen pocos mandatos impolutos de polémicas amorosas. El último presidente salpicado por asuntos de cama ha sido Donald Trump. El antecesor de Joe Biden reconoció haber pagado más de 100.000 euros para asegurar el silencio en los medios de comunicación de la actriz porno Stormy Daniels.Aunque sigue desmintiéndolo, Trump habría mantenido un encuentro sexual con ella cuando ya estaba casado con Melania Trump. A raíz de este pago, la justicia de EE UU investigó la financiación de su campaña electoral se realizó de forma irregular.
Antes que Trump, Bill Clinton protagonizó el escándalo del siglo con Monica Lewinski. Un desliz por el que ella se sintió acosada por los medios de comunicación de todo el mundo y que le marcó de por vida: durante años no pudo encontrar trabajo y pareja estable. Mucho antes, otros presidentes también protagonizaron infidelidades que, afortunadamente para su reputación, no obtuvieron el eco en los medios de comunicación de sus sucesores.
Los locos años 20
Warren G. Harding, presidente desde 1921 a 1923, estaba oficialmente casado con Florence Harding, pero ésta no era la única mujer de su vida. Tras su muerte, la secretaria Nan Britton publicó un libro en el que desvelaba que había tenido una hija fruto de una relación extramatrimonial mantenida a lo largo del tiempo. También daba detalles de la supuesta predilección del presidente por tener sexo en un armario de abrigos de la Casa Blanca. Algo parecido sucedió con Franklin D. Roosevelt, quien alternaba su matrimonio con su esposa, Eleanor, con Lucy Mercer, la secretaria de ésta. También se ha especulado con que Eisenhower había mantenido una relación paralela con la conductora de ambulancias Kay Summersby. Pero ninguno de ellos supera a John Fitzgerald Kennedy, quien durante su paso por la Casa Blanca tuvo hasta nueve supuestas amantes.
El lío Monroe
La infidelidad más publicitada fue la que, al parecer, mantuvo con Marilyn Monroe. La leyenda popular sostiene que el 19 de mayo de 1962, el día que el mayor mito sexual del siglo XX cantó Happy birthday to you al presidente en el Madison Square Garden de Nueva York, habían hecho el amor unas horas antes. Otro escándalo fue el que vivió junto a Judith Campbell Exner, una “explosiva morena”, a la que el presidente conoció gracias a Frank Sinatra.
Fue en 1960, cuando JFK todavía era un senador que luchaba por ganar la nominación demócrata en la Convención de Los Ángeles. En febrero de ese año comenzaron un idilio que duraría mucho tiempo. En 1977, Exner escribió unas memorias que revolucionaron al país. Durante su affaire con el presidente, mantuvo una relación simultánea conSam Giancana, jefe de la Mafia de Chicago. También fue sonado el caso de Ellen Rometsch, una prostituta de 27 años que se temió que fuese una espía de Alemania oriental. Durante la primavera y verano del 63 Ellen asistió a fiestas en la Casa Blanca, se bañó desnuda en la piscina y se acostó varias veces con el presidente. No fue la única conquista.
También destacan Pamela Turnure, responsable de prensa de su esposa; Mimi Beardsley, una secretaria de la Casa Blanca, la aristócrata sueca Gunilla von Post o Priscilla Wear y Jill Cowan, ambas trabajadoras de la Casa Blanca. Marlene Dietrich también confirmó haber estado en la cama con Kennedy. Por el contrario, Zsa Zsa Gabor prefirió pasar a la historia por haberle dicho no al presidente.
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