Me hice amiga, durante el confinamiento, de mi vecino de enfrente, superbritish y estirado, que tenía en el balcónuna pierna de esas de mercería a la que iba cambiando el calcetín según estuviera su ánimo. Bueno, pues llegó el otro día a casa con la cara desencajada: “Nada, dear!, que tengo unagotera justo encima del clóset, donde los trajes de Savile y lascamisas de Jermyn, ¿sabes?”. ¡Que si lo sé! Y como no sé quécontestarle, decido abrazarlo aunque me salte con ello todaslas normas estatales.
Y es que, con las pasadas nieves, las casas no paran de darnos disgustos. Ahora le ha tocado a él, a my friend preferido, que se había retirado a pandemiar a un pueblito de Salamanca dejando su penthouse de soltero caprichoso debidamente cerrado y enfundado. Pero mira por dónde ha tenido que regresar precipitadamente tras el bocinazo de alarma del portero por el contenido del vestidor y del armario de laropa blanca. Y es que no me imagino nada peor.
Su armario se merece un capítulo entero en las páginasde Tatler y en las nuestras, por supuesto, pero otro día. Estavez hablaré de su ropa, toda ella marcada comme il faut,porque, y esto es importante, ¡ojo con venirse arriba y ponercualquier cosa en las camisas!, que no se puede bordar unafrase de autoayuda en el pectoral izquierdo porque estarássencillamente acabado.
Cuentan que la manía de marcar con iniciales camisas ypañuelos nació antiguamente en familias numerosas comoelemento identificador de la ropa, pues la colada se hacía fuera de casa, y de ahí pasó a símbolo de distinción y elegancia. Las iniciales deben corresponder a tu nombre y apellidos e ir siempre en mayúsuclas, en grupos de dos (o de tres como mucho) y su altura no debe de ser mayor de seis milímetros. En cuanto a los trajes, cuidadín, que no se bordan jamás (no vaya a ser que alguno se ponga creativo), pero sí se identifican con el nombre, fecha y sastre en el borde interior del bolsillo interno derecho de la chaqueta. La ropa de casa es otro cantar. Tradicionalmente, las familias preparaban el ajuar que la futura novia llevaría a su nuevo hogar. Durante meses de se reunían por las tardes a cortar o bordar manteles, ropa de cama, camisones, batas… en ls qe la más habilidosa bordaba las iniciales de la futura pareja.
Los monogramas (esas iniciales enlazadas) aquí tienen susitio oficial: sobre las servilletas deben colocarse en la esquinao en el centro; en los manteles cuadrados deben ir en una esquina; y en los largos deben ir en el centro de cada lado largo. En la ropa de cama deben ser visibles en el centro del embozo; y en las almohadas en un lateral. Las toallas de baño,por su parte, tienen que llevar el monograma en el centro paraque el bordado se aprecie cuando se cuelgan.
Hay muchas más normas, pero si nosotros somos maniáticos con este tema, ni les cuento fuera de España con lo del middle name. Eso por no hablar de las iniciales matrimoniales, del precio por letra y de lo carísimo que te puede salir un divorcio, que todo hay que decirlo, pues además de la pasta que cuesta dejar de ser la señora de X encima te deja inservible el ajuar.Vamos, que ya lo decía Pantaleón, aquel mono decorador, en su inmejorable blog: “Creo que las sábanas bordadas hacen más por la indisolubilidad del vínculo que cualquier terapia de pareja”. Que lo sepan.
Y un aviso: aunque usted sea supermonárquico o fan delBurger King, si no es conde o duque, ni se le ocurra ponerseuna corona en la camisa.
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