Su alteza real el príncipe Nicolás de Grecia y Dinamarca siempre se ha sentido atraído por el mundo natural y ahora explora la conexión entre el hombre y la naturaleza en su nueva y evocadora instalación, Together (juntos, en español), actualmente expuesta como parte de la Bienal de Diseño de Londres 2021 en Somerset House.
Desde su creación en 2016, esta bienal ha reunido a algunos de los diseñadores, creadores e instituciones culturales más interesantes de todo el mundo y ha puesto de relieve obras que "demuestran la ambición de crear soluciones universales a problemas que nos conciernen a todos". El tema de la edición de 2021, "Resonancia", que se celebrará en Somerset House del 1 al 27 de junio, propone explorar "el efecto dominó que los conceptos de diseño innovadores tienen en nuestra forma de vivir y en las decisiones que tomamos".
Entre la inspiradora selección de exposiciones hay delegados de todos los continentes. El aclamado fotógrafo príncipe Nicolás ha sido elegido para representar a su país natal en el Pabellón Griego, comisariado por Marilena Koutsoukou, su colaboradora desde hace años. Como el príncipe cuenta, este es un momento decisivo en su carrera: “Es un privilegio formar parte de la bienal, me siento muy orgulloso de estar ahí… Sobre todo cuando ves al resto de expositores y el maravilloso trabajo que han hecho”.
El príncipe Nicolás nació en 1969 en Roma, ciudad a la que se habían mudado dos años antes sus padres, el rey Constantino II (último rey de Grecia) y la reina Ana María. Tiempo después, cuando él era un niño, la familia se trasladó a Londres y allí vivió hasta el final de su adolescencia. Luego se mudó a Estados Unidos, donde estudió Relaciones Internacionales en la Universidad de Brown. Durante sus años de estudiante se tomó un año sabático para alistarse en la Ejército británico, donde sirvió como teniente segundo en los Royal Scots Dragoon Guards. Tras graduarse en 1993, Nicolás se dedicó a la producción televisiva y trabajó en Nueva York para Fox News, luego comenzó una carrera en opciones de cambio de divisas con NatWest Markets y después trabajó en la empresa familiar de su padre. Hoy vive en Atenas con su mujer, la princesa Tatiana, con quien se casó en 2010, y sigue involucrado en negocios de consultoría además dededicarse a la fotografía profesional desde el año 2013.
Con un tono de voz suave y un aire de tranquila dignidad, Nicolás se muestra pensativo y ponderado al reflexionar sobre su trayectoria como fotógrafo. Sin embargo, su pasión por su trabajo es palpable y su entusiasmo es contagioso cuando explica la génesis de su último proyecto. El príncipe expuso su obra por primera vez al público en Christie’s, Londres, en 2015; “Mi primera exposición –recuerda–. Ahora he cerrado el círculo”. Su debut en solitario, ‘Phos: A Journey of Litght’, tuvo lugar en el Museo Helénico de Melbourne en 2018, y desde entonces ha expuesto en ciudades de todo el mundo, desde Copenhague hasta Atenas, pasando por Doha. “He estado tomando fotografías la mayor parte de mi vida, desde pequeño –dice–. Aunque solía hacer retratos. Solo cuando empecé a fotografiar paisajes y naturaleza me di cuenta de lo mucho que me hablan. Siempre he vivido en ciudades, aún lo hago, y continuamente he anhelado salir de la urbe a cualquier lugar posible para respirar. Me encantan los grandes espacios abiertos, el desierto, el Ártico, me fascina todo lo que tenga un horizonte infinito, como nuestros preciosos mares en Grecia”.
Si bien las fotografías son el soporte principal del trabajo de Nicolás, el príncipe utiliza instalaciones específicas para realzar la naturaleza transportable de sus imágenes. Así lo explica: “En mis muestras intento ofrecer una experiencia inmersiva. La idea es que la gente entre y solo se centre en las fotos, en nada más”. A la hora de crear Together, la obra que se expone en la bienal, escogió montarla en “una sala oscura, en la que solo se ilumina el arte”. En este espacio, que parece aún más cavernoso en la oscuridad, una imagen iluminada de dos olivos a tamaño real domina una pared. El lienzo está retroiluminado, con la luz y la sombra de los nudosos y retorcidos árboles invertidos en negativo, de modo que los rincones más oscuros son los que más brillan, como si ardieran desde dentro. Frente a los árboles, en la pared opuesta, hay un gran espejo que pretende “reflejar no solo el arte, sino a uno mismo en él”. Así lo explica el príncipe: “Lo que quiero es que la gente deje de pensar sobre el lugar al que acaba de llegar o al que tiene planeado ir, y que permanezca en el presente, que sea consciente de dónde está y de cuál es el mensaje”.
Y ese mensaje es uno muy potente,ya que pone de relieve el tema de la bienal de 2021, ‘Resonancia’, al investigar cómo la vida humana resuena por el mundo natural y viceversa, sobre todo a la luz de cómo nuestra relación con la naturaleza se ha puesto de manifiesto por la crisis del coronavirus. Nicolás asegura: “Eres muy afortunada porque en Londres hay mucho verde alrededor… En una ciudad como Atenas hay menos árboles y menos parques. Pero lo interesante es que, durante la pandemia, cada vez que los trabajadores de primera línea tenían un descanso salían a buscar un trozo de hierba, un rincón verde, solo para reconectar con la naturaleza, porque es muy terapéutico”. Apunta que incluso “aquellos que estábamos confinados y encerrados en casa teníamos este anhelo de salir y respirar aire fresco de nuevo”, y explica desde su experiencia personal: “Soy muy afortunado de que, donde vivo en Grecia, tengo unas vistas preciosas y un balcón. Pero no es lo mismo que ir a sentarse debajo de un olivo o pasear por un bosque, cosa que hago de forma habitual… Así que era un deseo que todos teníamos”.
Los dos árboles que protagonizan la instalación, dice Nicolás, “están en una isla que me encanta, Milos… Son árboles silvestres que están solos, en su propia compañía”; lo que inspiró el nombre de la obra:Together. “Las raíces de un olivo pueden crecer casi igual que la copa, son como un espejo de ella, así que estos dos árboles realmente mantienen una conversación con sus raíces y sus ramas”. Además del espectáculo visual de los árboles, Nicolás viajó al campo griego para grabar el audio que acompañaría la pieza. “En la instalación puedes oír de fondo los sonidos nocturnos de un típico verano griego, incluyendo los grillos y un pequeño mochuelo, que con su trino está llamando a su pareja. Y lo encuentro un mensaje interesante, porque aquellos de nosotros que somos lo suficientemente afortunados como para tener pareja, o una esposa o un marido, tuvimos compañía durante el confinamiento. Pero los que no, no puedo imaginar lo difícil que fue para ellos. Así que aquí está ese anhelo de compañía y naturaleza, todo convertido en uno”.
Otra razón por la que escogió olivos es “porque son árboles muy resilientes”, dice Nicolás, y explica: “Hay una resilienciaen estos árboles como la hay en el pueblo griego. Hemos sufrido hambrunas, guerras, crisis financieras y recientemente la pandemia. Y aún estamos aquí, sobreviviendo, y haciendo mucho más que sobrevivir… Hay un mensaje optimista en todo ello. Algunos olivos pueden durar hasta 2.000 años y 2.500… Están aquí desde mucho antes que nosotros y continuarán estando mucho después de que nos hayamos ido… Han sido testigos de la historia, han sido testigos de tantas cosas, así que sería maravilloso poder escuchar lo que han visto”. Por eso, el príncipe reflexiona: “Tenemos que respetarlos y cuidarlos. No me refiero solo a cuidar los olivos, sino a la naturaleza en general”. De hecho, los olivos tienen un simbolismo potente porque “también dan algunos de los frutos y subproductos más terapéuticos y nutritivos, como el aceite de oliva, y lo han hechodurante siglos y milenios… Es solo un ejemplo muy conmovedor de por qué son tan importantes. Nos dan mucho, y no hace falta mucho para devolvérselo”.
En cuanto a si el hecho de poner en primer plano esta necesidad de honrar nuestra relación recíproca con el mundo natural es también un comentario sobre el cambio climático, el príncipe responde que, aunque el mensaje específico de Together “no es sobre la crisis climática en sí misma”, es algo que “debería estar en nuestras mentes”. Es una conciencia que alimenta y complementa el significado subyacente de la obra, que es, según Nicolás, “cuidar de la naturaleza, porque la naturaleza cuida de nosotros”. Y añade: “La razón por la que he escogido fotografiar la naturaleza es porque la naturaleza es la arista más bella que puedas encontrar. Y solo estoy capturando ese arte que nos proporciona. Solo soy el mensajero. Si esperas lo suficiente, si te concentras lo suficiente, encontrarás mucha belleza y arte en la naturaleza”.
Actuar como ese intermediario, sin embargo, no estuvo libre de complicaciones. “Me llevó un tiempo encontrar un momento del calendario Griego en el que no hubiera viento en Milos, una tarea nada fácil… Una pees muy terapéutico, lo más cerca que puedo estar de la meditación, porque miro a través de un visor y solo me centro en el sujeto, todo lo demás desaparece… y apago el teléfono, no quiero que me interrumpan, solo quiero estar allí. Podría pasar horas, pero parecen minutos”. Y continúa: “Es fantástico cuando sientes que has terminado, es casi como andar sobre las nubes. Porque has pasado mucho tiempo concentrándote en ese sujeto… Es muy catártico. Lleva mucho tiempo, pero realmente me encanta”.
A pesar de aparecer ante el espectador como una única escena, la imagen expuesta en Somerset House es, de hecho, según revela Nicolás, una composición digital de 18 imágenes en una. “Lo que hice fue enfocar muy de cerca diferentes partes del árbol, para unir todas estas fotografías y así crear esta gran imagen, que pude ampliar sin perder nitidez. Puedes ver cada pequeña hoja del olivo”. Después de un proceso tan largo, "ahora siento que tengo un vínculo muy estrecho con estos dos árboles y he llegado a conocerlos muy bien. Porque una vez que has terminado tienes que ir a trabajar en el ordenador para unirlo todo. Así que he pasado muchas horas con ellos, y ahora estoy pasando muchas más en el pabellón".
Tras venir a Londres (y pasar la cuarentena de rigor), para ver su obra completada, Nicolás ha podido experimentar en primera persona cómo el público está respondiendo a su trabajo. “Cada día… me quedo en el pabellón, pero está tan oscuro que apenas me ven. Así que es interesante observar las reacciones de la gente”. Relata que “la mayoría de las veces entran sin saber qué esperar, y de repente ves que se paran y se quedan mirando. Y así durante un rato, hasta que deciden sacar su cámara para hacerse una foto, o intercambiar opiniones e ideas con sus compañeros”. Dice haber visto parejas abrazadas bajo la inquietante luz de otro mundo y niños sentados en el suelo, mirando hacia arriba asombrados. “Así que creo que he conseguido el efecto deseado, que es: ‘pararse a pensar’. Y a veces, “la gente se da cuenta de que estoy ahí y viene a preguntarme algo, pensarán que soy un guardia de seguridad o tal vez caigan en la cuenta de que soy el artista… Es una interacción fantástica escuchar las diferentes opiniones de cada uno y sus sentimientos sobre la obra”.
Una vez que la bienal termine el próximo 27 de junio, Together cruzará el Atlántico “para ir Chicago”, explica el príncipe, “donde tendré mi próxima exhibición en solitario a finales de septiembre”. La próxima muestra “es un nuevo cuerpo de trabajo que se basa en una cita de un poeta griego muy famoso llamado Odysseas Elytis… “Si deconstruyes Grecia solo te quedará un olivo, una parra y un barco”. Lo que significa que con esas tres cosas puedes reconstruir Grecia. Creo que, de nuevo, esun momento conmovedor para esa cita. Así que voy a centrarme en esos aspectos. Y el olivo, por supuesto, es una parte muy importante de eso”.
Teniendo en cuenta el éxito de su instalación móvil en Somerset House, la próxima aventura del príncipe Nicolás promete ser otro emocionante destello cultural que esperar este verano.
**Artículo publicado en Tatler.com y traducido por Paula Peña. Acceda al original aquí.
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