Elon Musk ha presentado ante el público su versión de la camioneta del mañana, el Cybertruck de Tesla. "La capacidad de un pickup, las prestaciones de un deportivo". Hasta aquí todo bien, con un diseño que huele a synthpop retrofuturista y años ochenta. El problema vino cuando Musk empezó a presumir de la resistencia del vehículo: un superacero inoxidable capaz de resistir sin mella golpes con un bate de béisbol y… Unos "cristales blindados" indestructibles. En ese momento, un colaborador agarró una bola metálica y la lanzó contra el cristal del Cybertruck dejando una visible marca de impacto. Un segundo intento también dejó resquebrajada otra de las lunas. En directo, en un streaming ante el mundo. Un tremendo desastre que a Steve Jobs nunca le habría ocurrido. Aunque en realidad estuvo a punto de pasarle al fundador de Apple en la presentación de su mayor producto.
Por la parte de Tesla, está claro que algo ha salido mal. El "Cristal Tesla", presentado hace un año, se supone que puede resistirlo todo. "Le hemos lanzado de todo, hasta un lavabo", aseguraba Musk, tras soltar un sonoro taco y asegurar durante la presentación que "tenemos mucho por hacer". En la primera demostración -no pública-, hace un año, una bola metálica impulsada por un brazo mecánico no conseguía marcar el cristal. El departamento interno de la casa lleva años trabajando en este cristal irrompible, diseñado específicamente para la línea de vehículos de carga -Tesla tiene un prototipo funcional de un camión de transporte del que este Cybertruck es el primer derivado comercial-. Y, sin embargo, el resultado ha puesto en evidencia el lanzamiento de un producto que, con un precio de salida de entre 40.000y 60.000 dólares, estaba destinado a abrir horizontes en la casa de los deportivos eléctricos.
El vídeo de la presentación desapareció del canal de Youtube de Tesla en pocos segundos, en cuanto acabó la presentación en directo. Pero era demasiado tarde: los memes ya inundan la red. Y los más veteranos del mundo de los grandes eventos tech hemos recordado una de las viejas fábulas -reales- de Steve Jobs: el día que casi le pasa lo mismo en la presentación del iPhone original.
El primer iPhone, el producto que más ha definido nuestro mundo actual, fue presentado en público en enero de 2007. El dispositivo que Jobs sujetó entre sus manos no era el mismo que llegó al público. Aquel prototipo estaba cubierto por una pantalla de plástico de 3,5 pulgadas, no por el cristal que llegaría a manos de sus usuarios. Y a punto estuvo de costarle la presentación. Al día siguiente del evento, Jobs llamó al director operativo de Apple, Jeff Williams, para quejarse de que, sólo con tenerlo en el bolsillo, la pantalla de plástico había quedado llena de raspaduras y arañazos. Algo que, de haber sucedido en la presentación, habría deslucido el móvil que cambió todo.
Jobs exigió que la pantalla fuese de cristal inmune a los arañazos cuando el móvil llegase a las tiendas. "Es imposible", replicó Williams, señalando que faltaban tres o cuatro años para que existiese un cristal así. “No lo entiendes", replico Jobs, "cuando lo lancemos en junio tiene que ser de cristal. No sé cómo vamos a hacerlo pero tiene que tener una pantalla de cristal de aquí a junio". El cambio se anunció modificando la nota de prensa tan sólo una semana y media antes de que el móvil saliese a la venta. Jobs, implacable, azuzó tanto a los ingenieros de Apple como a los de Corning, una empresa de desarrollo de cristales que crearon para el iPhone, en tan sólo cinco meses, la primera versión del Gorilla Glass, uno de los elementos más habituales de cualquier móvil de gama alta.
Jobs, que llegó a rayar con sus llaves varios prototipos según se acercaba la fecha límite, marcando también la moral de sus empleados. No quería que los consumidores se encontrasen con un desastre para el que no habría margen de maniobra, el día que el iPhone saliese a la venta. Quizás no haya una moraleja sencilla, pero al menos Elon Musk tiene aún la posibilidad para salvar este desastre: Cybertruck no llega al mercado hasta 2021.
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