El 31 de octubre de 1982 una mujer permanece inerte sobre el césped de una bonita urbanización de West Hollywood. A su lado un hombre arrodillado grita "¡La he matado!". Podría ser una de las secuencias que cada cierto tiempo se graban en los estudios que se desperdigan por la ciudad, pero es la vida real, aunque la mujer que está perdiendo su vida es una actriz, una joven, emergente y prometedora actriz que aquella noche tenía en la cartelera una película que ya había sido vista por más de 70 millones de estadounidenses: Poltergeist. Se llama Domminique Dunne y unos días después, el 23 de noviembre cumplirá 23 años. Esa fiesta nunca se celebrará, su ex novio acaba de poner fin a su vida.
John Thomas Sweeney era el segundo cocinero de Ma Maison, un restaurante de moda en West Hollywood frecuentado por famosos como Jack Nicholson, Elton John, Ringo Starr o Marlon Brando y en el que sólo el esnobismo superaba la calidad de la comida. Dominique y él se habían conocido en una fiesta privada y no tardaron en descubrir que ambos tenían muchos puntos en común: ambos estaban despegando en sus respectivas carreras y los dos habían pasado una infancia complicada. El padre de John era un alcohólico que golpeaba a sus hijos y a su mujer hasta que se divorciaron. Los padres de Dominique también se habían divorciado cuando ella tenía 11 años y su madre, afectada de esclerosis múltiple, estaba en una residencia, incapaz de valerse por sí misma.
Pero sus entornos y su vida familiar eran muy distintos, John se mantenía alejado de su madre y sus hermanas mientras los Dunne eran una piña. El padre de Domminique, Dominick Dunne, escritor, guionista, productor y actor ocasional –si se aguza la vista se le puede encontrar como uno de los miembros del jurado en El intercambio– definió una vez a su familia como “los Kennedy de las ligas menores". Su hermano John Gregory Dunne era un escritor y guionista cotizado que había firmado entre otras el Ha nacido una estrella de Barbra Streisand junto a su mujer Joan Didion, una de las más respetadas autoras norteamericanas. Su hija Dominique era una estrella en ciernes que acababa de formar parte de una de las películas de moda y su hijo Griffin Dune había protagonizado Un hombre lobo americano en Londres y estaba a punto de trabajar con Martin Scorsese.Los Dunne eran brillantes, glamurosos y cultos y en sus fiestas las celebridades de Hollywood se codeaban con políticos e intelectuales, pero aunque su brillo no alcanzaba al de los Kennedy sus tragedias si tenían el mismo vuelo que las del clan presidencial.
Los problemas de Domminique y Sweeney no tardaron en llegar. Él era muy violento, celoso y posesivo e intentó apartarla de sus amigos y de los fans que empezaban a reconocerla. Pretendía que dejase la interpretación para consagrarse al él. Una noche tras una cena, un hombre que la había reconocido en el restaurante se acercó a ella para gritarle aquel ¿Qué está pasando? que ella aullaba en Poltergeist mientras los espíritus destrozaban su casa (porque los promotores habían cambiado las lápidas, pero no habían movido los cuerpos). No estaba tratando de ligar con ella, sólo era un fan ligeramente achispado y feliz por haber reconocido a una famosa, pero Sweeney lo cogió por el cuelloy lo zarandeo. Su hermano Alex, que presenció la escena, sintió miedo por ella. Los Dunne habían conocido a Sweeney hacía meses y todos habían pensado que no era la persona adecuada para su querida Domminique, pero nadie se había atrevido a verbalizarlo.
Primero fueron las escenas de celos y las discusiones, después llegarían los golpes. Tras una paliza en la que tuvo que escapar de él fugándose por la ventana del baño ella decidió romper la relación. Tan sólo cinco semanas antes de aquella noche fatídica él se había ido de casa y ella había cambiado las cerraduras. "Él no está enamorado de mí, papá, está obsesionado conmigo, me está volviendo loca", le dijo a su padre. Lo que no le contó a su padre fue la paliza que la había hecho tomar esa decisión. No era la primera, pero ella esperaba que fuese la última.
Su vida emocional estaba en el peor momento de su vida, pero la laboral no podía ser más esperanzadora. Aunque estaba predestinada a encaminar sus pasos hacia Hollywood, –su madrina era Maria Cooper, hija de Gary Cooper, y se había criado entre las faldas de estrellas como Nathalie Wood a la que adoraba– no se había tomado la interpretación en serio hasta los 19 años, pero desde entonces su ascenso había sido constante.Aparte del pelotazo de Poltergeist, que llevaba meses entre las películas más vistas, había aparecido en las series del momento: Lou Grant, Hart to Hart, “CHiPs , Fama y Canción Triste de Hill Street donde, triste paradoja, era una mujer maltratada, y acababa de firmar por una nueva serie que generaba grandes expectativas: V.
Dominique era Elizabeth, una adolescente embarazada de uno de los visitantes que daría a luz a una niña medio lagarto y medio humana destinada a salvar a la humanidad (y a descubrirnos que la palabra extraterrestre para paz era “pretenama”). Precisamente aquel fatídico 31 de octubre Dominique ensayaba su papel con otro joven actor de la serie, David Packer cuando Sweeney llamó a la puerta. Él fue el que llamó a la policía cuando vio a Sweeney arrodillado al lado de una inconsciente Domminique, también hizo un asegunda llamada al contestador de un amigo en el que dejó un mensaje desgarrador: "Si muero esta noche, fue John Sweeney".
Dominique fue trasladada a un hospital todavía con vida, pero ya en una situación de coma irreversible, provocado por la falta de oxígeno en el cerebro tras haber sido estrangulada durante cuatro minutos. Cuando sus padres la vieron con el pelo rapado, rodeada de tubos y con un tornillo en el cráneo para aliviar la presión cerebral apenas pudieron reconocerla. Su familia era consciente de que sobrevivir no era la mejor opción para ella, cinco días después el soporte vital fue desconectado. Si los Dunne respiraron aliviados pensando que ya había pasado lo peor, se equivocaron.
El funeral se celebró el 6 seis de noviembre en la Iglesia del Buen Pastor en Beverly Hills a las doce de la mañana. Estaba prevista a las once, pero el destino les había reservado una broma macabra: por un error burocrático la misa había sido programada a la vez que una boda. Mientras trataban de solucionar el embrollo avisando a los asistentes del cambio del horario uno de los curas exclamó: "Es incluso peor de lo que cree, señor Dunne, el novio de la boda es amigo del hombre que asesinó a su hija".
Para el padre de Domminique era incomprensible que aquel monstruo pudiese tener amigos, pero los tenía. Como Patrick Terrail, el dueño de Ma Maison y jefe de John Sweeney, que había hecho una declaración de apoyo total a su empleado al que ofreció la mejor ayuda legal posible.
El abogado defensor presentó a Sweeney como un hombre enamorado que se había dejado llevar por un arrebato, un pobre muchacho con una infancia trágica que había enloquecido por la pasión desbordada hacia una joven, rica y frívola que bebía demasiado y tal vez había abortado. ¿Había abortado? Nunca nadie pudo demostrar que hubiese sufrido ningún aborto, pero ese argumento se usó como si hubiese sido un detonante y como si pudiese justificar el asesinato de Domminique. La defensa quería hacer ver a Sweeney como un pobre muchacho que había sido engullido por las fauces de la corrupta Hollywood.
Dominique también había tenido una infancia trágica, sus dos hermanas menores habían fallecido días después de nacer por una enfermedad congénita, su tío se había suicidado, su madre tenía una enfermedad degenerativa y había visto a su padre arruinarse y sumergirse en las drogas, pero ella no sentía arrebatos asesinos, era amable, cariñosa y había convertido su hogar en un pequeño santuario de animales abandonados que incluía a un gato lobotomizado y un perro con las patas atrofiadas.
El abogado insistió en que Sweeney estaba lleno de remordimientos y estaba dispuesto a declararse culpable de homicidio involuntario, lo que conllevaba una pena de apenas siete años de cárcel. Según él, su arrepentimiento estaba claro, ni siquiera había huido de la escena del crimen. Para qué, ya había logrado su objetivo, ella nunca estaría con nadie más.
El juicio dejó a la luz el verdadero infierno que había vivido Domminique y superaba lo que su familia había intuido en sus visitas esporádicas. La joven había recibido tres palizas. Tras una de ellas grabó un capítulo de Canción Triste en Hill Street en el que no necesitó maquillaje para simular los golpes, sino para camuflarlos. Tras aquella paliza se refugió en casa de unos amigos que declararon en el juicio el nivel de devastación física y emocional en el que se encontraba. El actor Miguel Ferrer, uno de los amigos que había porteado su ataúd, declaró que Domminique le había contado entre sollozos que una vez Sweneey la había asfixiado mientras golpeaba su cabeza con el suelo.
Una de las amigas de Domminique leyó una carta dirigida a Sweneey que encontraron en su habitación y nunca había sido enviada:
"¿Por qué debes ser parte de todo lo que hago? ¿Por qué quieres venir a mis clases de equitación y mis clases de actuación? ¿Por qué estás celoso de cada compañero de trabajo que tengo? ¿Por qué debo contarte palabra por palabra todo lo que hablé con mi psicólogo? ¿Por qué debo hablarte de cada audición? ¿Por qué tenemos discusiones a las tres de la madrugada? ¿Por qué debes saber el nombre de cada persona con la que entro en contacto? Te vuelves loco por mis ensayos, insistes en ir a trabajar conmigo cuando te he dicho que me pone nervioso. Tu paranoia está desbordada … No me amas. Estás obsesionado conmigo. No soy la persona que crees que amas. Es alguien que has inventado en tu cabeza. Soy la persona que te hace enojar, con quien peleas. Todo esto me ha hecho darme cuenta de lo asustada que estoy de ti, y no me refiero solo físicamente. Tengo miedo de la próxima vez que tengas otro cambio de humor … Cuando somos buenos, somos geniales. Pero cuando somos malos, somos horrendos. Lo malo supera a lo bueno ". Era como si Domminique hablase desde la tumba, la sala enmudeció.
La exposición mediática provocó que saltase a la palestra otra mujer maltratada por Swenney, Lillian Pierce. Pierce declaró ante el juez que Sweenie la había golpeado e intentado estrangular al menos en 10 ocasiones y que había estado hospitalizada dos veces. Los golpes le habían roto la nariz, perforado el tímpano y colapsado un pulmón e incluso le había arrojado piedras cuando intentó escapar de él.
La declaración de Pierce provocó un ataque de ira de Sweeney que tuvo que ser esposado a la silla. El jurado no presenció el incidente, pero un reportero lo destacó en su cobertura del juicio yese mismo día se emitió una orden judicial para evitar que cualquier persona involucrada en el caso hablara con la prensa.
El juez desestimó la declaración de Pierce –según afirmó "el efecto perjudicial superaba el valor probatorio"–, tampoco aceptó los testimonios de los amigos y familiares de Domminique que consideraba "rumores" y eran inadmisibles como evidencia. El jurado nunca conoció los antecedentes violentos de Sweneey.
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Desde el principio los Dunne supieron que no contaban con las simpatias de un juez famoso por estar más preocupado por su propia apariencia que por lo que sucedía en la sala. Mientras algunos familiares de Domminique se habían resistido a ser fotografiados durante las vistas, él había insitido en que se viera su imagen e incluso se había probado distintos tipos de gafas para la ocasión.
Cuando un lloroso Sweneey subió al estrado negó todos los testimonios. Según él, a pesar de que ella había cambiado todas las cerraduras, iban a reconciliarse y a eso había ido esa noche. Tras su negativa "perdió los estribos": “Exploté", declaró en el estrado, "la maté. No pensé que la estrangulaba tanto, pero no sé, seguí estrangulándola." También afirmó que tras el ataque había entrado en la casa y había intentado suicidarse tragando dos botellas de píldoras. Nunca se pudo demostrar tal cosa.
En su alegato final su abogado afirmó que aquello no había sido un delito sino una tragedia que había afectado a dos familias, una tragedia provocada por el invento hollywoodiense del amor romántico.
Un jurado compuesto por nueve hombres y tres mujeres declaró a Sweenie culpable de homicidio involuntario. La sentencia máxima para los dos cargos era de seis años y medio, la mitad con buen comportamiento. Con el tiempo que ya había pasado en prisión a la espera del juicio, Sweeney estaría libre en dos años y medio.
La sentencia fue vista como un escándalo, el juez Burton S. Katz fue severamente amonestado desde todos los frentes y los miembros del jurado declararon que de haber conocido los antecedentes de Sweneey lo habrían declarado culpable de asesinato en prime grado. Pero ya era tarde. El asesino abandonó la sala rumbo a una prisión de seguridad media sabiendo que de alguna manera había salido impune.
"Supongo que nunca hay una satisfacción real que el sistema legal pueda brindar, pero este resultado fue un gran golpe, una bofetada para nuestra familia y para la memoria de Dominique", afirmó Griffin Dunne tras el juicio. Su padre fue más allá: "Por el resto de mi vida, cada vez que tenga oportunidad, voy a mencionar el nombre de este asesino: John Sweeney. Quizás la ley lo deje ir. No voy a dejarlo ir ".
Los Dunne estaban devastados, Sweneey recuperaría su vida en menos de cuatro años, las de ellos se habían resquebrajado para siempre. Lenny, la madre de Domminique, se convirtió en un portavoz de la Asociación de padres de niños asesinados. Cuando tan sólo 3 años, 7 meses y 27 días después de aquella noche, el asesino de su hija recuperó la libertad y encontró trabajo en un prestigioso restaurante de Santa Mónica toda la familia acudió a la puerta con pasquines en los que se leía: "Las manos que le están preparando la comida también mataron a Dominique Dunne". Fue despedido. Domminick Dunne que contó todos los pormenores del juicio en un artículo sobrecogedor y acabó especializándose en cubrir juicios controvertidos como los de O.J. Simpson y Von Bülow, juicios en los que la justicia se desvanece en favor del halo mediático y la fanfarria. Durante años contrató a un detective para seguir los pasos de Sweneey y alertar a sus parejas de sus antecedentes, hasta que fue denunciado por acoso por el propio Swenney que ahora vive bajo otra identidad.
El juez Katz abandonó su puesto y fue relegado a un tribunal de menores, “Si pudiera haberle dado 25 años, le habría dado 25. Si hubiera podido darle la vida, le habría dado la vida… Estoy de acuerdo con todos en lo que basándonos en su historial de violencia es peligroso para cualquier mujer ". Demasiado tarde.
Ma Maison, nunca se recuperó de la publicidad obtenida en el juicio, el apoyo cerrado de Terrail a Sweneey había provocado que las estrellas de Hollywood dejasen de asistir, cerró en 1985. V , que se convirtió en un éxito internacional, regrabó las secuencias de Domminique con otra actriz y su gran éxito Poltergeist empezó a forjar su leyenda de película maldita que alcanzaría su culmen cuatro años después con la extraña muerte de Heather O´Rourke, la pequeña Carol Anne.
El cuerpo de Domminique descansa en el mismo cementerio que el de su hermana en la ficción, a pocas lápidas también se encuentra su adorada Nathalie Wood cuya muerte supuso también un escándalo sin culpables.
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