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Nil Molinero nació hace 29 años en San Feliú de Llobregat, donde tiene todavía su casa, su familia y los amigos de siempre. Con solo cuatro añitos decidió que quería dedicarse a la música y ahora tiene por delante un futuro más que prometedor. Nil se enfrenta a la publicación de su segundo disco, ‘Un secreto al que gritar’, y acaba de anunciar una gira por grandes recintos, entre los que están el Palau Sant Jordi de Barcelona y el Wizink Center de Madrid. Su familia musical, como llama a sus seguidores, no para de crecer y él reconoce que se encuentra en una etapa pletórica.
¿Qué vamos a poder escuchar en tu nuevo trabajo?
Es un disco muy autobiográfico. La gente se va a encontrar con canciones que hablan de mí y de las situaciones que he vivido y me han emocionado. Creo que con este trabajo me van a poder conocer un poco más.
¿No te da miedo abrirte tanto?
Miedo no me da, pero sí un poco de vértigo. También creo que es inevitable, porque forma parte de la terapia de escribir. Y yo lo hago mucho, igual compongo una canción por semana. Para este disco tenía 50 donde elegir. Escribo por acto de supervivencia, no me cuesta. Es un canal para evadirte de muchas cosas. Al final es súper bonito ver cómo los que me escuchan comparten mis emociones.
Ahora, además, vas a tocar el disco en grandes recintos.
Sí, empezamos con la gira en el mes de marzo. Estamos súper felices, son campos de batalla muy heavys y queremos preparar unos shows increíbles.
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¿Tienes algún ritual antes de salir al escenario?
Sí, de hecho ya nos avisan una hora antes de salir para que nos vayamos preparando (risas). Nos cambiamos de ropa, nos ponemos en el papel y empezamos con los cánticos, percusión corporal y terminamos con nuestro grito de guerra. Para conseguir emocionar al público, mi banda y yo tenemos que estar totalmente conectados.
«Estoy donde estoy gracias a la gente que me sigue»
Llevas tres años viviendo un ascenso increíble, ¿cómo estás asimilando este subidón en tu carrera?
Estoy donde estoy gracias a la gente que me sigue y agradezco muchísimo que la familia musical crezca.
La pandemia te pilló en pleno ascenso.
Fue raro porque saqué mi primer disco y justo nos encerraron. Se cayeron todos los conciertos y para mi banda fue muy duro. Intenté avanzar dos meses de sueldos, pero llegó un momento en que ya no se podía hacer más. Lo pasamos muy mal. A nivel personal sí que fue una etapa bonita porque yo vivo solo y como no me soportaba encerrado me fui a vivir con mis padres. Me lo pasé muy bien, aprendí mucho, aunque a nivel creativo no pude hacer nada.
En Instagram también te muestras como un chico muy familiar. ¿Cómo llevan los tuyos tu éxito?
Al final cuando llego a mi casa todo sigue igual, tanto en mi familia como en mi grupo de amigos. Obviamente a todos les hace mucha ilusión, pero es verdad que tenemos muy claro que por dedicarme a la música no soy más que mi amigo que es bombero o mi amiga que se dedica a la enseñanza. Al final, todos nos escuchamos en la misma medida y eso me permite estar con los pies en la tierra.
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Cuéntame cómo empezaste en el mundo de la música.
Mi padre la lio cuando yo tenía cuatro años, me tocó la guitarra en el sofá de mi casa. Fueron cuatro acordes, pero me emocionaron mucho. Ahí ya pensé que yo quería hacer lo mismo, emocionar a la gente. Me apunté a clases de música, más tarde monté grupos y bandas con los amigos, subí versiones y ‘covers’ a Internet de canciones que me gustaban, empecé a tocar en bodas y comuniones, en garitos de mala muerte… Después ya me animé a escribir mis canciones y hasta hoy, que la familia musical sigue subiendo. ¡No puedo pedir más!
«Me encanta la montaña. Hacer escalada»
¿Y si no hubieran gustado tus canciones? ¿Qué hubiera pasado?
Mi plan b siempre ha sido mi estudio, donde podría dedicarme a grabar bandas sonoras o discos para otros artistas. Pero si hubiera tenido que elegir otra profesión que no tuviera nada que ver con la música, creo que habría sido monitor de deportes de aventura. Segurísimo.
¿Eres muy aventurero?
Me encanta la montaña. Cuando tengo oportunidad me escapo.
¿Qué es lo que más y lo que menos te gusta de la industria de la música?
Lo que más admiro es la comunión y el respeto que hay entre los demás artistas. No hay celos ni competitividad, por lo menos en mi entorno. Y lo más amargo, supongo que es estar lejos de los tuyos. Al final pasamos todo el mes fuera de casa y, cuando estás, casi no te da tiempo a nada.
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¿Qué te gusta hacer cuando no estás trabajando?
El poco tiempo que tengo me gusta dedicárselo a mi gente. Un café, una cerveza en el pueblo, en el bar de siempre… Poco más.
¿Algún hobby?
Hace tiempo que no lo hago, pero me gusta mucho escalar. Me voy a la montaña y siento una energía especial que es totalmente necesaria. También me pasa cuando estoy en el mar. Regresas a casa con las pilas cargadas.
¿Desconectas fácil de la música?
No, no puedes desconectar. Es una manera de vivir y vas con ella de la mano. Siempre estás pensando cosas para el show, para alguna canción… ¡Imposible!
«El amor está en todas partes. Es lo que mueve el mundo»
Con tanto trabajo, ¿te da tiempo para enamorarte?
Claro. El amor está en todas partes y es lo que mueve el mundo. Existe mucho amor en mí. Por lo pronto, por toda mi banda. Si no, sería imposible aguantar todas las horas que nos tiramos en la carretera.
¿Es compatible tu vida de ahora con formar una familia?
No lo sé, ahora estoy en debate conmigo mismo. De plantearme los esquemas que propone la sociedad… Estoy meditando eso, en lo de tener niños, pareja… En fin, ya te contaré cuando me aclare.
Texto: María Larrocha. Fotos: Beatriz Velasco. Estilismo: Isabel Dorado. Maquillaje y peluquería: Almudena Berdugo Pérez para Alegría Make Up. Agradecimientos: Hotel Indigo Madrid Gran Vía. Calle de Silva, 6, 28013. Madrid. Tel. 912 00 85 85.
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