Cuando hablamos de consumismo nos referimos a la tendencia de acumular cosas que no necesitamos en realidad como más abrigos, más zapatos, más bolsos, más maquillaje… te encanta comprarlos claro que sí, pero ¿te hacen falta? Marie Kondo ya ha dejado claro que deberías deshacerte de casi todo. Seguramente la mayoría de las cosas que compras no sean estrictamente necesarias para la supervivencia pero es verdad que adquirirlas produce cierto placer momentáneo y también que puede convertirse en un problema de acumulación que trae consigo consecuencias emocionales.
El papel de la publicidad
Generalmente la publicidad es la encargada, en un sistema capitalista como es el nuestro, de crear necesidades que realmente no existen haciendo creer a la gente que necesita consumir ciertos artículos o servicios, esto unido a las ‘vidas perfectas’ que pueden seguirse en las redes sociales hace que exista un exceso de compra para replicar ciertos modelos que se han idealizado. Pero ¡cuidado! Estas compras compulsivas pueden pasarte factura tanto al bolsillo como a nivel emocional.
Efectos en la salud
El estrés que supone recibir cada día tantísimos impactos publicitarios supone que se convierta en un elemento estresor que opera desde muchas plataformas para alcanzarte, la televisión, las revistas, las redes sociales, en las marquesinas del bus, en el metro, al navegar por internet… Estos anuncios te bombardean durante toda la jornada y pueden provocarte estrés, ansiedad y frustración.
Comprar más y más barato, comprar cosas que no te hacen falta, conseguir más dinero para comprar más cosas, volver a recibir estímulos publicitarios, las redes sociales… se vuelve un círculo vicioso que puede convertirse en una auténtica obsesión que lleva a la insatisfacción y a trastornos de personalidad como cambios de humor, tristeza, inseguridad, falta de confianza o depresión.
Cuando compras de forma compulsiva lo más probable es que las compras no te satisfagan aunque exista una cierta ilusión de mejora del estado de ánimo al comprar. Por ejemplo, una compra meditada ante una necesidad o una ilusión seguramente sea mucho más satisfactoria que las compras por impulsos por conseguir lo que se ve en redes sociales o por aprovechar descuentos de artículos que realmente no necesitas y una vez adquiridos tal vez ni llegues a estrenar.
Evita las compras compulsivas
De acuerdo, vivimos en una sociedad capitalista y de consumo pero puedes intentar controlar tu manera de comprar para evitar que afecte a tu estado de ánimo de manera negativa. Lo primero es ser consciente de tus necesidades reales y no de aquellas que la publicidad te está vendiendo. Antes de fundir tu tarjeta de crédito nada más cobrar pregúntate: ¿Qué necesito? ¿Realmente me hace feliz adquirir este artículo?
De nuevo las listas son tus mejores amigas, escribe lo que necesitas por temporada o en fechas señaladas e intenta no salirte de lo que has establecido, además de ayudarte a ahorrar, este gesto te va a dar una sensación de control sobre tus finanzas y tu forma de consumir que va a elevar tu estado de ánimo y a empoderarte.
Se acercan fechas de muchas compras, compra con consciencia y vive una vida más plena, más feliz y sin estar esclavizada por la adquisición de bienes.
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