Cuentan las películas, las revistas y las malas lenguas que las mujeres extraordinariamente bellas lo pasan muy mal al envejecer. Según dichos cuentos, sufren terriblemente al perder sus facciones tersas y lisas, pues han depositado en ellas su valía. Así se va construyendo la leyenda de las guapas tontas e infelices, incapaces de apreciarse más allá de su reflejo. Qué tontería, ¿verdad? Como si la hermosura impidiera tener una buena cabeza sobre los hombros, capaz de disfrutar de lo que cada etapa de la vida pone por delante. Solo hay que ver a Michelle Pfeiffer, 61 espléndidos años, despampanante en su última alfombra roja y en su perfil de Instagram, sin gota de maquillaje.
Para nosotras, este selfie a cara descubierta de Michelle Pfeiffer es, sin duda, el mejor del año. No porque «se atreva» a salir sin filtros ni correctores, pues no deja de tener un punto ridículo asumir que algo así pueda requerir valentía alguna. Lo que nos maravilla es su naturalidad inteligente, una que no busca la etiqueta #nomakeupselfie para anunciar una cara lavada, como si fuera esta una heroicidad. Bajo la foto, Pfeiffer cuenta que tiene ganas de ver a su famiila por Acción de gracias y sus facciones limpias derrochan sinceridad e intimidad. Sin hashtags que subrayen nada. De hecho, en su perfil de Instagram hay tantas fotos sin maquillaje como con él. Porque no llevar maquillaje es tan normal como llevarlo.
Sería un paso adelante para todas que las famosas pudieran dejarse ver con y sin maquillaje con la misma naturalidad que podemos hacerlo el resto de las mortales. Las etiquetas como #nomakeupselfie solo constatan lo excepcional de un gesto, no maquillarse, que no se vive con normalidad en algunas profesiones. Qué cosa más terrible, ¿verdad? Qué fantástico sería que todas pudieran hacer como Michelle Pfeiffer: mostrarse tan fabulosa con un maquillaje sensacional para la alfombra roja como con la cara lavada, el pelo despeinado y un jersey. Bravísima.
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