Relatos sexys que te inspiran

La plataforma especializada en encuentros extraconyugales para mujeres con unas funcionalidades propias, Gleeden, ha inspirado a cientos de personas a dejar salir sus fantasías más íntimas. Si quieres renovar tu vida amorosa, ¡déjate seducir por estas historias! Porque una vida sexual plena pasa por tener fantasías (si te apetece) y, en la medida en la que te sientes cómoda, intentar hacerlas realidad con quien tú quieras.

Amor, pasión, sexo… han sido los ingredientes principales de los más de 150 relatos eróticos recibidos en nuestra redacción. Muchas gracias a todos los lectores por su esfuerzo y su creatividad. Tras una reñida discusión entre el jurado por la alta calidad de los textos recibidos, finalmente el ganador es la persona con pseudónimo ‘Bombón de chocolate blanco’, con su relato Armando y yo; y finalista, el relato de ‘Alma Noir’, Dos mejor que uno… ¡Enhorabuena a todos los participantes!

Armando y yo: El relato ganador

Año 2069, ciudad metropolitana de Torrelodones.

Un día más de trabajo, un día más de llamadas interminables, de horas y horas sentada en la silla de mi despacho, dándole la forma de mi generoso culo.

Mi cuerpo y mi mente pedían a gritos el confortable abrazo del hogar.

Llegaba cansada del trabajo, con los pies doloridos y las piernas hinchadas. No me gustaban mis piernas. Era lo que menos me gustaba de mi anatomía. Siempre fui rellenita, curvy como dicen ahora o jamona como decían antes. Mis caderas rotundas, mi pecho abundante, mi mirada cautivadora, sabía que eran mis mejores armas. Yo no era gorda, eso lo tenía claro. Era una mujer con curvas, la talla no define a una mujer. No tenía complejos y sabía perfectamente que yo tenía mi público. Siempre he sido una mujer atractiva, de armas tomar, y puestos a ello, lo que quería lo tomaba.

– Armando, ya estoy aquí – dije al entrar en casa, anunciando mi llegada.

Armando apareció por la puerta de la cocina, mostrando su encantadora sonrisa, su dentadura perfecta, los brazos torneados, fuertes y poderosos, sus pectorales marcados bajo la camiseta ajustada, sus proporciones helenísticas. Todo en él denotaba perfección. La primera vez que lo vi sabía que tenía que ser mío, y lo que quiero lo tomo.

– Hola, amor – dijo sin perder la sonrisa – te estaba esperando, ya tengo la casa aspirada, limpia y ordenada y he preparado alguno de tus platos preferidos, Arroz bomba caldoso con Laccaria Amethystina-Laccaria, aromatizada con tuber aestivum y pulpo a la plancha de primero, y empanada de bacalao con Hydnum Repandum- Hydnum Gigante de Bejín con yemas de uva pasa a la esencia de azafrán, de segundo.

– Mmm, delicioso Armando, casi tan delicioso como tú – Una sonrisilla nerviosa se me escapó, recordando todas las habilidades amatorias de Armando, incluso mejores que las culinarias.

– Veo que tus hermosas piernas están hinchadas – Armando sólo veía belleza en mí, me encantaban sus halagos, porque sabía que eran inocentes y sinceros – ¿Te apetece que te dé un masaje en los pies, cielo?

– Claro Armando, espera que me ponga más cómoda.

Me desnudé y me puse esa bata de seda que tanto me gusta, sin nada más debajo, quería hacer sufrir a Armando, me sentía traviesa y quería jugar. Me tendí en el chaise longue dispuesta a que mi chico favorito hiciese su magia conmigo.

Armando se arrodilló a mi lado y comenzó a masajear mis pequeños pies, sin perder su sonrisa.

– Ohhh Armando, qué gussssto. Simplemente maravilloso. Tú sí que sabes cuidar de mí.

– Tu placer es mi placer, cari, ya lo sabes.

– Lo sé Armando, lo sé, y me encanta. Me haces muy feliz.

Su delicado masaje me estaba llevando a otro nivel, los acariciaba de forma lenta y suave, pero firme a la vez, haciendo rotaciones en puntos clave, y siguiendo líneas imaginarias desde la punta del pie hasta el tobillo, leyendo cada una de mis reacciones.

– Mmm, Armando…

Armando continuó con su masaje cada vez más arriba, ganando cada vez más terreno y adentrándose en zonas cada vez más sensibles. Me notaba cada vez más húmeda y receptiva a esas caricias, separé ligeramente mis piernas facilitando la maniobra de acercamiento de Armando, me abandoné al disfrute y arqueando mi espalda dejé escapar un gemido de placer al notar sus dedos acariciando mi vulva y estimulando mi clítoris. Era un maestro masturbándome con sus dedos de pianista. Mordí mis labios y noté que alargaba sus manos que pellizcaban mis pezones. Mis gemidos fueron en aumento y cuando Armando acercó sus labios carnosos a mi sexo, fue apoteósico… su lengua era maravillosa, jugaba con cada uno de los pliegues de mis labios mayores y menores y la movía cambiando los ritmos acompasándose a mis reacciones. Succionaba, lamía, mordisqueaba levemente… Yo movía mis caderas, llevada por el desenfreno que me provocaban sus estímulos y como no podría ser de otra manera acabé corriéndome en un derroche de expresividad sonora… Era el primero de mis orgasmos, pero yo seguía ansiosa de Armando, y no os lo había contado, pero soy multiorgásmica; es como un superpoder que tenemos algunas mujeres, envidiado por todos los hombres. Superwoman al ataque… a por el segundo…

Comencé a desnudar a Armando y me deleité recorriendo su hermoso cuerpo… Armando era mi juguete… mmm, su pecho depilado, de músculos definidos y piel suave al tacto, sus abdominales marcados… esto sí que era una tableta de chocolate y no la del anuncio. Su poderoso miembro viril… Otra cosa que me gustaba de Armando era que siempre estaba dispuesto, así que sin más preámbulos me monté en él y cabalgué con todas mis ganas hasta saciar mi apetito. Armando amasaba mis tetas y su lasciva lengua lamía mis labios provocadoramente, invitándome al beso. Comí su boca y me corrí por segunda vez salvajemente… quedando mi cuerpo desmadejado sobre él.

– Pi-pi-pi-pi-pi-… – La batería de Armando comenzó a sonar.

– Vaya, Armando, me has durado por los pelos. Hala, vete a tu armario, que después tienes que recoger los platos de la cena.

– Sí, corazón – dijo Armando mientras se dirigía a su estación de carga.

– Mañana repetimos – Le dije guiñando un ojo.

– Claro preciosa.

Cuando el conocido fabricante de aspiradores se unió con los promotores del robot de cocina más famoso y con los responsables del succionador de clítoris líder del mercado, el resultado de todos esos años de investigación fue el desarrollo conjunto de su nuevo producto Armando 3000, versión mejorada del Empotreitor 2500. Sin duda, Armando había sido mi mejor compra en años. Después de cenar, me iría a dormir, mañana sería un nuevo día, y Armando no se pagaba solo, todavía me quedaban 20 años de cuotas por pagar, y la factura eléctrica, ¡2 millones de yuanes este mes y subiendo! Nada es perfecto, pero Armando era… casi perfecto, y además ¡me producía tantas satisfacciones!

Por: Bombón de chocolate blanco

Dos mejor que uno…: el finalista

Busco entre la multitud y al fin lo veo. Nuestras miradas se cruzan y me asiente levemente. Nervios y excitación por igual recorren mi cuerpo al pensar en lo que está por venir.

Y como cada vez que venimos al club, yo solo puedo pensar en él. El hombre al que solo puedo ver una vez al mes. El hombre que me hace arder y que me hace ponerlo todo en riesgo.

Mi matrimonio con Dani es abierto, pero si mi marido supiera que, en este último año, solo he estado con una persona aparte de él, tendríamos que replantearnos las cosas. Él está no-sé-dónde, con no-sé-quién, que es lo que acordamos desde un principio. Se supone que no repetimos con nadie… Y, sin embargo, no soy capaz de alejarme del hombre que podría ser mi perdición. Prohibido por partida doble, Marc no solo está casado, sino que también es mi jefe; y el morbo de estar con él una vez al mes, me vuelve loca.

Al llegar a nuestra habitación privada me quito el vestido rápidamente y me miro al espejo. La lencería roja me la encontré hoy debajo de mi mesa de trabajo; es la manera que tiene Marc de dejarme saber que va al club y de darme la orden de lo que debo llevar puesto. Su lado Dominante añade fuego a una situación ya de por si ardiente.

No tarda demasiado en entrar por la puerta y para entonces yo ya estoy de rodillas, esperándole. Llevo una coleta alta y me pega un tirón suave, inclinando mi cabeza hacia atrás. El beso que me da me hace gimotear y desear más.

– Levántate.

Me ayuda a incorporarme y la manera en la que me ha dado la orden, es casi un gruñido. Marc me desea tanto como yo a él, se nota en cada beso, cada caricia.

Su beso se vuelve más urgente mientras tira de mi cabello con una mano y me quita el sostén con la otra.

– Mírame.

Nerviosa, lo miro a los ojos. Sus labios se cierran alrededor de mi pezón y tira de el lo suficientemente fuerte como para hacerme gemir. Cuando añade sus dientes a la tortura, tengo que morderme el labio para no gritar. Después de un rato de jugar con ambos pezones, me da otra orden.

– Súbete a la cama.

Mis ojos se entrecierran brevemente. Normalmente, se toma su tiempo adorando mi cuerpo, pero hoy esta impaciente como nunca antes. Aun así, le obedezco de manera instantánea.

– ¿Recuerdas la fantasía que me contaste hace algún tiempo? – me pregunta mientras ata mis muñecas a la cabecera.

– Te he dicho más de una… vas a tener que ser más específico.

Él sonríe y coje un pañuelo de seda negro que ha sacado de Dios sabe dónde. Mientras me lo coloca sobre los ojos y lo ata detrás de mí cabeza, me susurra al oído – Quieres saber cómo sería estar con dos hombres, ¿no?

Asiento mientras sus manos acarician mi rostro y bajan lentamente hacia mis pezones, los cuales pellizca con fuerza. Mi respiración se entrecorta y puedo sentir como mi tanga se humedece solo con pensar en lo que Marc está mencionando. Dos hombres, solo para mí… ¿Qué mujer no ha tenido esa fantasía?

– Entonces, ¿sigue siendo algo que quieres?

Asiento de nuevo de manera casi desesperada. – Sí, por favor. Por favor…

La puerta se abre y puedo oír unos susurros suaves; pero no logro entender lo que están diciendo. De repente, una boca se cierra alrededor de cada uno de mis pezones haciéndome gemir fuertemente. La sensación de tener dos pares de labios chupándome es más intenso de lo que podría haber imaginado y mis caderas se levantan de la cama buscando… algo.

Uno de ellos baja su mano por mi cuerpo y la cuela bajo mi tanga. Gimo cuando un dedo se sumerge dentro de mi húmeda vagina y luego sale para rodear mi clítoris. Estoy abrumada por las sensaciones y me resulta difícil respirar.

Aunque mis piernas no están atadas a la cama, no hay peligro de que las cierre, sobre todo cuando el hombre que me está tocando tan íntimamente, baja por mi cuerpo y me quita la ropa interior.

Me muero por tocarlos a ambos, ya que parece que no puedo distinguir entre quién es Marc y quién es el otro hombre.

Ese pensamiento se esfuma en cuanto una lengua me lame en ese lugar tan íntimo y comienza a chupar en perfecta sincronización con la forma en que la otra persona juega con mis pezones. Cuando se mueve para reclamar mis labios, se traga mis gemidos. De alguna manera me resulta familiar, pero mi clítoris está siendo succionado con fuerza, por lo que es difícil formar un pensamiento coherente.

Siento como se sube a la cama y me roza los labios con su dura polla para que abra la boca, y se la chupo con avidez. Su sabor lo conozco bien y cuando me doy cuenta de quién es, mi corazón se acelera. Estar con mi marido y mi amante ha sido mi mayor fantasía desde el principio, y de alguna manera Marc y Dani han encontrado la manera de hacerlo realidad.

– Está empapada – dice Marc. – ¿Crees que ya lo sabe?

Gimo y asiento alrededor de la polla de mi marido.

– Ah sí, mi querida esposa sabe exactamente quién se la está follando, ¿no es así, peque?

Me arrancan la venda de los ojos y miro al hombre al que prometí amar hasta que la muerte nos separe. Me acaricia la cara con cariño antes de mirar a Marc y asentir. Dani me folla la cara bruscamente justo cuando siento que Marc entra en mi coño con una fuerte embestida. Dios, esto es explosivo…

Cuando miro a mi jefe, me sonríe y de alguna manera, sé… estos dos hombres son míos. Al menos por ahora.

Por: Alma Noir

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