Parece que a Meghan Markle el verano en Balmoral le hace tanta ilusión como a doña Letizia sus vacaciones en Palma. Un año más, el príncipe Harry y ella han rechazado la invitación de Isabel II a su castillo escocés, donde la reina, al igual que doña Sofía en los mejores tiempos de Marivent, reúne todos los veranos a sus distintos familiares.
El verano pasado, los duques de Sussex ya prefirieron hospedarse en Birkhall y en el castillo de Mey, las residencias del príncipe Carlos en Escocia, pero se esperaba que este año cumplieran con la visita de rigor a Balmoral una vez que despejaran el terreno los duques de Cambridge, con quien según los rumores querían evitar coincidir sus cuñados. Pasada una semana de que estos últimos y sus hijos abandonaran el castillo, sin embargo, parece que ni los duques de Sussex irán ni se les espera, recoge hoy el diario The Times.
Se desconocen sus motivos para rechazar la invitación de la monarca. La prensa británica no ha tardado en hacer sus conjeturas. Según The Sun, los duques de Sussex consideran que su bebé es demasiado pequeño para realizar el trayecto hasta el castillo, aunque eso no les impidió viajar con él a Ibiza y Niza el pasado mes de agosto. En The Daily Mail, la periodista Jan Moir considera que su desplante a la reina se debe al rechazo que a Meghan Markle le produce la caza, uno de los pasatiempos preferidos de la familia real británica durante las vacaciones en Balmoral.
La biógrafa experta en realeza Penny Junor apunta por su parte que los duques de Sussex querrían evitar la incomodidad de hacer frente mientras son huéspedes de la reina a las polémicas que, reales o no, protagonizan día tras día en los medios. En este sentido, cabe recordar que, cuando se publicaron las impactantes imágenes del amante de Sarah Ferguson chupándole un pie en Saint Tropez, esta se encontraba de vacaciones en Balmoral con su todavía familia política, viéndose obligada a abandonar el castillo en dirección al aeropuerto de Aberdeen antes de que sus suegros leyeran los periódicos.
Tampoco a la princesa Diana, por cierto, le agradaba Balmoral, según la periodista Tina Brown porque la inquebrantable rutina y formalidad que se sigue en el castillo la desesperaban. Margaret Thatcher, que como todos los primeros ministros de Reino Unido tenía que cumplir con la tradición de visitar durante un fin de semana de septiembre a la reina, detestaba tener que despertarse con el sonido nada sereno de una gaita.
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