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La semana pasada en El juego de mi destino, el hombre amenazó a Asiye con desvelar a la policía su paradero si no accedía a hacer lo que él quisiera. En el capítulo 23 de esta semana en El juego de mi destino, Cemal se siente cada día más cerca de sus hijos y, ahora que ha retomado el contacto con ellos, no quiere perderlos. El hombre le sugiere a Asiye regalarles un lugar en el que puedan vivir lejos de la mansión de los Demirhan. Ella no se toma nada bien la propuesta, pues cree que quiere mantener a sus dos “familias” al mismo tiempo: «Lo que quieres hacer es, totalmente indecente».
Por su parte, Cemal trata de disculparse si la ofendió en algún momento, pero le asegura que no quería parecer indecoroso: «Solo quiero que mis hijos estén bien». Asiye se sorprende ante el cinismo del que fue su marido, pues una se ocupó de Ugur y Nergis cuando les abandonó: «No te interesaste por saber si necesitaban algo ¿Y ahora me vienes con estas?».
Cemal no soporta más los desplantes de Asiye y le reprocha que pasee su “supuesto” amor con Mahir delante de él cada vez que tiene oportunidad. Sin poder contener lo que siente, sus palabras brotan de sus labios sin pensarlo y le confiesa a que ex esposa que todavía está enamorado de ella: «¿Es que no lo entiendes, mujer? Te amo con locura y sufro al verte de la mano con otro que no sea yo».
A pesar de esta declaración, Asiye no cae de nuevo en los brazos de Cemal y le vuelve a pedir que se mantenga alejada de ella. «Tu no me amas, solo eres un niño herido al que le han quitado su juguete», dice, dando por zanjado laintensa conversación. Acto seguido, se marcha del íntimo restaurante pesquero en el que están sentados y deja a su exmarido plantado en la mesa.
Helin descubre a Cemal en una situación comprometida
Por casualidades del destino, Helin viaja en taxi por la zona. Al ver el coche de Cemal aparcado fuera del bar, se baja y entra a ver si su esposo está ahí. Efectivamente, le encuentra al instante. El hombre trata de explicar su presencia en el lugar sin mencionar a Asiye: «Estaba cansando de la mansión y necesita respirar aire fresco». La mentira podría haber servido si no fuera porque Helin ve encima de la mesa dos vasos de té y uno de ellos está manchado de pintalabios.
La mujer se enfrenta a su marido. «Por lo que veo no estabas solo ¿Has estado con alguna mujer aquí?». Cemal sale del paso asegurado que el vaso que ella señala sea, posiblemente, de la persona que estaba sentada en la mesa antes que él. Luego, paga y se van. No obstante, Helin no es tonta y sospecha que su marido le está ocultando algo.
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