‘The Mandalorian’ 3×02: crítica del capítulo 2 de la temporada 3 de la serie

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        «Una gran sociedad es ahora un recuerdo«, dice Bo-Katan Kryze de Mandalore al final del capítulo 18, un episodio ambientado casi por completo en los huesos del planeta. Presentada por primera vez en imagen real, la versión mandaloriana del mundo natal es un lugar lleno de fantasmas del pasado, donde las criaturas acechan en cada esquina. Y el episodio 2 de la temporada 3,»Las minas de Mandalore«, no pierde el tiempo a la hora de embarcar a Mando en su misión de llegar a las Aguas Vivas y purgar sus pecados, acelerando la narración, que en su primer episodio se sintió un poco lenta a la hora de arrancar. Este nuevo escenario sienta las bases de un capítulo teñido de pérdida y de las distintas formas en que la gente se enfrenta a ella.

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        Empezando por el plan de Mando para intentar revivir IG-11, se dirige a la mejor ingeniera de la galaxia, Peli Motto, una vez más interpretada brillantemente por Amy Sedaris. Tras verla estafar a un pobre rodiano nada menos que en la víspera de Boonta, Din llega con Grogu a cuestas para que le ayude a encontrar la pieza que le falta. No tiene suerte, pero Peli le vende su droide astromach para su misión en Mandalore y le pone en camino. Es un gran comienzo, que trae de vuelta a uno de los personajes más queridos de la serie y permite un poco de alivio en lo que pronto se convierte en un episodio cada vez más pesado.

        El primer indicio del peso emocional del capítulo 18 llega cuando Mando y Grogu viajan a Mandalore. Después de tres temporadas, Din ha asumido plenamente el papel de padre de Mando, le habla a Grogu de su pasado y le enseña a pilotar la nave, algo que le resultará muy útil más adelante. Es una conversación muy conmovedora, ya que Din se enfrenta a su traición al Credo Mandaloriano y a la carga que ha supuesto para él.

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        A medida que la pareja se acerca a Mandalore, la advertencia de Din de que quedarán completamente aislados de la galaxia es un buen indicio de que esto puede no salir como él piensa. Cuando R5 desaparece del escáner, nos encontramos con las primeras criaturas que acechan el planeta: los peludos alamitas. Aunque Mando los despacha, el peligro no acaba ahí, ya que se ve atrapado por una bestia parecida a un cíclope. En el primer indicio de peligro real de esta temporada, la criatura tuerta le lleva a los recovecos de los túneles mientras Din le dice a Grogu que encuentre a Bo-Katan.

        Un aterrorizado Baby Yoda hace lo que se le dice y navega heroicamente hasta el castillo de Bo-Katan para llevarla a salvar a Mando. Cuando llegan de vuelta, ella le cuenta al niño la historia de Mandalore, calificándola de hermosa civilización convertida en tumba. La conversación es un gran contrapunto a las confesiones anteriores de Mando a Grogu. En lugar de sentir dolor y pérdida por no estar conectada a este lugar, cuando Bo-Katan rememora el pasado, hay mucha amargura latente bajo su discurso. Tras su breve introducción en el primer episodio, la nueva y hastiada versión de Bo-Katan interpretada por Katee Sackhoff se está convirtiendo rápidamente en uno de los papeles más atractivos de la serie.

        ‘The Mandalorian’ 3×02: crítica del capítulo 2

        La influencia del terror en el episodio se acentúa cuando la pareja descubre que la criatura cíclope está drenando la vida de Mando en las profundidades de las cuevas. Los gemidos de dolor de Mando mientras suena la partitura son de lo más aterrador que se puede encontrar en Star Wars, pero por suerte Bo-Katan está ahí para matar a la criatura con el sable láser y salvar a Mando. La pareja se lame las heridas alrededor de una hoguera mientras discuten sobre credos y religión antes de que Din explique que nada le detendrá en su misión de alcanzar las Aguas Vivas bajo las minas de Mandalore. Bo-Katan acepta guiarle hasta allí y le cuenta más cosas sobre el pasado de Mandalore y la decisión del Imperio de darles un escarmiento en la Purga.

        La pareja forma una improbable unión, no se puede negar que Bo-Katan se ve afectada por la devoción emocional de Mando hacia su tarea. Pedro Pascal demuestra una vez más que es el mejor en su profesión a la hora de transmitir sentimientos profundos detrás de un casco, ya que el viaje de Din a las aguas adquiere un tono muy conmovedor. Pero el peligro aún no ha terminado, ya que es arrastrado bajo el agua por una misteriosa criatura. Una vez más, Bo-Katan le salva el pellejo, pero no antes de que podamos echar un escalofriante vistazo al mitosaurio que acecha en las profundidades. Y como nos dijo el Armero en El libro de Boba Fett, la criatura predice una nueva era en Mandalore…

        No estamos seguros de adónde nos llevará la serie, pero sin duda es un final tentador. Después de todo, esa es la gracia del interminable secretismo en el que Jon Favreau ha envuelto The Mandalorian: cualquier cosa -o cualquier persona- podría estar acechando a la vuelta de la esquina.

        Los mejores episodios de The Mandalorian siempre han sido las aventuras autoconclusivas de Grogu y Mando. Y aunque éste no encaja del todo, «Las minas de Mandalore» captura los mejores aspectos, llevándonos a una nueva parte de la galaxia, profundizando en la conexión entre los personajes y dando a los espectadores una auténtica sensación de peligro. Pero donde realmente destaca es en el peso emocional de la narración que le confieren sus tres temporadas.

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