Hay algo de crueldad en las Galas 0 de ‘Operación Triunfo’ (TVE). Pero la ‘tele’ es así: despiadada. Que dos concursantes se queden a las puertas de una Academia que les cambia la vida es más propio de una novela de Dickens, pero el éxito pasa por la existencia del fracaso. El ‘talent’ ha regresado y lo ha hecho aprendiendo de sus errores, con cambios en su mecánica, en su claustro, en las asignaturas… Hace ya tiempo que las galas habían perdido la emoción, con una escaleta idéntica semana a semana, sin sorpresas, y es imprescindible que los guionistas construyan un relato diferente en función de lo sucedido en la convivencia, en las clases, en los pases de micro.
Este domingo empieza realmente el concurso, con los 16 elegidos, y servidor les quiere hacer una propuesta: antes de tuitear cualquier barbaridad durante la emisión, esperen a ver el lunes el repaso de la gala en Youtube. Es un ejercicio de contención que, además, ayuda a desarrollar la empatía. Por de pronto, por experiencia les digo que algunas de las actuaciones que parecían un desastre suenan mejor, y con las explicaciones de los chavales (problemas técnicos o de salud, por ejemplo), todo tiene otro aire. Aprendan a leer las miradas de cada uno mientras repasan su actuación y observen las muecas cuando desafinan o no llegan, la sonrisa de orgullo cuando alcanzan la nota chunga o bordan la coreografía. Es un espectáculo carente de la gran puesta en escena del ‘prime time’: sin luces, sin cuerpo de baile y, sin embargo, es pura emoción.
Política de palafito
Que ‘Supervivientes’ (Telecinco) haya tanteando a Cristina Cifuentes, Albert Rivera y Juan Carlos Monedero para ir a Honduras a pasar hambre y a curtirse frente a la fauna de tronistas es signo de estos tiempos tan disparatados, que lo mismo un día estás dirigiendo el Gobierno de una autonomía —o aspirando al de España— como pasas a convertirte en colaborador de Ana Rosa o novio de una estrella de la música.
La sensación que generan estas montañas rusas del destino de los VIPs se contagian al resto de la sociedad: es la democratización de la inseguridad, porque ya nadie esta libre de pasar del infinito a la nada de un plumazo. Y no sé si es bueno o es malo, la verdad, porque es como si el sistema nos dijera: «ey, portaros bien o vais a acabar como ellos». Y da cierto miedito… Que una cosa es hacerse un Miguel Ángel Revilla, un político que disfruta al pasear anchoas con su ego por los platós, y otra es tener que hacerlo para mantenerse vivo. O como diría Jesús Mariñas: «la de caviar que hay que tomar para poder llevar las lentejas a casa».
Lucha de titanas
Mila es de las que se sienta cada tarde a despellejar a diestro y siniestro, a grito pelado, adornando con exabruptos cada una de sus intervenciones pero, a la vez, es de las que se pone como la niña del exorcista cuando alguien le echa en cara el más mínimo error. Mila y la autocrítica conforman el oxímoron perfecto. Hasta su propio hermano reconoció que sus primeras semanas en ‘GH VIP’ no fueron como para llevarse el famoso maletín sino, más bien, para ponerla en el pasillo de las estanterías de una tienda de muebles. Pero eso ella no lo iba a reconocer nunca. Llegó al ‘Deluxe’ el pasado sábado y J.J. le preguntó si había vuelto más fuerte, como si la pobre llegara de estar picando en la mina durante tres meses.
Escuchar a alguien que ha ganado (según algunos cálculos) 350.000 euros explicar su terrible sufrimiento porque jugaban a la ‘pelotita’ delante de ella, como si eso violara la Convención de Ginebra, es un insulto en un país que tiene en 1.000 euros el salario mínimo interprofesional. Por ni no hubiera sido bastante facturación y bochorno, le montó el pollo a Belén Esteban porque había osado criticar su participación en el ‘reality’. Para eso pasó primero por caja en una revista, claro, y luego otra vez, por visitar el ring de Telecinco. El programa vendió el reencuentro como una nueva guerra civil entre las dos Españas vespertinas, la ‘princesa del pueblo’ contra el lado oscuro, la tercera pata del ‘Eje del Mal’. Pero lo sentimos: la verdadera ganadora de la noche fue Cristina Cifuentes. Esperamos con ansias su ‘poli deluxe’.
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