La increíble historia del vestido verde de 'Expiación' a Zara

Pocas imágenes han permanecido tan vívidas en el recuerdo de la cultura popular de una generación como la encarnación de Cecilia Tallis en la escuálida figura de Keira Knightley sentada en la escaleras del porche, con un cigarrillo, abrazada a sus rodillas cuando la oscuridad de una noche se cierne sobre toda su vida.

No todo el mérito es de la actriz ni de Jacqueline Durran, la diseñadora de vestuario nominada al Oscar por su trabajo en Expiación, más allá de la pasión (lo perdió frente a Elizabeth en 2007, pero puede ganarlo este año por Mujercitas). Más bien todo el protagonismo que el espectacular vestido verde seda acapara en la película viene heredado de la novela de Ian McEwan que dedica unas líneas a la sensación y apariencia que le confiere al personaje.

Descrita como una sirena a la manera de Clarissa Dalloway ("Llevaba pendientes y un vestido de sirena, verde plata. Flotando sobre las olas y balanceando la melena parecía tener aún aquel don: ser, existir, reunirlo todo en el instante al pasar". Virginia Woolf en La señora Dalloway), el vestido verde parece reflejar en ambos personajes el desasosiego, la agitación y la rebeldía de las olas del mar. Y, al mismo tiempo, arroja sobre su piel la particular luminosidad que se desprende de un color tan complicado que tiende a empalidecer las pieles claras y a reverdecer las más cetrinas.

© Cordon press

"Aprobó la caricia firme del corte al bies de la seda de la enagua, y se sintió grácilmente inexpugnable, escurridiza y segura; fue una sirena la que se alzó para recibirla en el espejo de cuerpo entero”.
(Ian McEwan, "Expiación").

La que con verde se atreve por guapa se tiene, dice el refranero español, aunque la moda no parece tan dispuesta a suscribirlo. Si Jennifer Conelly con un Balmain corto en 2009 o Angelina Jolie de Atelier Versace en los Oscar de 2011 confirman que se trata de una tonalidad reservada a unas pocas bellezas en el mundo, la pasarela primavera/verano 2020 es la excepción que desmiente esa regla: un vestido verde para todas, y una variedad para cada una.

El vestido flor de Marc Jacobs para las más excéntricas, la túnica esmeralda de Balmain para las más osadas, el vestido bohemio de Victoria Beckham para las nostálgicas y las 50 sombras de verde, del botella al lima, de Valentino Alta Costura aptas para indecisas.

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A su reputación de color difícil le precede la de pigmento letal que rodea la oscura leyenda del verde Scheele. En el siglo XIX, en el curso de la investigación de las propiedades del arsénico, un químico alemán dio con una formulación a la que vio potencial comercial y distribuyó con su nombre. En el período vinculado al impresionismo y a la exaltación de la naturaleza, pintores como Turner o Manet lo utilizaron en sus pinturas junto con el verde París o verde Schweinfurt que cautivó a los prerrafaelitas. También gozó de cierto acomodo en interiorismo, sobre todo en el papel pintado que se empleaba en la decoración de las paredes.

Al descubrirse su toxicidad que ponía en peligro a fabricantes, artistas y a todas las personas que estuvieran expuestas al color de manera continuada, se desterró como pesticida y, más tarde, se prohibiría del todo su uso.

La propia reina Victoria ordenó eliminar el papel verde de todas las salas del palacio de Buckingham tras enterarse de las cualidades letales del tinte. Y algunos historiados sostienen que pudo causar la muerte de Napoleón quien habría sufrido los efectos del veneno encontrado en las paredes de la habitación en la isla de Santa Elena donde permaneció recluido.

© Cortesía de Zara

Lógimente, hablamos en términos muy diferentes del grado de peligrosidad de algunas tonalidades como el neón, pero ¿quién se atrevería a negarle cierta valentía a Charlize Theron en la reciente alfombra de los Globos de Oro 2020 o a la Reina Isabel II con su conjunto verde Chroma?

Susceptibilidad de memes aparte, estas elecciones de vestuario están vinculadas al despunte de la conciencia ecológica en la moda, a la libertad y a la osadía de las corrientes actuales, todo ello sin alejarse del simbolismo de un color asociado a la esperanza, a la nobleza o la fertilidad (véase el Matrimonio Arnolfini de Van Eyck) y al objetivo de comunicar a través de la ropa por encima del mero deseo de complacer o servir, en lo superficial, a un compromiso estético.

© Cortesía de Zara

Vestido popelín de volantes de Zara.

El vestido verde ha pasado de ser exclusivo y excluyente a estar al alcance de todas en la nueva colección de Zara. No en su versión más comercial y extendida -cubierto por un ampliamente aceptado estampado de florecitas- sino en su versión más pura.

La increíble historia que en el cine escribieron Escarlata O'Hara, Keira Knightley o el director de Grandes Esperanzas, Alfonso Cuarón hoy la concluyen Zara, Mango, H&M y compañía con estos 10 vestidos verdes que son tendencia y son magia.

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