Lo que propone la alimentación intuitiva es más sencillo de decir que de hacer: reconectar con tu organismo a un tan nivel profundo que te permita entender cuándo tienes hambre de verdad, sin dejarte llevar por falsos estímulos. Y para eso, precisamente, necesitas ejercitar tu intuición.
“Con la alimentación intuitiva buscamos volver a activar un mecanismo natural que posee nuestro cuerpo y que perdemos debido a los factores ambientales”, explica la dietista y nutricionista Andrea Calderón, secretaria científica de la Sociedad Española de Ciencias de la Alimentación (SEDCA). Nacemos sabiendo detectar si tenemos hambre: los bebés lo expresan con llanto y, simplemente, dejan de comer cuando ya están saciados, es un mecanismo así de simple. “Pero cuando crecemos, se distorsiona la percepción de esas señales de hambre-saciedad, debido a multitud de factores externos que nos estimulan”, añade Calderón. O lo que es lo mismo, puede que no tengas ninguna necesidad de comer, pero el food porn de Instagram, las fotografías de platos exquisitos de restaurantes ultracool o la publicidad despiertan en ti el ansia por ingerir un producto concreto que no necesitabas hasta que lo has visto.
El hambre emocional
“Emociones como el estrés o la ansiedad también distorsionan nuestra intuición sobre el hambre real. Volcamos nuestra frustración en la comida y por eso se producen los atracones o los impulsos de comer productos muy azucarados”, explica Andrea Calderón. Pero también se manifiesta con la mala costumbre de saltarnos comidas cuando estamos agobiados, ya que el estómago “se nos cierra” si estamos nerviosos o angustiados.
Las emociones tienen gran influencia no solo en lo que comes, sino en cuándo, cuánto y cómo lo haces. A menudo es difícil distinguir entre el hambre real, el apetito o la necesidad de liberar estrés. “Hambre es una necesidad fisiológica de ingerir alimentos; y apetito es un deseo fisiológico de comer asociado a factores externos y que genera la necesidad de un determinado alimento o grupo de alimentos concretos, como dulces o salados”, concreta Andrea Calderón.
Cinco consejos para reconectar con tu apetito real
- No te obligues a comer. Mastica despacio para percibir la sensación de saciedad.
- Haz las paces con la comida: es una necesidad de la que, además, puedes disfrutar.
- No estás a dieta, no tienes que comer una ración concreta de un alimento a una hora determinada.
- Usa el sentido común: toma menos grasas trans, azúcares, alcohol y procesados.
- Come de manera consciente: sintiendo la comida. Te saciarás antes y disfrutarás.
Aprender a comer
¿Cómo podemos sortear estos estímulos que nos engañan? La experta ofrece la premisa básica: “Come cuando tengas hambre y no porque toca”. La idea de comer cinco veces al día por obligación o desayunar porque se supone que es la comida más importante del día está obsoleta. “En realidad te sientas a la mesa aunque no tengas hambre y, al final, comes de más”.
Aunque parezca un planteamiento simple, la alimentación intuitiva no es fácil de seguir. “En las condiciones en las que vivimos y en los entornos tan nocivos en los que nos encontramos (rodeados de productos ultraprocesados y máquinas de vending), no podemos iniciarla por cuenta propia. No estamos preparados para comprender las señales del cuerpo y para saber interpretarlas”, indica la especialista. Además, una cosa es alimentarse por intuición y otra es tener conocimientos sobre alimentación saludable y saber qué elegir cuando entras en el supermercado. Esas son cosas que no se intuyen, se aprenden. Por eso la alimentación intuitiva debe acompañarse siempre de la educación nutricional adecuada.
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