Una nada poco discreta pátina verde se apoderaba con primeras y segundas intenciones de todos los minutos y planos del filme. En 1998, Alfonso Cuarón firmaba una de las adaptaciones cinematográficas con más licencias del cine escribiendo además de un drama evocador que tocaba la fibra de cualquier adolescente, un extenso capítulo en el libro de los iconos de los 90. La belleza de Gwyneth Paltrow y la de Ethan Hawke; el amor en todos los estadios de la vida; el rubio aristocrático de la protagonista; el look desaliñado del pintor, caballero en la novela de Charles Dickens de 1961; los vestidos de ella y los retratos a carboncillo de él; los besos en las fuentes; Nueva York años antes del 11 de septiembre; la falda midi y verde.
El verde, el color asociado a las creencias positivas, a las ilusiones y como tituló Cuarón en español, a las Grandes Esperanzas, fue tan protagonista de esta historia de clases y amor como lo fueron para siempre Estella, la chica guapa, lista y bien, y Finn, el chico con dotes artísticas de clase más baja enamorado hasta la médula de un bombón como ella. Para cada baile, cada acercamiento y cada momento importante ella siempre lo lucía. Él, en cambio, lo tenía impreso en el iris de sus ojos.
Gwyneth Paltrow en ‘Grandes Esperanzas’.© Cordon Press
Musa de Finn hace casi 30 años, el total look encargado a Donna Karan que solo Gwyneth Paltrow podía defender como lo hizo, es inagotable. Era perfecto a finales de los 90 y lo sigue siendo hoy, cuando su esplendor no solo no se ha rebajado ni un ápice sino que va in crescendo, pues quienes no tenían edad de enamorarse de la pareja entonces lo hacen hoy, en cada revival y en cada revisión de la película. Gala González, la gallega que mejor viste, se quedó prendada de Estella en algún momento de su vida. Hoy lo sabemos. Es un secreto a voces.
La ciudad elegida para rendirle homenaje a Gwyneth no podía ser otra que Nueva York. Allí sucedía la mitad del filme y allí voló la semana pasada la it girl y diseñadora para acudir a la Semana de la Moda aprovechando que en su maleta llevaba uno de los conjuntos más especiales de su segunda colección de ropa bajo el nombre que la hizo internacionalmente famosa: Amlul.
Gala Gonzá, en la pasada Semana de la Moda de Nueva York.© Getty Images
Formado por dos prendas de color y tejido idéntico, la parte de arriba se llama Gwyneth; la de abajo Paltrow. Boom. El tándem, divisible aunque no entendemos la razón, es un homenaje claro a Estella, a la actriz que la encarnaba y a los 90 en general, pues como reza la descripción del jersey y de la falda están "inspirada en el outfit original de Gwyneth Paltrow en los 90". Lo intuíamos.
© Cortesía Amlul
Ambas piezas de algodón, hechas en España, elásticas y adaptables al cuerpo y perfectas para llevar con los zapatos que las niñas bien hicieron suyos hasta que el mundo entero se los arrebató para goce y disfrute de todos, los mocascines, empastan como lo hacía la camisa y la falda midi de satén que Estella llevaba con una elegancia supina con sandalias planas cuando se reencontraba con Finn, de nuevo, en una fuente.
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