Basta con que Demi Moore luzca una melena XXL en la Super Bowl y en los Oscar para que desde el último instagramer hasta las revistas más prestigiosas de Estados Unidos coincidan en que ese es el peinado de moda. Y que miles de mujeres imploren a sus peluqueros que les planten unas extensiones.
Y, curiosamente, fue ella la que hace treinta años provocó que muchas jóvenes dejaran en la peluquería una alfombra de mechones. Entonces, Demi Moore puso de moda el pelo corto y las melenas bowl cut, tras su aparición en Ghost. En aquella época no existían ni las redes sociales, pero la actriz ya era una influencer antes de las influencers.
El hechizo que ejerce Moore sobre el mundo de las tendencias es un misterio, que no entiende ni de décadas ni de éxitos. A sus estupendos 57 años no es una jovencita enigmática con ínfulas de It girl. Tampoco ha relanzado su carrera como otras coetáneas. Desde Un plan brillante (2007) no ha protagonizado ninguna película. Y su último gran éxito de taquilla fue La teniente O’Neil, que se remonta a 1997. Dos años antes, con Striptease había conseguido ser la actriz mejor pagada de Hollywood, embolsándose 12 millones de dólares. Pero el caché le duró poco.
La intérprete siempre había tenido fama de ambiciosa y en los mentideros de Hollywood la apodaban Gimme Moore (Dame más). Pero la industria lleva más de dos décadas dándole más bien menos: papelitos anecdóticos que hubieran provocado que cualquier otra actriz hubiera caído en el olvido.
En cambio, Demi Moore, se ha alzado por encima de su malograda carrera y sobre todo de sus derrotas. En 2003 se casó con Ashton Kutcher y el hecho de que el tuviera 16 años menos, algo que ni siquiera se hubiera comentado si hubiera sido un hombre, la volvió a encumbrar. En 2011, tras el divorcio, tuvo que ser ingresada por una crisis nerviosa y de nuevo, el fracaso la hizo brillar. Tras unos fiascos sentimentales más, en 2018 inició un romance con la estilista serbia Masha Mandzuka.
Pero sin duda, lo que más ha dado que hablar ha sido la publicación de su libro de memorias descarnadas Inside Out. En él explica desde que su madre dejó que un hombre la violara cuando tenía 15 años a cambio de 500 dólares, hasta que Bruce Willis y Ashton Kutcher le pusieron los cuernos. Pero también confiesa experiencias que otra hubiera escondido: un aborto provocado por su alcoholismo, su adicción a la cocaína, sus desórdenes alimenticios o sus operaciones de estética.
Cualquier otra celebrity hubiera fagozitado su glamour con estas confesiones. En cambio, ahí está Demi Moore marcando tendencia por encima de sus calamidades.
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