Cuando se trata de desear algo, nunca hay límites. Poco importa que seas Kim Kardashian y tengas a tu disposición todo lo que millones de personas en todo el mundo desean a diario; cuando salen de su casa cada mañana, o durante su jornada laboral o por la noche, antes de caer rendidos de cansancio.
Porque, aunque no lo parezca, Kardashian también tiene anhelos. Y Kanye West ídem. Hace unos meses, conocimos su mansión minimalista californiana y pensamos que no existía nada más a lo que poder aspirar, pero nos equivocábamos.
Kardashian lo confirmó en The Tonight Show hace unas semanas: su marido se había comprado un rancho en Wyoming, valorado en 14 millones de dólares, en medio de 1.200 hectáreas de naturaleza, con dos lagos, un establo y también bastante ganado.
Aun así, la celebridad y empresaria le confesó a Jimmy Fallon que no estaba dispuesta a abandonar su California natal, a pesar de que le encantaba la calma del lugar. “Adoro Los Ángeles, así que me imagino que podríamos ir algún verano o algunos fines de semana”, matizó entonces.
Después, Kardashian publicó una foto idílica, casi una postal, en la que aparecía junto a su familia disfrutando de la naturaleza y el silencio de uno de los estados menos poblados del país.
Y ayer, cuando asistió a los Emmy para presentar el premio al Mejor programa de competición junto a su hermana Kendall Jenner, volvió a hablar sobre los beneficios de Wyoming. “Puedes estar allí y no hacer absolutamente nada. No llevo maquillaje; me pongo mis pantalones de chándal y me relajo”, le confesó a Giuliana Rancic.
Una sensación con la que todos podemos empatizar; máxime, cuando tu imagen es tan importante como para Kardashian. Algo nos dice que las escapadas a su rancho van a ser más habituales de lo que en principio parecía.
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