Han tenido que pasar generaciones para que las mujeres consigamos algunos de los derechos que antes se relegaban o supeditaban al hombre. Hoy en día la lucha continúa pero nuestras abuelas pueden estar orgullosas por todas las puertas que nos abrieron, avances importantísimos como estos cinco logros que la mujer tenía vetados en el siglo pasado y que ahora forman parte de nuestra vida gracias a ellas.
Votar
El sufragio o voto femenino se reconoció en España por primera vez en la Constitución de 1931 de la Segunda República, pero no fue hasta 1933 cuando pudieron votar de forma activa ya que las elecciones a Cortes Constituyentes de junio de 1931 se realizaron por sufragio universal masculino reconociéndoles a las mujeres solamente el derecho a sufragio pasivo, es decir, podían presentarse como candidatas pero no podían votar. En las elecciones generales de noviembre de 1933 las mujeres pudieron ejercer su derecho al voto en territorio español. Una de las impulsoras del voto femenino más reconocidas fue la sufragista Clara Campoamor.
Divorciarse
En 1981 se reintrodujo en España la Ley de Divorcio que fue reformada en 2005 para agilizar los trámites derivados de la separación y divorcio de matrimonios. Desde 2005 no es necesario alegar ninguna causa para solicitar la separación o el divorcio y podemos terminar una relación de pareja legalmente en igualdad de condiciones, algo a lo que nuestras abuelas y bisabuelas no tenían derecho en su época.
Antes de la Ley de Divorcio de 1981 hubo una primera ley promulgada en la Constitución de 1931 donde se reconoció por primera vez en España el derecho al divorcio, pero en esos tiempos, lamentablemente, una mujer no podía separarse o divorciarse con la misma facilidad que lo hacía un hombre y existían una serie de alegatos que hacían que la desigualdad de género quedara patente. El adulterio estaba penado pero con diferencias de género. En el caso de la mujer cualquier adulterio suponía una pena de prisión de entre seis meses y un día hasta seis años tanto para ella como para la pareja con la que se había cometido el adulterio, es decir, su amante. Al hombre se le penaba con prisión menor y ni siquiera se hablaba de adulterio sino de amancebamiento. En 1978 el adulterio dejó de estar penado.
Llevar pantalones
¿Qué haríamos nosotras si nos prohibieran llevar pantalones? Los slouchy, los mom, los skinny, los flare, los jeggings, los boyfriend… lo sabemos, no puedes vivir sin tus pantalones ni nosotras tampoco. Pues hubo un tiempo en que no estaba bien visto que una mujer llevara pantalones. Se veía como un signo de masculinidad y rebeldía que no encajaba con el modelo de mujer que la sociedad de la época había marcado.
En España, allá por 1911, algunas mujeres comenzaron a vestir falda-pantalón pero se encontraron con disturbios que intentaron amedrentarlas porque tachaban el hecho de vestir tal prenda como inmoral. Afortunadamente para nosotras el pantalón se abrió camino y se hizo cada vez más famoso de la mano de mujeres como Coco Chanel o Katherine Hepburn. Sin embargo, no fue hasta un tiempo después cuando el uso del pantalón por las mujeres comenzó a normalizarse. Yves Saint Laurent, por ejemplo, lanzó en 1966 el esmoquin femenino. ¡Gracias a todas esas mujeres que se atrevieron a vestirlos y los hombres que las apoyaron!
Igualdad laboral
En 1978, con nuestra actual Constitución Española, se proclama la igualdad ante la ley de las personas independientemente de su sexo y desde ese momento la mujer accede a un mercado laboral que antes le era vetado.
A partir de ahí la mujer puede optar a empleos que hasta entonces eran terreno vedado para hombres, como el de maquinista de tren. No es hasta 1988 cuando las mujeres entran en el ejercito. Esa igualdad ante la ley y ese acceso a puestos que antes solamente se destinaban a los hombres desgraciadamente no se extendía a las nóminas. No implicaba este derecho el percibir el mismo salario que un hombre y ellas generalmente cobraban menos por el mismo trabajo. Aún a día de hoy muchas mujeres siguen teniendo problemas de desigualdad en los sueldos por el desempeño de las mismas funciones que un hombre.
Administrar su patrimonio
Si antes de casarse una mujer tenía que estar supeditada a su padre, al casarse quedaba a expensas de la disposición del marido en cuanto a restricción de libertades ya que éste tenía que autorizarla incluso para trabajar. Esta licencia marital se eliminó en 1975 y es a partir de entonces cuando las mujeres pudieron comprar por sí mismas y sin autorización de ningún hombre bienes inmuebles. Hasta entonces la mujer casada necesitaba una autorización de su marido, incluso la vivienda conyugal se consideraba propiedad del hombre.
Las mujeres solteras necesitaban de la autorización paterna para todo aquello relacionado con su patrimonio, incluso para solicitar préstamos o para abrir una cuenta bancaria. Tampoco podían abandonar la casa familiar sin el consentimiento paterno.
No podemos más que dar las gracias a todas esas mujeres que en su día se atrevieron y lucharon para abrir un camino que ha tenido muchos logros en materia de igualdad y de derechos de las mujeres. Aún queda mucha lucha por delante pero si hoy podemos hacer muchas más cosas que hace 100 años es gracias a la valentía de la que hicieron gala por defender nuestros derechos.
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