Tal y como hemos comprobado en el programa de Bertín Osborne, la complicidad que se genera en sus entrevistas con los personajes, es diferente. Quizás porque delante tienen a alguien que les inspira confianza y que se ha puesto decenas de veces en su lugar. Esta práctica, versión 2.0, está proliferando en las redes sociales durante la cuarentena: famoso entrevista a amigo famoso. O más bien, conversan, porque, al final, se convierte en una charla distendida.
Hace unos días, era Miley Cyrus quien interrogaba a su amiga Selena Gomez y le sacaba la jugosa confesión de que, recientemente, le ha sido diagnosticado un trastorno bipolar (que no ha tenido pudor en compartir, como siempre ha hecho con todos y cada uno de sus problemas de salud). Ahora, es Naomi Campbell quien ha desnudado su alma a Cindy Crawford, revelando un capítulo de su historia que llega en un momento ideal.
Con los movimientos feministas en auge y todo tipo de campañas para concienciarnos de que todos, hombres o mujeres, tenemos derecho a nuestro espacio, a nuestra intimidad y a que nadie, por mucho que diga que nos quiere, tiene derecho a sobrepasar ciertos límites, la top ha confesado que mantuvo un noviazgo tóxico durante el que llegó a sentir miedo. Sí, este tipo de relaciones existen desde siempre, y es buen manifestarlo en voz alta para intentar ponerles fin.
El relato de Campbell lega casi por casualidad. Cindy le explica los consejos que le está dando a su hija, Kaia Gerber, para que siga la estela de su triunfo sobre las pasarelas: «Sé puntual, estudia el porfolio de los fotógrafos con los que trabajes para saber qué te van a pedir y deja el móvil a un lado en el ‘backstage’. Conecta con quienes te maquillan y peinan, porque probablemente serán tus amigos».
En ese momento, Naomi reflexiona que, cuando ellas eran las auténticas diosas de la moda, no existían los móviles para mantener ese contacto. Ni con ellos ni con amigos. Ni con nadie. Simplemente, las relaciones se daban de otra manera. Aunque recuerda que… «Sí, mi novio me regaló mi primer móvil para saber dónde estaba en todo momento y localizarme«, comienza.
Crawford recuerda perfectamente ese aparato que tenía su amiga y cómo no se lo dejaba usar a nadie: «Era tan caro llamar». Justo ahí es cuando su entrevistada aclara que el precio de la llamada no era lo determinante para que guardase con celo su móvil: «Sí, costaba mucho. Pero también estaba aterrorizada por si justo llamaba mi novio y no me encontraba u otra persona lo cogía. No sabía qué podía pasar«.
Un terreno pantanoso en el que decide no adentrarse más… «Sea como fuese, eso ya se acabó«. ¿Se puede ser más tajante para zanjar un tema? ¿Y tener más delicadeza para hacerlo? Seguramente no. Pero la información, a pesar de que continuaron con a charla discurriendo por los derroteros del recuerdo de su época dorada, ya estaba sobre la mesa. Y circulando por las redes sociales y en los titulares.
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