Jorge Vázquez: "Mi perrita, Olivia, causa furor por la calle, pero no es muy receptiva a los halagos"

Jorge Vázquez nació en Betanzos (La Coruña), el 8 de mayo de 1972. Fue en el hogar familiar donde descubrió a una edad muy temprana su vocación. Las manos de su madre al frente de la máquina de coser fueron su fuente de inspiración. A los 18 años comenzó a trabajar en Inditex (Zara). Más tarde, pasó por los talleres de Antonio Pernas y Ángel Schlesser. Estudió diseño en Madrid y EE.UU.

Isabel Preysler, Cary Lapique o Mar García Baquero, la mujer del expresidente Felipe González, son algunas de sus clientas más famosas. Uno de los grandes acontecimientos de la moda de alta costura fue cuando a finales del pasado año, la firma Pertegaz le eligió como nuevo director creativo. Pese a que todos vivimos tiempos difíciles, no puedo por menos que preguntar a Jorge Vázquez por Olivia –una pequeña teckel–, que se ha convertido en su compañera inseparable.

Hoy Corazón Olivia es un nombre de origen latino que significa: la que protege la paz. Jorge, en los dos años que lleva viviendo con Olivia, ¿cree que hace honor a su nombre?

Jorge Vázquez Olivia, desde el primer momento que me vio, me eligió. Cuando nos presentaron no se separaba de mí. Yo tuve mis dudas, pero cuando la cogí en brazos, supe que no nos separaríamos jamás.

H.C. La convivencia no siempre es fácil. ¿Cómo fue el periodo de adaptación?

J.V. Al llegar a casa no quería dormir sola. Sin darme cuenta, una noche se pasó a mi habitación. Al principio lloraba, pero enseguida se adaptó.

H.C. ¿Olivia tiene conciencia de lo guapa que es?

J.V. Cuando salimos a la calle la paran. Causa furor, aunque no es muy receptiva a los halagos. Es muy celosa de las mujeres que se me acercan. Yo tengo una casa en Portugal y cuando vamos en verano los portugueses dicen: «Es muito antipática».

H.C. Seguro que exageran. ¿Tiene amigos?

J.V. Sí. Se lleva muy bien con los de su raza y con su hermano Harry, que viene muchas veces a visitarla a casa. No paran de jugar: saltan por el sofá, corretean, se ladran… Se llevan muy bien.

H.C. Portugal, Galicia… ¿A Olivia le gusta viajar?

J.V. Mucho. Le gusta el campo y la playa. Pero huye del agua. Y se cuida bien, sabe que por su tamaño no puede coger peso. Come pienso light, brócoli, manzanas, fresas… No le doy caprichos, pero hay veces que soy débil y le doy cosas que sé que le gustan.

H.C. Ahora remontémonos al pasado reciente. ¿Qué supuso para usted el nombramiento como director creativo de Pertegaz?

J.V. Es un honor que me hayan elegido. Es un proyecto de una responsabilidad infinita que va a quedar en mi currículum de por vida. Pertegaz ha dejado un ADN muy fuerte y yo quiero continuarlo. No quiero revolucionarlo, voy a luchar para que se retomen las buenas tradiciones. Que la gente se mentalice que hay que consumir calidad. Que la ropa buena dura muchos años y que ahora se tienen los armarios llenos de ropa mala. Hay un consumo desorbitado que además genera una contaminación brutal. La industria textil es la segunda más contaminante del mundo después de las petroleras. Con el proyecto Pertegaz, vamos a tratar de hacer moda sostenible.

H.C. Imagino que algunos de sus proyectos los habrá tenido que aparcar por los trágicos momentos que vivimos debido al Covid19. ¿Cómo está afectando la pandemia al sector?

J.V. Como en otros sectores, en la moda influye de forma muy negativa. Todos los negocios están cerrados: Tiendas multimarca, propias, grandes almacenes… Los plazos de entrega se están parando y anulando pedidos, se tiene miedo a recibir las mercancías. Imagino que las fechas, de precolecciones y colecciones, se verán alteradas. Ahora estamos preparando las nuevas pero por el retraso de tejidos, de materias primas y auxiliares se van a retrasar. Esto supone grandes pérdidas para el sector.

H.C. Y usted, ¿cómo está pasando la cuarentena?

J.V. Dentro de mi tristeza y preocupación, con angustia e incluso miedo, trato de seguir trabajando. Llevo una rutina ‘normal’ diseñando las próximas colecciones, tanto de Jorge Vázquez como de Pertegaz. Estoy atrincherado en mi tierra natal, Galicia. Tengo la suerte de tener una casa en el campo y así se hace más llevadero. Para las personas que viven en pisos y apartamentos pequeños tiene que ser muy triste y muy duro.

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