Podriamos buscar una buena excusa y defenderla hasta el final de los días caiga quien caiga. Inventarnos un millón de por si acasos que quizás lleguen a materializarse o quizás no. Podemos simplemente dejarnos arrastrar por la marea de las tendencias como quien entra en el mar con la intención de tocar la boya y se deja llevar de vuelta a la orilla, aprovechando la inercia de las olas, hasta terminar sentado en la arena. O simplemente puedes ignorar todo lo anterior y hacerlo porque sí, porque tenemos una edad en la que las excusas sobran.
Comprarse un vestido de fiesta rojo un martes 8 de octubre sin celebraciones agendadas ni fiestas que requieran un dress code poderoso podría haber sido un absurdo o un gasto injustificable hace una década, cuando la línea que separaba la 'ropa de salir' de la 'ropa de todos los días' estaba construida a base de hormigón armado. Un muro difícilmente franqueable.
© Cortesía Zara
La moda fue la encargada de derribar, piedra a piedra, esa pared de varios metros de altura, y en primero de street style aprendimos que la combinación de ropa de fiesta con otra más casual funcionaba; de hecho, funciona. Pero no solo eso, la mezcla de prendas de marcas más asequibles con otras de firmas de lujo también lo consiguió y convirtió esa fantasía (de estilo) en una realidad.
Zara es otra de las culpables de la fusión, y gracias a ella o por su culpa, según se mire siempre, encapricharse de looks a priori de fiesta sin motivos aparentes para llevarlos es nuestro día a día. Como decíamos, siempre podemos justificar la compra alegando tener una amiga sin novio que seguro que encuentra el amor pronto y termina casándose, ocasión para la cual necesitarás este vestido midi, con flores bordadas y mangas abullonadas que es un sueño si lo llevas, además, con sandalias de tacón de aguja; o simplemente puedes jugar con la moda y bajarle el tono o la intención al estilismo como bien hemos aprendido: con un calzado plano y de otro estilo que compense el exceso de elegancia.
© Cortesía Zara
En otoño de 2019, la manera de llevar al trabajo un vestido bordado y con transparencias no es otra que o con zapatillas deportivas (blancas, de padre o con plataforma) o con las botas de suela tocha y dentada, conocidas ya como track, que tienen en vilo a las popes de la moda (Marta Ortega) y a todas las estilistas de España y de parte del extranjero.
© Cortesía Zara
De estilo militar o punk, de media caña y realmente cómodas y a prueba de charcos, son la excusa que necesitabas para llevarte, de paso, el vestido de flores rojo de Zara.
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