Roc\u00edo Jurado, as\u00ed fue su vida y la de su familia tras su muerte

«Alas 5.15 ha dejado de respirar. Tranquila, sin grandes angustias y rodeada de todos los suyos”. Con estas palabras de Amador Mohedano a las puertas de la casa familiar de La Moraleja empezaba un antes y un después en la familia Mohedano Jurado. La matriarca, la que los mantenía unidos, se había ido para siempre. Las cosas no iban a seguir igual que hasta ese 1 de junio de 2006. La familia se resquebrajaba y las rencillas familiares iban a acaparar programas de televisión y ríos de tinta.

Para saber cómo llegaron a esto hay que hacerse una primera pregunta: ¿Quién era La Más Grande? María del Rocío Trinidad Mohedano Jurado nació en Chipiona (Cádiz) el 18 de septiembre de 1944. Fue la primera hija de Fernando, zapatero y cantaor en los ratos libres, y Rosario, ama de casa y cantante aficionada. Su destino estaba escrito: iba a ser La Más Grande y su vida iba a quedar reflejada en canciones que la llevaron a ser nombrada en Nueva York la Mejor Voz Femenina del s. XX.

“¡Que no me caso!”

Desde muy pequeña se presentó a los concursos de las emisoras de radio de la época, por eso se ganó el apodo de ‘La niña de los premios’. Hasta que con 14 años, su madre, ya viuda, accedió a acompañarla a Madrid para probar suerte. En la capital conoció a Manolo Caracol, la Niña de los Peines y la gran Pastora Imperio, quien le dio la oportunidad de cantar en el tablao El Duende. Para ello tuvo que falsificar su fecha de nacimiento y poner que tenía dos años más, 16 años.

Poco tiempo tuvo que pasar para hacerse un hueco en el mundo artístico. En los años setenta, Rocío ya era una diva de la canción que desafiaba a la censura con sus escotes provocadores. Fue en esos años cuando conoció al boxeador, Pedro Carrasco. Se conocieron tras desmayarse ella en un festival benéfico en Las Ventas. Fue un flechazo cuando abrió los ojos. “Valiente con orgullo, porque cuando me conoció no tiró la toalla”, cantaba la Jurado.

No era el primer amor de la cantante. Enrique García Vernetta, fue el primero. Le pidió varias veces que se casara con él, pero no lo hicieron porque eran muy jóvenes.

En 1976, el boxeador y la chipionera se casaron en el Santuario de la Virgen de Regla, su virgen. Entró en la iglesia vestida con bata de cola, volantes y a hombros. De la cantidad de gente, la cantante estuvo a punto de no casarse.

“Por favor, no te vayas”

Un año después del enlace nació Rocío Carrasco. Una niña marcada por las continuas ausencias de su madre. “Cuando se iba lloraba y lloraba, hasta que un día dejé de llorar porque sabía que se iba a ir de todas formas. Ese día empezó a llorar ella”, dijo en una entrevista Rociíto.

La cantante y el boxeador quisieron ampliar la familia. De hecho, a los 37 años Rocío sufrió un aborto. Después de trece años de matrimonio y tras una supuesta infidelidad de Pedro, se les rompió el amor. El matrimonio se separaba. Entonces Rocío se centró más en su hija, pero sin desatender sus compromisos.

Y muchos la llevaban fuera de España. No fue una infancia fácil para la niña, que veía cómo sus padres se separaban y que muchas veces se quedaba al cuidado de Juan de la Rosa, persona de confianza de Rocío, y Gloria Mohedano, su hermana. De ahí que Amador haya llegado a decir: “No puedo perdonar que Rociíto no hable a mi hermana Gloria, porque ella la ha criado”.

Rocío le daba a su hija todo lo que quería. La niña quiso ser modelo y ella movió cielo y tierra para que se subiera a una pasarela. Pero no cuajó. Rociíto creció rebelde y a los 18 años se fue de casa con un joven guardia civil que conoció en 1995 en Chipiona. Así aparecía un nuevo integrante en la familia: Antonio David Flores. Entre lágrimas La Jurado le suplicaba que no se fuera. El guardia civil entraba con mal pie en la familia. Además, le condenaron a seis meses de prisión y a otros seis de suspensión para ejercer un cargo público por haberse quedado con 50.000 pesetas (300 euros) de una multa de tráfico que había puesto.

Pero Rociíto y Antonio David se casaron. La boda se celebró en la Yerbabuena. Fue una ceremonia tensa, una de las razones es que Rocío Jurado se iba a convertir en abuela a los 50 años. Su niña estaba embarazada. Del matrimonio nació Rocío, y después David.

La gran boda

En esa época, la cantante ya había rehecho su vida. El cuento de la cantante de copla y el torero se hacía realidad. Rocío Jurado se había enamorado de José Ortega Cano. La pareja se conoció por mediación del doctor Mariscal. “Me echó una miradita que me enganchó”, narraba Rocío.

Tras obtener la nulidad eclesiástica de su matrimonio con Carrasco, el 17 de febrero de 1995, Yerbabuena, finca de su propiedad, se viste de gala para celebrar el enlace ante 2.300 invitados. La ceremonia fue retransmitida por todas las cadenas de televisión y ocupó todas las portadas de las revistas. De cara a la galería, era el matrimonio perfecto. De puertas para adentro, había sus más y sus menos. Rocío tenía claro que le quería dar un hijo a José, pero sufrió un nuevo aborto y entonces decidieron adoptar. Así, en 1999 llegaron a la familia José Fernando y Gloria Camila, dos hermanos colombianos de seis y tres años.

En ese mismo año, Rocío Carrasco puso punto y final a su matrimonio con el guardia civil y se enamoró de Fidel Albiac. Al empezar esa relación, La Jurado sufrió el susto más grande de su vida debido al accidente que sufrieron su hija y Fidel cuando volcó el Mercedes descapotable en el que viajaban. Rocío Jurado creía que su niña había fallecido. Fidel no se separó ni un momento de su novia en el hospital.

El divorcio entre Rocío Carrasco y Antonio David fue bastante duro. Una guerra que hasta día de hoy dura en los tribunales. Sus hijos tuvieron que vivir el enfrentamiento. Y La Jurado tuvo que defender a su hija; incluso llegó a decir en un programa en Argentina que Antonio David le había dado “muy mala vida” a su niña. El ex guardia civil la demandó y le pidió 6 millones de euros, pero perdió el juicio.

“Simplemente, no me quiero morir”

Con todo el coraje del mundo, el 17 de septiembre de 2004, Rocío Jurado reunió en el jardín de su chalet de La Moraleja a la prensa. “Me han dicho: Tienes un tumor malo. Tienes cáncer”, no soltó una lágrima.

Así se enfrentaba La Más Grande a la que sería su última batalla. Fueron dos años duros, donde estuvo ingresada tanto en Houston como en el Hospital Monte Príncipe de Madrid.

Durante este tiempo su familia no se separó de ella, pero también siguieron problemas entre ellos. El más grave fue cuando la cantante tuvo que apartar a su hermano pequeño y representante de la gestión de la última gala que grabó para TVE. Fidel, el novio de su hija, se iba a hacer cargo de todo. Para Amador Mohedano fue un jarro de agua fría.

El 1 de junio de 2006, Rocío nos dejaba a causa de un cáncer de páncreas, la misma enfermedad que un 2 de junio de 1978 había acabado con su madre.

Y todo en la familia se fue derrumbando

¿Qué hubiera pasado si Rocío siguiera con nosotros? Ésa es una pregunta que se hacen muchos. Cuando murió Rocío, todo empezó a ir mal. La lucha por la herencia fue la primera batalla. Rocío Carrasco se convertía en la heredera universal de los derechos generados por las canciones de su madre, además de propiedades. A decir verdad, la cantante pensó en todos los suyos a la hora de repartir: A sus dos hijos adoptados les dejó lo que marca la ley, la explicación era que cuando Ortega muriese, su hija Rocío no iba a heredar nada del torero; sus dos hermanos, Gloria y Amador, también heredaron propiedades, y hasta su sobrino y ahijado heredó una nave a las afueras de Madrid.

La casa de La Moraleja se vendió. La familia no se reuniría nunca más. Rocío Carrasco no se habla con ningún miembro de la familia materna y lleva siete años sin hablar con sus dos hijos, Ro y David, que se fueron a vivir a Málaga con su padre.

La causa del distanciamiento fue, al parecer, un desagradable episodio en el que madre e hija tuvieron una fuerte pelea, fruto de la cual a Ro le pusieron una orden de alejamiento de su madre.

Ro, que durante unos años quiso mantenerse alejada de los focos, al final cedió a la tentación del mundo rosa. Primero, defendiendo a su padre en ‘Gran Hermano’ y ahora participando en ‘Supervivientes’.

El mismo concurso fue el que hizo “grande” a Rosa Benito. La que fuera cuñada y peluquera de la cantante, se convirtió en uno de los principales rostros de Telecinco gracias a sus colaboraciones en ‘Sálvame’. Y fue su participación en ‘Supervivientes’ lo que acabó con su matrimonio con Amador. Una ruptura en todo momento televisada: novias, amantes, impagos de impuestos… Su hija, Chayo Mohedano, que sigue los pasos de su tía, ha tenido que mediar entre sus padres. Ahora parece que tienen una relación cordial.

Todos tienen muy presente a Rocío, incluido su viudo Ortega Cano, que tocó fondo tras la muerte de Rocío. Incluso pisó la cárcel por homicidioimprudente tras atropellar a un hombre y superar la tasa de alcoholemia. Ahora dice que “ella me ayuda desde el cielo”.

Años después del fallecimiento de Rocío, el torero rehizo su vida junto a Ana María Aldón, con la que tiene un hijo, José, y a la que podemos ver en ‘Supervivientes’ junto a Rocío Flores.

El diestro parece haber recuperado la estabilidad gracias a su mujer y a su hija Gloria Camila. La joven está pendiente de él y de su hermano, José Fernando, que hizo abuelo a Ortega y está ingresado en un centro psiquiátrico para superar sus adiciones.

Desde que se fue Rocío nada volvió a ser igual en la familia.



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