Carolina Herrera: "Ser fiel a tus principios es la única forma de ser auténtico"

Veinte años más uno cumple Adriana Carolina Herrera unida a nuestro país. Una vinculación que se inició con una aventura vital en 1998. La venezolana, criada en Nueva York entre Kleins, Vreelands y Kennedys, recaló en tierras hispanas con una amiga para hacer un documental sobre el toreo. Pero ese viaje por nuestra geografía le cambió la vida: aquí encontró “los cielos más persistentemente azules que había visto nunca” y la ciudad perfecta para formar una familia. “La vida es una cuestión de experiencias y oportunidades”, asegura. En Madrid vive con sus tres hijos: Olimpia (14 años), Miguel (13) y Atalanta (10). Cerca del Museo del Prado, donde le gusta perderse, y del parque del Buen Retiro, donde se escapa a pensar. Aunque siempre con una maleta preparada para coger un avión y sumergirse en el bullicio y el ritmo trepidante de su adorada Nueva York.

“Soy mitad neoyorquina, me encanta esa rapidez, ese movimiento, ese caos, ese ímpetu creativo”. Un espíritu cosmopolita que imbuye también su trayectoria a la cabeza de los perfumes de Carolina Herrera desde hace más de una década. De su inspiración juvenil nació 212, la primera fragancia que lanzó su madre en 1996. Y bajo su batuta artística han nacido las creaciones más exitosas de la casa. La penúltima, Good Girl, encarnada por la refinada y ultracool Karlie Kloss, recibe ahora a su partenaire masculino, Bad Boy, a quien pone rostro el actor Ed Skrein. Y juntos consiguen la cuadratura de un círculo de audacia, juego y seducción que recibió su bautizo de fuego en la fiesta más espectacular y comentada de la temporada. Un par de días después nos reunimos con Carolina para charlar de perfumes, de esencias masculinas y de modernidad en tiempos de redes sociales. Y ella elige la complicidad de un minúsculo vestidor en el showroom de la firma para encaramarse con pericia a un escabel de terciopelo y hablar de lo divino y de lo humano, con la misma elegancia aplastante con la que cruza sus piernas bajo la falda mientras su perfil patricio se multiplica en los espejos que nos rodean. En las distancias cortas, su franqueza y su seguridad en sí misma resultan tan alentadoras como contagiosas.

Mujerhoy ¿Lo mejor para una niña buena es un chico malo?

Carolina Herrera JR. Nos planteamos que si juntábamos good boys con good girls iba a ser de bostezo. Es obvio que a todos nos gustan más los chicos malos. Y lo digo con un guiño. No hablamos del muchacho criminal, sino del que tiene picardía, el que te hace sufrir un poquito, el que te hace reír a carcajadas. Tiene un punto canalla que nos encanta, pero también buen fondo, nobleza y corazón.

M.H. ¿Cómo se escribe olfativamente la masculinidad moderna?

C.H. Llevamos tiempo interpretándola en claves actuales, con formas de extracción novedosas y materias nobles muy originales. Antes, los perfumes masculinos eran los fougères de toda la vida. Nosotros hemos incorporado la fuerza del haba tonka, un ingrediente de la perfumería clásica que hemos reinventado y que, curiosamente, comparte con Good Girl. Solo que en Bad Boy está tostada.

M.H. ¿Qué cree que los hombres esperan de un perfume ahora mismo?

C.H. Lo primero es que el aroma dure. La permanencia es lo que marca la calidad del perfume. Y como ellos todavía están experimentando con este universo, se interesan por conocer los ingredientes. Quieren que los conmuevas, que los impresiones, que les propongas cosas diferentes.

M.H. ¿Es difícil sorprenderlos?

C.H. No es sencillo llegar a todos ellos con un mismo aroma. El mundo es cambiante y la perfumería, como la moda, se convierte en una reinterpretación de lo que ya ha sido. Pero la globalización y las redes lo están cambiando todo. Y lo que tenemos muy claro es que nosotros nos vamos a mantener fieles a la marca, a los códigos y al universo de Carolina Herrera. Ser siempre fiel a tus principios es la única forma de ser auténtico.

M.H. ¿Y cómo se consigue esta combinación de objetivos tan compleja?

C.H. Construimos una narrativa completa alrededor de un perfume. Es como un guion de una película con un protagonista, una historia… Hasta nos imaginamos en qué casa queremos que viva y los cuadros que tiene colgados en la pared. Cuando tienes una historia muy bien construida y un frasco maravilloso, lo que le pongas dentro tiene que estar a la altura. Los olores son románticos pero abstractos.

M.H. ¿Se perfuman de forma muy diferente las mujeres y los hombres?

C.H. Desde luego. Ellas lo hacen mucho y más a menudo; ellos, una sola vez. Y lo compran de forma distinta también. Les da vergüenza y apenas tardan 30 segundos en adquirirlo. Van, compran y se salen corriendo para que no los vea nadie. Nosotras hemos crecido con el perfume y ellos con la colonia. No es lo mismo. Las mujeres lo abordan con conocimiento, desde la experiencia. Ellos acuden a lo que opinan los demás. Se plantean los perfumes desde la pregunta: “¿Te gusta?”. Y se la hacen a sus novias, a sus madres o a sus amigas. Pero, a partir de ahí, se forman su propia opinión.

M.H. ¿También las nuevas generaciones?

C.H. Ahora se lanzan mucho más. Mi hijo tiene 13 años y ya quiere su propia fragancia. Yo le digo que no. Porque ir al colegio embadurnado de perfume me parece muy fuerte. Tengo muy claro que todo esto viene inspirado por las redes sociales. Estamos invadidos. Y ellos ven mucho, están más cerca de todo y experimentan antes.

M.H. ¿Y cree que les sirve para construir un camino distinto al que han recorrido otras generaciones en la adolescencia?

C.H. No sé si les sirve para crear su propio camino o para copiar el de otros. Yo parto de decirles siempre que todo es falso. Puedes manipular tu vida como quieras en una foto. Eso lo sé porque yo lo he hecho, no es un misterio para nadie. Pero lo más importante es que no sean ganado, que no vayan detrás de todo lo que ven. Que lo usen como información, igual que se lee un libro o se ve una película. Algo que después tienen que asimilar a su propia vida. La realidad no puede estar basada en eso. Y en la vida no puede ser todo yo, yo y yo.

M.H. ¿Le hacen caso?

C.H. Sí, me escuchan. Lo hablamos todo, nos entendemos. Tienen un ejemplo en casa porque mi propia red no está abierta. ¡Tengo menos seguidores que ellos!

M.H. ¿Y cómo ve el presente de sus dos hijas ahora que tantas cosas parecen estar cambiando para las mujeres?

C.H. Las cosas para las mujeres van cambiando poco a poco, pero a mis hijas las crío en lo que yo creo: en empoderarlas, en darles siempre voz y opinión. Mi hijo está creciendo también así. No es nada del otro mundo. Estoy haciendo lo que hicieron conmigo. No quiero que crezcan sintiéndose víctimas. Nunca. Aunque las mujeres lo seamos a veces.

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