Tenemos que hablar de un corte de pelo que siempre nos ha suscitado curiosidad, pero con el que nunca nos hemos atrevido: el mullet. Para indagar en su historia debemos viajar hasta los años setenta, cuando el alter ego de Bowie, Ziggy Stardust, lo defendía enfundado en sus monos de purpurina y sus plataformas infinitas. En él, obviamente, era glorioso. El perfecto canto a la androginia, con su flequillo cortísimo y su parte posterior larga, en ese juego de opuestos tan seductor que llegó con él desde el espacio exterior. Sin embargo, lírica aparte, en nuestra vida diaria se nos antojaba, cuanto menos complicado. Hasta que… Hasta que María Bernad llegó y nos hizo ver que era posible. Y no sólo posible, también favorecedor.
Con esta instantánea que compartía en su cuenta de Instagram, nos dejaba pensativas. ¿Hemos sido injustas toda la vida con este corte de pelo? Lo cierto es que, si bien requiere osadía, es una opción bastante más agradecida de lo que creíamos. Para empezar, porque aporta una personalidad arrolladora. Da potencia a las facciones más dulces, destaca la mirada y estiliza el cuello. ¿No son estas poderosas razones para darle al menos una oportunidad?
Lo cierto es que, la versión por la que ha optado María es todavía más arriesgada. En su caso, el flequillo se ha cortado de manera asimétrica, para dar todavía más juego. Desde él, vemos cómo se van alargando las patillas, para dar paso a la parte posterior más larga, como mandan los cánones del mullet. De este modo, el rostro queda totalmente enmarcado, y los ojos adquieren todo el protagonismo del mundo.
Y el truco final. Si te parece demasiado duro, María nos demuestra que puede adquirir un aura naíf si le añadimos la diadema más romántica que tengamos por casa. ¿Quién se atreve?
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