En 2013, una fotografía de Kim Kardashian dio la vuelta al mundo: era un primer plano de su cara totalmente ensangrentada, uno de los momentos más gore de un tratamiento facial del que entonces sabíamos poco y que después de aquella foto se viralizó. Así conocimos el facial vampiro, que consiste en extraer el plasma de la sangre del paciente mediante centrifugación y, a continuación, volver a inyectarlo con microagujas en el rostro, para que aproveche sus factores de crecimiento y plaquetas para rejuvenecer. Personalización máxima. No está claro quién lo ha inventado, pero sí quién lo ha registrado: un doctor llamado Charles Runels y con clínica en Alabama (Estados Unidos). Contra él va la demanda de Kim Kardashian.
Lo cierto es que Kim Kardashian afirmó en 2018 que se arrepentía de haberse hecho este tratamiento, pues es muy doloroso (además, ella estaba embarazada y no pudo utilizar la crema anestesiante que ayuda a soportar los pinchazos). Sin embargo, su demanda actual no tiene nada que ver con efectos secundarios, sino con este doctor, que utiliza indebidamente su nombre y su imagen para promocionar sus servicios. Ni siquiera fue él el que realizó el tratamiento a la más diva de las Kardashian. Sin embargo, pone fotos de Kim en sus panfletos publicitarios y hasta en su perfil de Linkedin.
Por lo visto, antes de iniciar acciones legales, Kim Kardashian se puso en contacto con este doctor para que eliminara su imagen de su website y su publicidad, pero este se negó en un principio. Ahora parece que ha desistido y ha pedido disculpas a la vecina más famosa de Calabasas, pero la demanda sigue adelante. No es la única maña publicidad que ha sufrido este tratamiento en las últimas semanas. También se ha sabido recientemente que se han dado casos de infección de hepatitis y sida en clínicas con deficientes condiciones higiénicas.
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