Sea cual sea el régimen de cuidado facial que se siga, limpiar la cara de forma correcta es algo fundamental en todos ellos. Bien se tenga una piel seca, grasa o sensible, la limpieza será siempre el primer paso para poder comenzar un tratamiento específico que responda a las necesidades de cada piel.
Sin embargo, realizar la limpieza facial perfecta no es tan sencillo como puede parecer y, a veces, cometemos errores que aunque enmendables pueden tener graves consecuencias para la piel. Por ejemplo, si al terminar de lavarnos la cara notamos la piel tirante esto puede significar que estamos deteriorando la barrera natural de nuestra piel y, por tanto, podemos terminar con problemas como líneas de expresión más marcadas, deshidratación, efecto rebote en el caso del acné o descamación.
Debemos tener en cuenta que la barrera cutánea es la primera línea de defensa del cuerpo. Mantiene la hidratación en la piel, además de prevenir bacterias o patógenos. Asimismo, en el caso de las pieles con problemas de acné, destruir esta barrera por limpiezas demasiado continuas o incluso agresivas que buscan eliminar el exceso de grasa, podría conllevar una mayor producción de sebo por parte de nuestra piel.
Cómo realizar una buena limpieza facial:
Elegir el limpiador adecuado
Saber o conocer cuáles son los ingredientes que contienen los limpiadores faciales es uno de las primeros (y más relevantes) aspectos que se deben tener en cuenta. Lo mejor es optar por aquellos que cuenten con ingredientes suaves pero estimulantes, como las ceramidas (que protegen la barrera cutánea), ácido hialurónico (para hidratar), manzanilla o lavanda (para calmar la piel) o vitamina E (antioxidante).
Lavarse la cara a la temperatura correcta
Ni muy caliente, ni muy fría. Los expertos sitúan la temperatura ideal para lavarse la cara en 37º ya que con esta temperatura lograremos acabar con los restos de suciedad de cualquier tipo pero no debería ser más alta para no provocar daños o envejecimiento prematuro.
El proceso a seguir
Lo primero que se debe hacer es limpiarse las manos, con ellas limpias mojaremos la cara y aplicaremos algo de limpiador sobre las manos, nunca directamente sobre la piel del rostro. Posteriormente masajearemos la piel durante unos 30 segundos y finalizaremos secando a palmaditas, nunca frotando.
Dos veces al día, ni más ni menos
Lo ideal es lavar la cara nada más levantarnos para poder proseguir con la rutina habitual (tónico, esencia, hidratantes, protección solar). Asimismo, lavarla por la noche es indispensable para acabar con restos de maquillaje o de polución. Sin embargo, lavar la cara más de dos veces al día podría también provocar daños en la barrera cutánea.
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