“Fíjate en la madre y verás a la mujer dentro de unos años”. Que la genética juega un papel fundamental en cómo envejecemos es algo tan conocido que hasta tiene su propio dicho. Y sí, observar la piel de tu madre (o de tu abuela) puede darte pistas sobre cómo podrías envejecer, pero está lejos de ser una foto del futuro, según la dermatóloga y psiquiatra neoyorquina Amy Wechsler. Consultora de la línea cosmética de Chanel y favorita de celebridades como Gwyneth Paltrow, en cuya página de estilo de vida, Goop, habla estos días sobre buenos hábitos para que la piel envejezca mejor, acaba de estrenar un hilarante podcast –Am I Embarrasing You?– junto a su hija Zoe. “Cómo cuidas de tu piel, y especialmente a lo que la expones, puede hacer que tu futuro sea muy diferente. El estilo de visa es increíblemente importante”, dice.
La propia Wechsler, a los 50, tiene una piel casi tan joven como la de su hija veinteañera. Y asegura que en su camino a la piel perfecta tampoco ha habido atajos: si bien una dieta saludable y un buen cuidado de la piel marcan una gran diferencia en las marcas que el tiempo deja, los factores más importantes para ella son la exposición solar y el tabaquismo. “Están empatados en primer lugar”, dice, en la lista de factores que más arrugas y signos de la edad provocan. “Si quieres una piel con un buen aspecto a medida que envejeces, protégela del humo y el sol”, dice esta experta. ¿El factor que ocupa el segundo lugar en la lista negra de las arrugas? “El estrés, sin lugar a dudas”.
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El sol: tan necesario y tan peligroso
El efecto de la exposición al sol sobre la piel puede ser tan agresivo como el de fumar, según Wechsler. “La gente vuelve del verano en los Hamptons y quiere revertir todo el daño causado por el sol”, cuenta. “Claro que puedo hacer una gran diferencia en ese daño, pero no puedo borrarlo. Usar protector solar mineral con un SPF entre 30 y 50 todos los días es la forma más fácil de mantener tu piel con un aspecto bonito a medida que envejece. Prefiero los protectores solares minerales porque bloquean casi todo el espectro UV y funcionan al instante -los protectores solares químicos deben absorberse en la piel, por lo que se recomienda aplicarlos veinte minutos antes de la exposición al sol-. Los minerales son inertes, por lo que la gente no puede ser alérgica a ellos. Y no causan brotes, no se degradan por el sol y, a menudo, son resistentes al agua”, añade. Por supuesto que existen refuerzos de los mecanismos de reparación del propio cuerpo, pero ninguna medida supera a la prevención, dice Wechsler. “Para abordar la pérdida de colágeno, tenemos toxina botulínica y rellenos, y para estimular un mayor crecimiento de colágeno, tenemos láseres, retinoides recetados y peelings químicos”, dice.
Esta dermatóloga da, además, un consejo para poner en práctica antes de salir de casa que puede ayudarnos a la concienciación: comprobar el índice UV del día. "Si es cero, un día lluvioso de diciembre en Nueva York, puede que estés bien sin protector solar, pero lo importante es convertirlo en una rutina", insiste. Y cuenta que cuando se trata de un día al sol ella utiliza dos protectores solares diferentes, los vuelve a aplicar cada dos horas y utiliza todos los recursos a su alcance para protegerse, como sombreros y gafas de sol.
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El tabaco
Los efectos nocivos del tabaco en la salud son de sobra conocidos, también sobre la dermis: “Fumar provoca el envejecimiento de la piel” rezan las cajetillas de cigarrillos, algo demostrado por la dermatología y que Wechsler predica enfáticamente. “Los ingredientes tóxicos en el humo del cigarrillo descomponen rápidamente el colágeno y la elastina (…) Causan estrés oxidativo, y la acción de chupar cigarrillos provoca, además, el llamado código de barras sobre los labios. La nicotina es una de las sustancias más adictivas del mundo. Si te importa tu aspecto, evítala por completo”, insiste.
En la Fundación Piel Sana de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) ponen, además, una fecha para que estos efectos se empiecen a notar: “Los cambios causados por el humo del tabaco suelen manifestarse a partir de los 35 años y son directamente proporcionales al grado de consumo” afirma el dermatólogo Just-Saboré en un estudio publicado en la revista de la AEDV. La primera manifestación: las arrugas en el rostro: “Las arrugas de los fumadores son diferentes de las que presentan los no fumadores, siendo las arrugas desde los ojos de los fumadores más estrechas y profundas, con contornos bien marcados, mientras que las mismas arrugas en los no fumadores son bastante más abiertas y redondas. El color de la piel de los fumadores no presenta el color rosado característico del cutis sano y ofrece más bien una palidez cercana al amarillo grisáceo, por lo cual es raro que los fumadores tengan mejillas rosadas, además de no enrojecer prácticamente nunca. La relación del tabaco con las arrugas se manifiesta con claridad en sujetos de ambos sexos de más de 30 años y ya entre 40 y 49 años tienen una probabilidad de arrugas idéntica a la de los no fumadores de 20 o 30 años más”. También advierten de la piel seca y atrófica, del cabello reseco y quebradizo, de dificultades en la cicatrización e, incluso, de una mayor incidencia del cáncer de labios.
En su entrevista Wechsler cuenta que el efecto impresiona cuando lo ves sobre la piel de hermanos gemelos. “Cuando ves gemelos idénticos donde uno fumaba y el otro no, el fumador parece veinte años mayor que su propio gemelo idéntico”, cuenta.
Las arrugas del estrés
En términos de envejecimiento prematuro de la piel, Wechsler coloca el estrés como el segundo factor más importante de la lista. "Se ha demostrado que la sobreproducción de cortisol y la falta de sueño descomponen el colágeno", dice. “E intuitivamente, sabemos que las personas que están deprimidas o que no duermen tienden a parecer mayores; definitivamente vale la pena abordarlo".
La doctora Cristina García Millán, dermatóloga de la Academia Española de Dermatología y del grupo Pedro Jáen, explica desde el laboratorio Cantabria Labs esta acción: “El estrés provoca desequilibrios en nuestro sistema neuroendocrino, desencadena cascadas inflamatorias y la liberación de especies reactivas de oxígeno. Los dermatólogos vemos cómo empeoran muchas enfermedades de la piel que se ven directamente afectadas por el estado emocional del individuo: en la crisis del coronavirus (y en tantas otras) estamos observando brotes de dermatitis atópica, psoriasis y acné. También achacamos este repunte en los brotes a que las tres enfermedades se ven privadas ahora de aire libre y sol en pequeñas cantidades, lo cual las alimenta. A largo plazo, el estrés mantenido hace que nuestra piel se vea más apagada y aumente la actividad de las metaloproteinasas, que son unas enzimas que degradan el colágeno, apareciendo más flacidez y arrugas. Igualmente nos invita a forzar determinados gestos, lo que a la larga marcaría las arrugas de expresión sin darnos cuenta”.
En conclusión, Wechsler asegura que la piel envejecerá mucho mejor si seguimos tres recomendaciones: utilizar a diario un protector solar SPF entre 30 y 50 -no importa si estamos en verano o en invierno-, eliminar el tabaco por completo y reducir el estrés.
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