Siete falsos mitos sobre la rosácea que no deberías creerte

Si tu rostro sufre enrojecimientos y los vasos sanguíneos son más visibles que los del resto de los mortales, eres una de las millones de personas que sufren rosácea en todo el mundo. Lo sabemos, no es fácil vivir con esta coloración de tu piel, pero es posible aprender a lidiar con ella si le proporcionas los cuidados adecuados. Y, sobretodo, si te mantienes alejada de los mitos que pueden acabar influyendo en tus costumbres, tus relaciones sociales o tu estado de ánimo.

Tal vez, en algún momento de tu vida has escuchado que “tienes la piel rosita” o que “así no necesitarás colorete”. Sabemos que no es algo tan fácil y tan simple, porque en el peor de los casos sentirás la piel de tu rostro como si ardiese o con una incómoda hinchazón. Pero no debes permitir que los comentarios ignorantes te pasen factura psicológicamente e influyan en tu forma de relacionarte o de comportarte como quieres en tus clases o en el trabajo. Controlar la rosácea es tan importante como cuidar tu autoestima, y si sientes que la afección pasa factura a tu confianza, no dudes a la hora de conseguir ayuda psicológica.

Otro de los comentarios propios de la ignorancia popular es que la rosácea solo es propia de las personas que tiene más de 40 años. Porque si bien es cierto que las edades más habituales a la hora de sufrir esta afección de la piel están entre los 30 y los 60 años, es posible tener signos tempranos que sugieran la aparición de la rosácea, como el enrojecimiento facial.

Tampoco es cierto que la rosácea sea un problema exclusivo de la piel blanca. Numerosas investigaciones sugieren que las personas de color también puede sufrirla, aunque los síntomas son más difíciles de detectar. Entre ellos se encuentra el ardor o el escozor en la piel del rostro, la sensación de calor en la cara, una decoloración no identificada, la aparición de parches en la piel secos e hinchados o de manchas similares al acné que no desaparecen con el tratamiento.

Hablando del acné, aunque los brotes más extremos pueden desembocar en pústulas en las mejillas, son médicamente distintos a los brotes del acné. Y por eso es importante acudir a un dermatólogo para que nos ayude a identificarlo, ya que muchos de los ingredientes utilizados para el tratamiento del acné pueden causar irritación en la piel propensa a la rosácea. Y, como consecuencia, puede acabar provocando sequedad, sensibilidad y un empeoramiento del enrojecimiento propio de la rosácea.

La asociación de una cara sonrojada con la bebida lleva a muchas personas a creer que el alcohol es causante de la rosácea. Y no es así, aunque puede ser un desencadenante común, por lo que es aconsejable controlar nuestros hábitos y ser conscientes de la repercusión que puede tener en nuestra piel. Algo que también podemos aplicar con la ingesta de lácteos o con los baños calientes, otros posibles desencadenantes de los brotes, pero que también nos pueden proporcionar un momento de despreocupación y felicidad al que todos tenemos derecho de vez en cuando.

Que la rosácea no tenga remedio no quiere decir que no debas visitar a un especialista, ya que será él quien te aconseje cómo puedes controlarla y cómo debes cuidar tu piel para que los brotes sean más graves. Y además, te enseñará a admitir que eres tú quien controla tu piel, y no es ella la que controla cómo debes afrontarla. Porque cada persona, y cada piel, es diferente, y una evaluación profesional te ayudará a conseguir los consejos más adecuados para tu tipo de piel.

Por último, no es cierto que el maquillaje empeore la rosácea. La piel que la sufre no deja de respirar cuando nos maquillamos, ni está más sana sin él. Al contrario, puede ayudarnos a sentirnos mejor, reducir nuestro estrés y, con ello, detener la posible aparición de un brote. Eso sí, es importante vigilar los productos que utilizamos en nuestra rutina beauty. Los especialistas recomiendan productos a base de minerales, porque causan menos irritación. Por otro lado, el uso de correctores en tonos verdes pueden ayudar a neutralizar el enrojecimiento. Pero tan importante como dar con los productos más adecuados es desmaquillarse. Y para ello utilizaremos productos que no sean muy agresivos con nuestra piel y puedan empeorar el enrojecimiento durante el proceso de limpieza.

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