El miércoles por la noche la duquesa de Sussex sorprendió a la audiencia de America’s Got Talent al aparecer en un vídeo para enviar un mensaje especial al finalista, Archie Williams; un hombre que pasó 37 años en prisión tras ser condenado injustamente por un crimen que no había cometido. Con esta acción se puso en evidencia la pasión de Meghan por luchar contra la injusticia social. Y, además, los espectadores aprovecharon la oportunidad para echar un rápido vistazo a la sala de la pareja real.
Aunque el príncipe Harry y Meghan se instalaron recientemente en su mansión de Montecito, en la costa de Santa Bárbara, ya han hecho varios vídeos desde su nueva residencia, lo cual ha permitido que los más curiosos no se pierdan ningún detalle de su nueva morada. En la web MailOnline se informa que la casa de 14 millones de dólares, donde la pareja vive con Archie, su pequeño hijo, tiene nueve dormitorios y 16 baños.
En el vídeo para AGT,grabado en una elegante y confortable habitación decorada con una paleta de tonos neutros en la que se pueden apreciar una serie de artículos personales, Meghan aparece sentada en un gran sofá color crema, cubierto con elegantes cojines en colores monocromáticos y con estampados de rayas.
Un tríptico de obras en blanco y negro con formas de objetos naturales, como nidos de pájaros y arbustos, cuelgan de la pared que está detrás de la duquesa; y en una mesa que hay debajo de las pinturas hay un jarrón de hortensias verdes, una colección de velas (incluida una vela Diptyque Tubereuse de 50 euros), jarrones con dibujos abstractos y varios libros.
Los títulos de estos libros descubren algunos de los intereses del príncipe Harry y de Meghan; destacan un volumen de diseño de interiores, una colección del célebre fotógrafo Marc Hom, el libro The Black Godfather –sobre el ejecutivo musical Clarence Avant–, un tomo de National Geographic titulado Mujeres y un libro de Annie Leibovitz.
Es evidente que el nuevo hogar de la pareja tiene un estilo moderno y relajado; un cambio considerable, sin duda, si tomamos en cuenta la formalidad de los ornamentos que decoran las tradicionales residencias reales.
Artículo publicado originalmente en Tatler y traducido por Manuela Salazar. Acceda al original aquí.
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