"Mi padre se desesperaba conmigo. Una vez, cuando tenía 17 o 18 años, me obligó a comprar una barra de labios y me pintó", admitió la infanta Pilar en su día, tal y como recoge José María Zavala en su libro Infantas. Como en muchas otras facetas de su vida en cuestiones indumentarias la hija mayor de los condes de Barcelona fue un verso suelto que, a lo largo de su vida, hizo gala de su carácter fuerte, de su determinación y de su estilo personal.
Salvo excepciones –su puesta de largo, el 14 de octubre de 1954 en Villa Giralda, la residencia familiar en Estoril; su boda con Luis Gómez-Acebo el 5 de mayo de 1967, en la que vistió de la modista Isaura y usó la La Rusa, una de las tiaras de las joyas de pasar de su abuela, la reina Victoria Eugenia…- doña Pilar siempre vistió de forma casual. Le gustaban los sastres pantalón, los broches de fantasía y los bolsos de mano -su favorito, el modelo Garden Party de Hermès, un guiño a su afición a la hípica. Era una experta amazona y presidió la Federación Hípica Internacional-. Prefirió estar en las listas de las figuras más solidarias gracias a su labor al frente del Rastrillo de Nuevo Futuro a figurar en los ránkings de las mejor vestidas.
Todo cambiaba en las grandes ocasiones, como la Pascua Militar o las bodas de la familia. En las de sus cinco hijos o en la de su sobrino, Felipe VI, con quien tenía una relación muy afectuosa. El 22 de mayo de 2014 fue ella quien acompañó a su hermano el rey -a quien se refería, cariñosamente, como "Juanito"- a la Catedral de la Almudena, donde el entonces príncipe de Asturias contrajo matrimonio con Letizia Ortiz Rocasolano.
Entonces, doña Sofía recurrió a Margarita Nuez. La infanta Elena, a Christian Lacroix. Doña Cristina, a Jesús del Pozo. La familia Ortiz, a Felipe Varela. Doña Pilar llevó un abrigo estampado con motivos florales en tonos naranjas y fucsias a juego con el sombrero de plumas. Como accesorio, un bolsito joya que llevaría poco después al enlace de su hijo Beltrán con la modelo Laura Ponte. Ese día, doña Pilar lució también mantilla española.
No trascendió el nombre del modista que confeccionó el modelo de la duquesa de Badajoz en uno de los actos más importantes de su vida, pero no importó: fue una de las invitadas más elegantes entre el desfile de modelos de alta costura de Chanel (Carolina de Mónaco), Givenchy (Rania de Jordania), Dior (Carmen Botín) o Valentino (Máxima de Holanda, Rosario Nadal). Ese día, sí se pintó los labios. En un discreto tono rosa nacarado.
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