Ben Affleck y Jennifer Lopez: todo lo que el videoclip de Jenny from the block puede decirnos sobre su situación actual

En primer lugar, "Jenny From the Block" es un temazo. Me descargué ilegalmente el single a través de LimeWire en 2003, el verano después de su lanzamiento, y a pesar de mi lealtad al pop-punk en ese momento, ese característico cambio repentino de ritmo en el bajo me atrapó. Hay una versión sin Styles P y Jadakiss, pero no la conozco; no existe "Jenny From the Block" para mí que no comience preguntándome por qué los dos artistas invitados están hablando de salmón ahumado en la pista.

(Como sé ahora, Styles P y Jadakiss son dos tercios de los Lox, un grupo de hip-hop de Yonkers). Recuerdo vívidamente que sonaba en un Taco Bell una tarde entre semana, mientras la luz del sol brillaba en el cromo y el cristal de la cocina. Jennifer Lopez es una estrella del pop, y sabe lo que la música pop pretende ofrecer: la sensación de que nada importa salvo vibrar al ritmo de la música, incluso en los años posteriores al 11 de septiembre, en los que todo el mundo, por razones que no entiendo, estaba muy interesado en los todoterrenos.

Pero, en última instancia, la canción probablemente habría desaparecido de mi mente si no fuera por su fascinante vídeo musical, dirigido por Francis Lawrence, que ofrece una visión desde dentro de la cobertura de los tabloides de Bennifer, la relación de dos años de Lopez con la estrella de cine Ben Affleck. (La pareja se juntó en 2002, canceló su boda en 2003, pocos días antes de la fecha, y rompió en 2004). Hasta hace dos semanas, la obsesión por el público de vigilar a la pareja del vídeo musical era un artefacto de la historia de la cultura pop. Ahora, con las noticias de que Lopez y Affleck vuelven a estar juntos (y que el tiempo es un círculo plano), es como una carta de amor redescubierta, no entre Ben y Jennifer, sino entre Bennifer y el público. Nuestra obsesión por ellos es de lo que trata el vídeo, contado desde el interior de los vehículos de lujo y la alta vida en la que la pareja se refugia y, francamente, también disfruta.

https://youtube.com/watch?v=9tgehZ_M5aM%3Frel%3D0

Ese vídeo no es la primera incursión de Lopez en el tema de la vigilancia –o, para el caso, en el tema de mantener su integridad a pesar de su éxito–. El de 1999 de "If You Had My Love" ofrece una visión muy de los 2000 de este tema durante 24 horas de un día en las que Lopez se pone diferentes trajes, va a diferentes habitaciones y realiza diferentes acciones en función de lo que el usuario elija. (Una de ellas es "ducharse"). Y en lo que se refiere a permanecer con los pies en la tierra, está "I’m Real" de 2001, al que "Jenny From the Block" hace referencia explícita, y también en "Love Don’t Cost a Thing", de ese mismo año, donde Lopez empieza engalanada y luego se deshace de las prendas de lujo pieza a pieza. En conjunto, se trata de una complicada serie de contradicciones –mírame, no me mires, soy tremendamente rica, pero también soy real– y eso antes de "Jenny From the Block", que aumenta tanto el voyeurismo como (para usar un término apropiado de la época) la ostentación.

En imágenes

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Es útil llegar al vídeo con una idea de la astucia con la que Lopez ha jugado con las categorías que se le han asignado a lo largo de su carrera, a pesar de que, al menos al principio, estas tendían a jugar con ella: chica mala latina, bailarina de hip-hop, artista reflexiva, sexy, tonta, dulce. Si se observan sus representaciones en los medios de comunicación, prácticamente se puede ver cómo el objetivo de la cámara de la época de los años 2000 se esfuerza por saber qué hacer con ella, una mujer polifacética que podía hacer girar los aros, soltar un puñetazo, aguantar frente a George Clooney en una película de Steven Soderbergh, presumir de barriga y deprimirse con nostalgia en la playa con cierta verosimilitud. "Jenny From the Block" se presenta como un momento en el que Lopez está jugando con su identidad urbana, pero el vídeo presenta una narrativa totalmente opuesta. Cuando no está en el escenario con su gorra de chico de moda, no está cerca del Bronx; está en un yate, cenando al aire libre o iluminada con luces de escenario para un rodaje, aparentemente en la lujosa zona de Los Ángeles. El vídeo parece invitar al espectador a entrar en su vida real, en la que descansa en ropa interior, habla sobre el trabajo y ensaya para sus espectáculos, pero tampoco puede evitar revelar sus capas de actuación y las trampas del éxito, lo que tiene un curioso efecto de distanciamiento.

Y luego está Ben, con el pelo peinado hacia atrás y las cejas fruncidas, que parece un poco fuera de lugar en la fantasía de Lopez, pero extremadamente dulce con ella en todo momento.

Gran parte del furor -incluso el pánico moral- en torno a Bennifer se debió a la percepción de una falta de correspondencia; cómo podía un chico como él ir a por una chica como ella, con toda la carga racista que ello implica. El vídeo parece responder a la pregunta apartándose de lo que podría esperarse de ellos. Cuando conducen en el descapotable, es Affleck el que sale a echar gasolina, mientras Lopez está al volante. En el yate, es Affleck el que no puede dejar de tocar el famoso trasero de Lopez; le desata el biquini y le planta un beso en el culo. Es como si Lopez estuviera presumiendo de él, mostrando su poder sobre él de la misma manera que muestra su coche, sus pieles, sus cadenas. Y, al menos en el vídeo, Affleck está feliz de ser exhibido, feliz de ser llevado con ella como un bolso deseado. Su devoción es bonita, en realidad, pero va en contra del machismo del momento, que estaba tan harto de que los hombres no fueran lo suficientemente alfa que acuñó el término "metrosexual". Lopez, por su parte, llegó a la cultura de las girlboss un poco antes que las demás; había algo amenazante en su poder.

Sobre todo porque ella también tiene sentido del humor al respecto. Con descaro, el vídeo matiza la desesperación de los paparazzi, que en el vídeo convierten la búsqueda de un pendiente perdido en una proposición. Por momentos, ambos establecen contacto visual con el espectador, devolviendo la mirada que los persigue. Lo que nosotros buscamos es lo que une a estas dos personas; lo que ellos buscan es si nosotros miramos. Es por el deseo de ser famosos, quizás; entonces como ahora, Lopez y Affleck probablemente saben que es el interés de los fans lo que impulsa sus carreras. Pero cuando captamos su mirada esta es desafiante, como un: "Déjanos en paz".

El vídeo trata de quitarle importancia, pero los destellos de ira sugieren lo atrapados que se sienten ambos por la fascinación pública en torno a su relación, una fascinación que cada vez deja menos aire para que la pareja respire. Como al final rompieron, el vídeo musical siempre me ha parecido un vídeo casero e intrusivo sobre la escena de un crimen, una prueba del daño causado por el bombardeo mediático, en un entorno que sofocó la auténtica química de esta pareja. Intentaron jugar con esta fuerza imparable de forma divertida y creativa, pero al final, el objetivo fue más poderoso que su relación. La pareja citó la "excesiva atención de los medios" como la razón por la que cancelaron su boda en 2003, después de desechar un plan para distraer a los paparazzi con tres novias señuelo en tres lugares diferentes.

Quizá en 2021 hayamos superado el juicio y el drama que los acosó en 2002. Han pasado 19 años, y si antes no sabíamos qué los unía, ahora sí: Ambos están de moda, tienen éxito y son ricos, gente que sabe lo que hace en yates y almuerzos de 1.000 dólares, gente que ha visto los altibajos de la fama. Ambos han estado casados con otras personas y luego se han separado, tienen hijos, y ahora ambos están de vuelta… y parece que todavía tienen chispa. Tal vez tengan más éxito ahora cuando por fin los hemos entendido. O tal vez hayan aprendido la lección y la segunda parte de la historia de Bennifer ocurra totalmente a puerta cerrada.

Artículo publicado en Vanity Fair USA y traducido por Estrella Ariza. Acceda al original aquí.

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