Le conocí tarde, en realidad en su última entrevista televisiva, en octubre de 2017 en ‘Viva la Vida’ (Telecinco). Era la época en la que presentaba mi amiga Toñi. Nos conquistó. Estaba nervioso pero no pidió que se vetaran preguntas, al contrario, se iba creciendo por momentos y removiendo el pasado aunque eso supusiera abrir heridas. Quería darle la nulidad a Belén, pero que ella lo costeara. En el fondo quería que fuera feliz.
Descubrimos su coquetería porque no tardó en confesarnos en la primera pausa publicitaria que se había comprado la chaqueta azul marino y la camisa blanca en Hugo Boss. Pedía la aprobación de Aurelio Manzano, al que le unía una gran amistad y para el que no ha habido consuelo estos días. Me quedé con las ganas de ir a su bar y eso que me invitó Aurelio hace poco y le dije que La Elipa me quedaba lejos. Tampoco quería coartar la intimidad de dos amigos que quizás querrían hablar de sus cosas.
A todos nos ha conmocionado su final por su juventud porque me consta que era muy querido, tanto por su familia como por sus amigos. Me quedo con las palabras de su hermana: «Mi hermano hizo mucho bien pero se hizo daño a sí mismo». Muchos se han quedado tocados porque no tienen la conciencia en paz.
Eso debe enseñarnos a solucionar los problemas y a pensar que a la gente a la que hemos querido en algún momento de nuestras vidas no la podemos odiar. Fran no se avergonzaba de sus orígenes humildes ni de su trabajo de camarero. Consiguió enamorar a la mujer más mediática del país y algunas más anónimas. Su familia ha soportado la retransmisión de su dolor dando una lección de humildad. Adiós Fran, espero que abras un bar en el más allá.
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