Estar en el ojo público conlleva inevitablemente riesgos con respecto a la seguridad. Desde el intento del secuestro de la princesa Ana en 1974, hasta el momento en que Michael Fagan entró en 1982 en el palacio de Buckingham e irrumpió en el dormitorio de la reina Isabel II, los miembros de la familia real han tenido sus fricciones con el peligro. Sin embargo, aunque la mayoría de los miembros de la realeza tienen personal de seguridad profesional y especializado; sin lugar a dudas, es reconfortante saber que uno puede cuidar de sí mismo en caso de cualquier eventualidad.
Aunque Meghan Markle tuvo algo de experiencia con la fama en su carrera como actriz, su relación con Harry multiplicó el interés por ella. Según Finding Freedom, la nueva biografía de los duques de Sussex, los asesores consideraron prudente que Meghan, después del anuncio de su compromiso en noviembre de 2017, hiciera un curso de defensa personal.
El curso de dos días en entrenamiento de seguridad dado por el SAS (Servicio Aéreo Especial británico) estaba destinado a preparar a Meghan para situaciones amenazadoras como la toma de rehenes. Los autores Omid Scobie y Carolyn Durand explican: “Meghan participó en un simulacro secuestro, donde fue retenida dentro de un automóvil por un ‘terrorista’, llevada a un lugar diferente, y luego ‘salvada’ por oficiales que disparaban armas falsas (del mismo tipo que se usan en las películas de Hollywood) para un mayor realismo”.
El SAS es una unidad de fuerzas especiales del ejército británico que se dedicada a funciones tales como el reconocimiento encubierto, la lucha contra el terrorismo y el rescate de rehenes. La unidad hizo todo lo posible para preparar a la duquesa ante cualquier suceso. Scobie y Durand mencionan que "durante el simulacro de secuestro, a Meghan se le enseñó a desarrollar una relación con el enemigo. También, se le enseñó a conducir un coche en una persecución".
La revista Hello! añade que Kate Middleton también realizó el entrenamiento después de su boda en 2011, cuando se convirtió en miembro oficial de la familia real británica y, de hecho, lo han completado todos los miembros de la misma, excepto la reina Isabel II. Finding Freedom afirma, sin embargo, que Meghan recibió instrucciones de tomar el curso después de que tanto ella como Harry recibieran una "cantidad inusualmente alta de amenazas".
Centrado en desarrollar habilidades claves para la supervivencia como estar alerta a los alrededores, conducir en situaciones de alta presión y transmitir mensajes codificados, el curso se ha convertido en una rutina para miembros de la realeza, personas importantes y funcionarios en países peligrosos. Se dice que el príncipe Guillermo, por ejemplo, se sometió al entrenamiento con solo 16 años, cuando le enseñaron a manejar una metralleta y lo obligaron a subir a un automóvil en una falsa emboscada.
The Sun informó que los ejercicios están diseñados "para asustar a cualquiera", y Gerald Moor, ex oficial del ejército especializado en inteligencia, dijo al medio de comunicación que el entrenamiento habría sido "el más duro, proporcionado por los mejores del ejército … que han vivido todo lo imaginable durante el servicio en Irak, Afganistán e Irlanda del Norte”.
Artículo publicado originalmente en Tatler y traducido por Manuela Salazar. Acceda al original aquí.
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